Tal vez una de las materias más comprometidas en el día de hoy, es el tema de valores. En efecto, a su respecto existen las más dispares opiniones y tendencias, al punto que cada vez se impone con más fuerza la idea según la cual, no sólo se trata de un aspecto que únicamente incumbe a la vida privada de las personas, sino además, que descansa en último término, en meros gustos o pareceres, o si se prefiere, que no tienen un carácter verdaderamente racional. No obstante, algunas preguntas básicas a su respecto pueden al menos tratar de desenredar esta maleza de creencias, mitos y tabúes. Por ejemplo: Los valores ¿son valores porque los respetamos o los respetamos porque son valores?
La pregunta no es un mero juego de palabras, sino que en realidad, marca tal vez una de las cuestiones cruciales a su respecto. En efecto, si sólo son valores “porque los respetamos”, ello significa que sólo los tomaremos en cuenta cuando nos convengan o gusten; en el fondo, que ellos no van más allá de nuestro sacrosanto capricho, y por mucho que digamos lo contrario, se los dejará a la vera del camino cuando su cumplimiento se ponga difícil o implique alguna renuncia. Por eso puede sostenerse que desde esta perspectiva, en realidad no son valores.
Muy distinta es la situación si tomamos la segunda parte de la pregunta: Si los respetamos “porque son valores”. Aquí la perspectiva es la opuesta: Los valores tienen una existencia autónoma al capricho del sujeto, y por lo mismo, “valen” o “se hacen valer” incluso cuando su cumplimiento pudiera traer problemas o no parecer la opción más grata. Sin embargo, sólo esta perspectiva asegura, al menos en parte, un comportamiento coherente del sujeto (o que al menos, reconozca sus errores), y en el fondo, evita que el tema valórico se convierta en una auténtica burla.
Por eso son tan importantes los principios, esto es, que lo bueno y lo malo tengan una entidad objetiva, puesto que si dependen del capricho de cada cual, es lo mismo que no existieran, o si se prefiere, significaría que toda conducta humana, que todo uso de la libertad sería indiferente, porque siempre acabará coincidiendo con nuestro querer. En consecuencia, preguntas como ésta no son del todo absurdas, sobre todo si cada vez es más común escuchar hablar de una creciente crisis de valores.
De ahí que no vengan mal las palabras de Pascal: “Si no actúas como piensas, terminarás pensando como actúas”, de gran importancia actuar congruente a la filosofía personal que pregonas, en el mundo actual lleno de grandes espejismo y de falsos conceptos, todo dictado por el consumismo feroz, el falso espiritualismo, la despersonalización de la juventud, los valores “light” que la maquinaria mediática intenta realizar endodoncias cerebrales a nuestros escolapios, para insertarlos en una sociedad carente de valores pero si consumista y globalizada, con un patrón de conducta avalórico… non defícere in límine primo “No desfallecer al primer paso”. Jóvenes volver a pensar
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Fuente: El Sol de Durango.
MEXICO. 10 de abril de 2010
“Vaya, hablar de valores es hablar de subjetividad. Y hablar de ella es hablar de juicios universales. O de lo que piensa el consenso, la masa henchida, en sí..
De sobremanera pregonar subjetividades o doctrinas éticas de Buber o Scheler, se convierten a un menospreciable
Los valores no son autónomos al capricho del sujeto, sino al sujeto en sí, en tanto que éste, por un asentimiento psíqico, haga posible crear la masa que tanto le absorbe con esos. Entonces esto se vuelve una transferencia recíproca de oquedades y, nadie tenía , ni siquiera cuando tajantemente se ha pregonado. Es tan sólo que una sustancia social, vacía, absorbe lo que la masa le induce como equilibrio consensual, a falta de una interioridad particular. Absurdo.
No es muy motivante ver que el mundo se llena de gente con adoptados, inducidos por la psicología aplicada, subliminalmente heredados de paternalismo a feminismo.
Las de cada costumbre y pueblo, tan artificiales, subjetivas y sinsentido como el motivo que las fundó.
Lástima que el planeta se vaya a pique…”
Estaba investigando acerca de los valores y leí este artículo. Me parece que el Sr. Tomás Izaguirre tiene fe en el genero humano y particularmente en los jóvenes. Apelar a la consciencia humana para que exista una coherencia entre el pensar y el actuar es valorar la verdad como un absoluto con valor en sí misma. Yo concuerdo con las palabras expresadas referentes al “sacrosanto capricho” porque no podemos ser humanos regidos por el cerebro reptiliano ó impulsivo cuando estamos dotados de un cerebro pensante que debe valorar aquello que tiene valor en sí mismo. El subjetivismo del hombre le hace creer que si el valora algo, ese algo inicia su valía. No obstante cada cosa posee un valor intrinseco a su existencia que antecede la “opinión” de alguien y no depende de la experiencia particular de un ser humano. El ser tiene su propio sentido. El agua no vale porque yo diga que vale. Vale dentro de la naturaleza y sin ellamoriríamos. De la misma forma sin los valores de solidaridad, fraternidad, verdad etc. la sociedad se destruiría. Lo que verdaderamente es de valor da plusvalía a la existencia humana de lo contrario es un anti valor.Gracias por su excelente artículo.