Valores fabricados

Dejo en paz a Protágoras, porque ya se ocupó de él Sócrates según Platón. «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son y de las que no son».
La sentencia evangélica «la verdad os hará libres» ha sido invertida por nuestro presidente así: «la libertad os hará verdaderos». Tiene una vislumbre de atrayente evidencia, y ha sido rondada muchas veces por la filosofía, aunque la semejanza textual no implique siempre identidad de sentido. El precepto pindárico (¿quién lee hoy a Píndaro?) «llega a ser lo que eres», suena casi igual: significa lo contrario. Va dirigido a los nobles, descendientes de héroes o de dioses, y se les exhorta a comportarse de acuerdo con lo que son por herencia. Los plebeyos propiamente «no son»; mal pueden llegar a serlo.

Goethe: «Conquista lo que has heredado». Ambos suponen la libertad, pues el descendiente o heredero es responsable con su conducta (y no mecánicamente) de que el proyecto de verdad que puja en el torrente de su sangre, se cumpla en ellos y los haga verdaderos. Pero este proyecto es una norma. Sólo los seres libres la tienen, y acatándola y realizándola libremente (esto es pudiendo traicionarla) llegan a su verdad. Este es el significado de las sentencias de Píndaro y Goethe; la de nuestro presidente, no. Ésta se acuesta más del lado de Marx, Nietzsche, Sartre y aun del de algún arrebato existencialista de nuestro Ortega y Gasset; no son cualesquiera compañías.

Dejo en paz a Protágoras, porque ya se ocupó de él Sócrates según Platón. «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son y de las que no son». Protágoras se aproxima, pues, al dicho presidencial, aunque sin coincidir con él del todo, porque le faltó añadir que el hombre es la medida del hombre mismo, y la obediencia a esta «libertad» o auto-medida es la que le hace verdadero.
Según Ortega, «el hombre no es nunca seguramente hombre, sino que ser hombre significa, precisamente, estar siempre a punto de no serlo». «La condición del hombre es, pues, incertidumbre sustancial». «El tigre, en cambio, está seguro de ser tigre y el pez de ser pez».

Aquí ya no hay norma o molde hacia el que hacerse, sino indeterminación (llamémosla libertad) absoluta, ni hombre verdadero que no sea hacedor de su propia figura amasando el caos de su in-destinación natural: debe auto-destinarse a ser verdadero conforme a un esquema que el mismo se fabrique.

El señor presidente, en su discurso del Desayuno de Oración, no es tan drástico. La libertad que nos hace verdaderos es la de seguir las demandas de nuestro ser individual, y no el de un código impuesto, alienante. Sartre: «mi libertad es un acto (no, por ejemplo, el modo de ser de mi voluntad) constantemente renovado, que no se distingue de mi ser (por lo tanto, me está haciendo constantemente verdadero). Es elección de mí mismo». Cualquier norma presuntamente objetiva (no la hay) sería una amenaza a la verdad de mi ser.
De Nietzsche es conocida su idea del super-hombre, osado, heroico, pues tiene que superar («transmutar») la presión de los valores impuestos por el colectivo infra-humano, capaz de crear libremente el cuadro de sus propios valores, que, a fuer de suyos lo hacen verdadero (música de Wagner, por favor). Pero si el hombre verdadero es el súper-hombre, fundamento de los valores, los valores no fundados por él no lo son, y el fundamento en el que esas nadas se han sustentado, es nada a su vez: o sea, Dios.

No hace falta decir que el señor presidente, con independencia de sus ilustres cuasi predecesores, recogió, con su buen tino y oído, la onda imperante, políticamente correcta, de la postmodernidad: el relativismo ético sin normas objetivas y universales sino surtidas, en las que nuestra libertad puede elegir las que nos hagan verdaderos y negar las que nos alienen. Elección y negación de valores son incompatibles con su objetividad y con un fundamento de ella que no sea mi propia libertad, por lo tanto, mi verdad.

El juego es entre el realismo y el nihilismo; situémoslo en otro campo: el lógico, según el cual del ser no es deducible el valor, so pena de perpetrar la famosa falacia naturalista, atisbada por Hume, formulada por R. Price, madurada por G. E. Moore: «no hay paso lógico del ser al deber o al valor», o dicho de otro modo: en el pensamiento del ser no es pensable el deber y el valor, porque son conceptos distintos. Yo invertiría la fórmula: el deber, el valor, carecen de ser. No estaría solo, aunque sí, como diré enseguida, equivocado. Heidegger (carta sobre el humanismo): «Toda valoración es una subjetivación, no deja ser a lo real» (lo hace impensable). «Pensar el ser como valor» (esto es: el valor como objetivamente siendo) es blasfemar del ser, y pensar a ‘dios’ como valor supremo (y por lo tanto como fundamento radical del valer) es degradar el ser de Dios». Esto es introducir en el ser de Dios lo que propiamente es no ser. La falacia naturalista garantiza, pues, la coherencia de la frase presidencial, que puede explicitarse así, sin falsearla: «la libertad fabricadora de mis valores me hace verdadero; es decir: acorde con mi fabricatura, la cual al no fundarse en la verdad de mi naturaleza (cosa que no hay) no puede cuajar en una objetividad, que, aunque sea obra mía, me esclavice. Al contrario, me deja libre, es decir, tal cual soy, y ser tal cual soy es ser verdadero.

Pero la falacia naturalista es a su vez falaz con la falacia de la concretez indebida; brindo esta primicia al lector que haya llegado hasta aquí. La falacia naturalista, concreta el ser tan violentamente que, sin darse cuenta, elimina o abstrae de lo real las muchas maneras que lo real tiene de darse, por ejemplo, como deber, pero también como percebe o gato.

Si el deber no es un modo de ser, no puedo percibir que me obligue, ni el percebe me guste, ni el gato me arañe.

La libertad me hace verdadero si la ajusto a los modos del ser o de verdad que son los deberes; me hace falso, si los fabrico. Es la verdad de los valores ofrecidos a mi acción el ámbito que me hace libre. Mi presunta libertad, para fabricar un ámbito o ethos subjetivo, no me hace verdadero, sino autista moral.
DOCTOR EN TEOLOGÍA Y LICENCIADO EN FILOSOFÍA
Fuente: http://www.elcomerciodigital.com/v/20100225/opinionarticulos/valores-fabricados-20100225.html

SPAIN. 25 de febrero de 2010

1 comentario Valores fabricados

  1. Marysasu

    Bueno, en un mundo fabricado…todo tiene que ser así, incluso la libertad. Porque…¿Quién es libre?

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