Bajo el nombre de “Escuela de Fráncfort” se engloban las investigaciones de un grupo de sociólogos e intelectuales que trabajaron en el Instituto de Investigaciones Sociales de Fráncfort del Meno. Entre sus representantes más conocidos estaban Theodor W. Adorno y Max Horkheimer.
El instituto, fundado en 1923, fue cerrado por los nazis en 1934 y sus científicos se vieron obligados a huir al extranjero. Algunos de ellos volvieron tras las II Guerra Mundial y restauraron la institución. En el Museo Judío de Fráncfort, una exposición vuelve la mirada hacia los años de la reconstrucción de la escuela y a la situación de los científicos que regresaron a ella tras la victoria aliada.
Un círculo intelectual muy abierto
“La verdadera intención de la exposición es mostrar la amplitud y complejidad de esta red, que no se trataba de una organización jerarquizada ni con una clara estructura, sino que era un círculo intelectual abierto y compuesto no solamente por sociólogos. Por ejemplo, el director de cine Wilhelm Dieterle pertenecía también al grupo.
Lo único que todas esas personas tenían en común es que eran emigrantes, mayoritariamente emigrantes judíos que después constituyeron una red en EE.UU. que permaneció tras la posguerra”, explicó Erik Riede, uno de los directores de la exposición.
En aquella época, el medio de comunicación esencial eran el postal. Se comunicaban mediante cartas que trataban tanto temas personales, como científicos. Cartas que contenían desde críticas cinematográficas a investigaciones sobre la actitud política de trabajadores y asalariados.
Perseguidos por los nazis
Max Horkheimer se convirtió en director del instituto en 1930.Impulsada por la sociología norteamericana, la Escuela de Fráncfort empezó en 1931 una investigación a gran escala sobre la postura de los trabajadores en la República de Weimar, en el socialismo y en la vida en general. Los primeros resultados mostraron con una aplastante claridad la poca resistencia que el movimiento obrero había opuesto al totalitario régimen de violencia.
La investigación no pudo ser nunca terminada porque poco después de la toma de poder de los nazis, el instituto fue cerrado por ser considerado “enemigo del Estado”, sus trabajadores fueron suspendidos de sus actividades y el extraordinario archivo, que contenía incontables documentos para la historia del Nacional Socialismo, fue confiscado”, explicó el sociólogo y economista Friedrich Pollock a la radio alemana en 1963, en una audición que se puede encontrar hoy en la exposición.
Aportaciones de la Escuela de Fráncfort
Los miembros de la Escuela de Fráncfort, en especial Theodor W. Adorno, fueron las mentes pensadoras de la revuelta estudiantil de 1968. La exposición de Fráncfort dirige su mirada hacia el tiempo de la reconstrucción tras la II Guerra Mundial, de la que surgieron significantes trabajos.
Por ejemplo en uno de los experimentos, 1800 personas fueron sometidas a una prueba en la que debían conversar en grupo sobre una carta ficticia de un oficial americano que describía su opinión sobre los alemanes. Los científicos analizaron tendencias de antisemitismo y totalitarismo en las respuestas.
“Se debe decir que las cifras, que aparecieron en 1955 en un libro, fueron espantosas. Sin embargo se hizo un esfuerzo por atenuar todo un poco, porque en aquella época de milagro económico éramos todos muy singulares y la superación del pasado no era todavía un tema importante en Alemania”, explica Erik Riedel.
Grandes personalidades
Aún cuando el grupo de estudiantes causó poca sensación, los investigadores se convirtieron rápidamente en apreciadas personalidades. El director del instituto, Max Horkheimer llegó a ser, en primer lugar, decano de la Facultad de Filosofía, para pasar a ser en 1951 rector de la Universidad. En 1969 se convirtió en “Hijo Predilecto” de la ciudad de Fráncfort.
Tanto Horkheimer como Adorno no investigaron en silencio, sino que hicieron públicos sus estudios y gozaron de gran presencia mediática. Ambos respondieron múltiples preguntas de la sociedad. Adorno, entre otros, también trabajó como teórico musical aunque criticó duramente la comercialización de la música y la cultura. Además también aportó un cambio en la investigación del tolitarismo.
“El punto de partida es la clásica postura marxista de que el antisemitismo es una de las contradicciones de la historia y, de hecho, se desvaneció cuando la sociedad cambió de alguna forma”.
Desde hace mucho tiempo muchos científicos, historiadores y psicólogos dieron por sentado que el antisemitismo fue solamente un detalle en la comprensión del fascismo. El odio a los judios fue centro del análisis de la Escuela de Fráncfort. Ese tema fue también muy discutido por la sociología . Sólo unos pocos de los investigadores desterrados regresaron. Se tomaron eso como un sentido del deber social para no abandonar la Alemania posterior a Hitler, aceptando el destierro de los judios como un hecho.
Editor: José Ospina Valencia
Fuente: http://www.dw-world.de/dw/article/0,,4992039,00.html?maca=spa-newsletter_sp_Titulares-2358-html-nl
ALEMANIA. 10 de diciembre de 2009