“El Comunismo es… el Sistema de la Comunidad (Gemeinschaftssystem)”
(Engels, 1845)
“El Comunismo no es un estado que debe implantarse,
un ideal al que haya que sujetarse la realidad.
Nosotros llamamos Comunismo
al Movimiento real (wirkliche Bewegung)
que anula y supera el estado de cosas actual”
(Engels&Marx, Die deutsche Ideologie, 1845-1846)
“Comunistas alemanes se reúnen cada domingo ante la Barriere du Trône, en la sala de un tabernero…
normalmente 30, muchas veces 100 0 200.
Tienen alquilada la sala. Allí pronuncian discursos
en los cuales se predica abiertamente la muerte del rey,
la abolición de todos los bienes, la eliminación de los ricos, etc. En resumen: la más horrenda e inaudita locura. Le escribo a toda prisa, con el fin de que esos Karl Marx, Moritz Hess… no continúen arrojando a la gente
joven a la desgracia”
(Informe de la Policía Secreta prusiana
en Bruselas, febrero de 1845)
Imagen: Página escrita por Marx con caricaturas de Engels del capítulo “Feuerbach”, de Die deutsche Ideologie, 1845, descubierta en el IISG en los años 1960’s.
Recordaba el viejo Engels en 1885 que “cuando en la primavera de 1845 de nuevo volvimos a encontrarnos, esta vez en Bruselas, Marx había avanzado ya hacía los principales aspectos de su teoría materialista de la Historia (materialistische Geschichtstheorie). Nos propusimos entonces la tarea de elaborar la teoría recién lograda en las más variadas direcciones… Ahora, el Comunismo ya no consistía en exprimir de la fantasía un ideal de la sociedad lo más perfecto posible,sino en comprender el carácter, las condiciones y, como consecuencia de ello, los objetivos generales de la lucha librada por el Proletariado… Nuestra intención no era, ni mucho menos, comunicar exclusivamente al mundo ‘erudito’, en gordos volúmenes, los resultados científicos descubiertos por nosotros. Nada de eso. Los dos estábamos ya metidos de lleno en el movimiento político, teníamos algunos partidarios entre el mundo culto, sobre todo en el occidente de Alemania, y grandes contactos con el proletariado organizado. Estábamos obligados a razonar científicamente nuestros puntos de vista, pero considerábamos igualmente importante para nosotros el ganar al proletariado europeo, empezando por el alemán, para nuestra doctrina.”1 ¿Cuál fue el producto de este trabajo de urbanización que debía expandirse, como afirma Engels, en múltiples Richtungen, en variadas direcciones? Un enorme manuscrito inédito titulado Die deutsche Ideologie, obra que Marx y Engels comienzan a escribir casi inmediatamente a su desembarco forzado en Bruselas, abril de 1845, y es la evolución-superación lógica tanto de los famosos Manuscritos económicos-filosóficos de 1844 como de La Sagrada Familia, escrita por ambos entre 1844-1845. La obra se transformó no solo en un ajuste de cuentas con varias tendencias filosóficas y políticas de la Alemania de la época, sino en el acta de nacimiento del propio Marxismo ya consolidado a través de un trabajo de zapa negativo, de oposición (Marx le llama den Gegensatz unserer Ansicht gegen die ideologische der deutschen Philosophie gemeinschaftlich auszuarbeiten) y lucha política-ideológica. Si consideramos la obra en cuanto al número de folios, se trata de una larga crítica al anarquismo individualista de Max Stirner (dit Johann Caspar Schmidt)2 y a los escritos del filósofo Junghegelianer Bruno Bauer de 1844-1845 (antiguo padrino académico y maestro de Marx en su etapa liberal).3 Es también un momento decisivo en una escalada en la lucha ideológica tanto contra el radicalismo liberal, el republicanismo burgués y la izquierda hegeliana. La dura polémica había sido iniciada por Bruno Bauer atacando al Comunismo y al filósofo Ludwig Feuerbach en dos artículos furibundos a lo largo de 1844: “Was ist jetzt Gegenstand der Kritik?”4, “Die Gattung und die Masse”5 y en un libro publicado en 1843: Die Judenfrage. 6 Engels y Marx le replicaron, todavía como comunistas-feuerbachianos, en Die heilige Familie y en artículos publicados en el Deutsch-Französische Jahrbüche 7; Bauer contrarreplicó, atacando ahora tanto al particularismo egoísta de Stirner como a Feuerbach (y por elevación al Comunismo) en el artículo “Charakteristik Ludwig Feuerbachs”,8 que a su vez fue acompañado por el ataque en forma de libro de Stirner, ya no sólo contra Feuerbach y el Comunismo, sino implícitamente con la posición filosófico-política de Engels y Marx reflejada en Die heilige Familie; finalmente como punto final a este rizo de lucha ideológica, Engels y Marx componen su crítica amplia y definitiva precisamente en Die deutsche Ideologie. ¿Por qué en especial Bruno Bauer y Max Stirner? El propio Engels, escribiendo con pseudónimo y en tercera persona, señalaba en un artículo de 1845 que “se ha declarado la guerra a los filósofos alemanes que se niegan a sacar consecuencias prácticas de sus teorías puras y afirman que el Hombre no tiene otra cosa que hacer que cavilar acerca de problemas metafísicos. Los señores Marx y Engels han publicado una detallada refutación de los principios sostenidos por B. Bauer y los señores Hess y Bürgers se disponen a refutar la teoría de M. Stirner. Bauer y Stirner son los representantes de las últimas consecuencias a que lleva la filosofía alemana abstracta (abstrakten) y, por tanto, los únicos adversarios filosóficos importantes del Socialismo, o, por mejor decir, del Comunismo, ya que aquí la palabra Socialismo engloba las distintas ideas confusas, vagas e indefinibles de quienes comprenden que hay que hacer algo, pero sin decidirse a abrazar sin reservas el Sistema de la Comunidad (Gemeinschaftssystem).”9 El Kommunismus es aquí definido, de manera notable, como un sistema social basado en la idea de comunidad humana.
El Socialismo Verdadero: El esfuerzo de Engels y Marx por combatir a través de la Kritik esta tendencia no parece ni exagerado, ni barroco, como sostienen muchos marxólogos. El pronóstico filosófico-político engelsiano era certero: la tendencia híbrida del socialismo verdadero, del wahre Sozialismus, tuvo una inesperada popularidad entre la clase media y la aristocracia obrera de diferentes regiones de Alemania, expandiéndose y formando varios grupos activos (los más numerosos en Westfalia, Sajonia y Berlín). Engels decidió examinar críticamente a los diferentes socialismos regionales basados en las confusas teorías de los jóvenes hegelianos y en el anarquismo de Stirner en una fecha tan tardía como 1847, escribiendo un manuscrito titulado “Die wahren Sozialisten” (“Los socialistas verdaderos”)10, posiblemente un capítulo para completar la Die deutsche Ideologie en una segunda parte, que quedó inconclusa. La importancia que le otorgaban era de tal magnitud que, como sabemos, en el mismo Manifiesto Comunista, publicado en 1848, todavía le dedican un amplio espacio al combate contra esta corriente teórico-práctica, dentro del capítulo III, apartado de los “Socialismos Reaccionarios”, tendencia que es definida así: “Los literatos alemanes procedieron con la literatura francesa profana de un modo inverso. Lo que hicieron fue empalmar sus absurdos filosóficos a los originales franceses. Y así, donde el original desarrollaba la crítica del Dinero, ellos pusieron: “expropiación del Ser Humano”; donde se criticaba el Estado burgués: “abolición del Imperio de lo general abstracto”, y así por el estilo. Esta interpelación de locuciones y galimatías filosóficos en las doctrinas francesas, fue bautizada con los nombres de “filosofía del hecho”, “verdadero Socialismo”, “ciencia alemana del socialismo”, “fundamentación filosófica del Socialismo”, y otros semejantes. 11” ¿Qué representaba y qué era exactamente el Socialismo verdadero en 1840’s? El Engels tardío lo definía en 1885 con precisión: “el ‘verdadero Socialismo’ difundido por algunos literatos, (es la) traducción de la fraseología socialista francesa al mal alemán de Hegel y al amor dulzarrón…” Es muy útil analizar estos combates perdidos de Engels y Marx pues, como tendencia ideológica básica, han demostrado ser más permanentes que su política coyuntural, y hoy podemos considerar la lógica general de su argumento con relativa independencia de la situación histórica particular que la ha nutrido. Sobre las repercusiones histórico-políticas de una ideología basada en “traducción-de-fraseología” y separación entre retórica y práctica reaccionaria, que simplemente transfiere esquemas y visiones del mundo parciales, basta recordar aquí que el sino del Marx español. El Marxismo en España se desarrolló, desde 1879, precisamente bajo la nefasta influencia y deformación de un Marx descafeinado, en su peor versión francesa (bajo la forma literaria vulgar de Jules Guesde, Gabriel Deville, Paul Lafargue, mezcla híbrida de Malthus, Ricardo y Lassalle), ya que hasta la IIº República el conocimiento adecuado y de primera mano de la obra Engels y Marx será escolar, deficiente o inexistente 11. La difusión de la obra de Marx y Engels en España, en una escala y calidad importante, se da al finalizar la dictadura de Primo de Rivera. Antes de los años 1930’s hay que hablar de una muy escasa penetración. Recién partir de una fecha tan tardía para un país europeo como 1931 es cuando puede verse la difusión de un Marx verdadero, y cuando las traducciones y ediciones experimentan “un salto espectacular”, un paréntesis muy corto interrumpido por el estallido de la Guerra Civil y la instauración de la dictadura de Franco en 1939. 12 La primera edición parcial al español de Die deutsche Ideologie fue impresa en México, es de 1938 y lleva el título de Ideología Alemana 14. En su prólogo el traductor, que usa el pseudónimo “Argos”, luego de señalar que es una traducción directa “larga y fatigosa” del alemán, diferenciándose precisamente del mutilado Marx en sus versiones francesas que inundaban mecánicamente al Socialismo hispano, afirma que: “’Feuerbach’ constituye el primer fragmento de la Ideología Alemana, obra de polémica y exposición doctrinaria, escrita conjuntamente por Marx y Engels, en Bruselas, de 1845 a 1846. Esta obra no llega a publicarse en vida de sus autores. Aparece por primera vez en 1932, en la edición de sus obras completas, publicada bajo los auspicios del Instituto Marx-Engels-Lenin, de Moscú. Forma el tomo V de dicha edición.” Es sintomático que el anónimo (y esforzado) traductor subrayara una y otra vez que su Marx estaba directamente volcado del alemán… lo que evitaba la contaminación ideológica del transfert francés. La lucha contra las formas diversas históricamente del wahre Sozialism no es simplemente un dato arqueológico ni de corrección filológica, sino una tarea pendiente y actual, y es en este contexto que toma importancia para nuestra posteridad una obra como Die deutsche Ideologie (DI). El desacuerdo básico en 1845 era contra una tendencia política que sostenía una estrategia ultrarrevolucionaria, aplicando a la coyuntura una táctica sectaria y reaccionaria, o sea: una teoría abstracta intransigente, deducida de trasplantar mecánicamente textos importados y generados en otra coyuntura social, pero que se traducía en una praxis reaccionaria. El resultado no podía ser más nefasto: unas precarias ideas teóricas ya desfasadas de su fase histórica material concreta, que generaban desviaciones prácticas como resultado lógico.
Si existía una sensible carencia en el desarrollo intelectual de Marx ésta era la ausencia de un editor confiable en casi todas las etapas de su vida. Las tratativas editoriales sobre la publicación de DI las llevaba el camarada Joseph Weydemeyer, ya que las editoriales de la izquierda hegeliana se negaban a publicar una crítica tan radical a tres grandes luminarias de los Junghegelianer, como Bruno Bauer, Ludwig Feuerbach y Max Stirner. Había convencido en Westfalia a dos simpatizantes comunistas ricos, Julius Meyer y un tal Rempel, dispuestos a adelantar el dinero necesario para una casa editorial. Tenían el plan de invertir el capital en la infraestructura mínima y la edición inmediata de tres obras: la Die deutsche Ideologie, la biblioteca de autores socialistas pensada por Engels y Marx y una revista político-filosófica trimestral bajo la dirección de Engels, Hess y Marx. Al llegar la hora de desembolsar, los dos capitalistas se retiraron, surgiendo dificultades económicas y financieras que, en irónicas palabras de Mehring, “vinieron a paralizar en el instante preciso su espíritu de sacrificio comunista. 15” Weydemeyer siguió ofreciendo la DI a diferentes editores en toda Alemania, que la fueron rechazando. Solo quedaba para el manuscrito la voracidad de los ratones y el injusto olvido.
El primer borrador de la Die deutsche Ideologie (DI) fue escrito de puño y letra por Engels, y luego revisado y modificado tanto por Marx como por Engels, por lo que la pertenencia a un autor determinado es ya complicada. El folio en formato alemán (Bogen) fue dividido en dos columnas, texto básico en la izquierda y correccionas&adiciones en la derecha, con la famosa e ilegible letra manuscrita de Marx bien visible. Según algunos biógrafos de Engels, “mucho más de la mitad del manuscrito que ha llegado hasta nosotros, una parte como borrador y otra puesta a limpio, aparece escrita de puño y letra de Engels, con correcciones e intercalaciones de Marx… Sin embargo, los manuscritos por sí solos, la mano que los escribió, no ayudan, en este caso, a identificar la paternidad de las distintas partes de la obra. Como la letra de Marx eraverdaderamente ilegible y la de Engels, en cambio, muy clara, muchas veces éste no se limitaba a sacar en limpio las partes ya redactadas, sino que tomaba también la pluma para registrar sobre el papel, en una primera versión, las ideas previamente discutidas. Y no cabe duda de que, siendo él el más suelto y expeditivo de los dos, se encargaría de redactar por sí y ante sí, para ganar tiempo, tal o cual capítulo de la obra. 16” Mehring, el biógrafo de Marx conocido como el “Lenin alemán”, señalaba en 1918 que la DI merecía el olvido ya que “si ya su polémica de fondo, ya un acaso demasiado a fondo, con los hermanos Bauer (La Sagrada Familia de 1844), era difícilmente digerible para el lector, estos dos nutridos volúmenes, de unos cincuenta pliegos en total, se les habrían hecho todavía de más difícil inteligencia. Años más tarde Engels había de decir, cogiéndose a la memoria, que solamente la crítica dedicada a Stirner abarcaba, por lo menos, tanto espacio como el libro del propio autor criticado, y los fragmentos que luego se publicaron prueban que la memoria no lo engañaba. Trátase… de una prolija superpolémica, y aunque no falte algún que otro oasis en el desierto, el follaje no abunda. Allí donde aparece la agudeza dialéctica de los autores, es para degenerar en seguida en minucias y alardes pedantescos, a veces bastantes mezquinos.” Ya podemos ver, en la misma hagiografía del movimiento, la tendencia a construir un Marx irreal, la tendencia instintiva de erigir un Marxismo unitario, cerrado y canónico, cuyos textos serán desmembrados y adaptados a las exigencias del momento, ya sea a la razón de partido o arcano de estado. El caso se agravaba porque este common sense venía en apariencia legitimado por el veredicto de autoridad del propio Engels. La autoridad razonada del “Socialismo Científico” era invocada para fortalecer las demandas espontáneas de justicia social de los trabajadores de Alemania y Europa. Lo menos importante era conocer y entender a Marx.
La vulgata marxista ¿problemas editoriales-políticos o políticos editoriales?: la DI tuvo un azaroso derrotero editorial, tortuoso camino en su difusión y recepción, como premonitoriamente había anticipado el filósofo Antonio Labriola a fines del siglo XIX: “muchos de los fogosos renovadores del Mundo… se proclamaron seguidores de las teorías marxistas, tomando por bueno el Marxismo más o menos inventado por los adversarios.” La obra de Marx, incompleta y aún por conocer, sufrió, a partir precisamente de la muerte de Marx (1883), un violento proceso de falsa sistematización y vulgarización. Un fórceps teórico-ideológico por las crecientes urgencias del crecimiento de un movimiento sindical y político maduro en la propia Alemania. El centro de esta irradiación ideológica era sin lugar a dudas el SPD, el partido-guía alemán, incluso para el mismo Lenin hasta 1908, que aparentemente guardaba con celoso espíritu el núcleo marxista de sus fundadores. Como rezaba un motto de la época, el Sozialdemokratische Partei Deutschlands era considerado en todo Occidente como “la joya de la organización del proletariado consciente” 17. Había razones plenamente materialistas además del idioma para esta hegemonía: en primer lugar el SPD era el albacea testamentario de las obras publicadas y del valioso Nachlass inédito de Engels y Marx (salvo textos menores y correspondencia marginal); el acuerdo testamentario de Engels de sus libros, cartas y manuscritos propios y de Marx es del 29 de junio de 1893 a favor de los presidentes del partido, August Bebel y Paul Singer. En segundo lugar desde 1897 el SPD era co-propietario de la editorial Dietz (editora de los pocos textos publicados hasta entonces de Engels y Marx) y a partir de 1906 asume íntegramente la propiedad de la misma, teniendo monopolio absoluto y control dictatorial en cuanto al acceso como a la difusión de la obra marxiana. El SPD de esta manera controlaba toda la línea de producción, desde las fuentes primarias, la selección y edición, hasta la distribución de lo que se podía o no conocer de Marx, base indispensable para la consolidación del llamado “Kautskismo”. Es lógico definir esta versión de Marx, que nos ha llegado intacta hasta nuestros días, como “Marxismo de la Segunda Internacional” o incluso algunos le llaman directamente Kautskismus, por derivación de Karl Kautsky, el Papa ideológico del socialismo europeo entre 1890 y 1933. 18 Fue Kautsky quién creó el primer órgano del Marxismo teórico, la revista Neue Zeit, en 1883. Según el hijo de Kautsky, Benedikt, Engels había logrado con los fragmentos sueltos que dejó Marx comenzar la construcción de un sólido y unitario edificio teórico, y su padre habría logrado, después de la muerte de Engels en 1895, “hacer un Sistema orgánico que en verdad representaba por primera vez al Marxismo. 19” Fue entonces, por primera vez, cuando de modo decidido, violento e ideológico algunos marxistas negaron a otros marxistas su calidad de ser, y viceversa; aparecieron adjetivos y calificaciones caricaturescas al lado del término “Marxismo” (entrecomillado). Teniendo como línea de demarcación y centro de oscilación ideológica este “Sistema orgánico” apadrinado por Engels y formalizado por Kautsky, se podría ser pseudomarxista, marxista de palabra, marxista ortodoxo, exmarxista, o lo peor, renegado (de derecha o de izquierda).
Escolásticamente se debatía (positiva o negativamente) sobre un Marx irreal e incompleto, el Marx precisamente fijado como “Sistema orgánico” en el Kautskismus, en el cual el conocimiento adecuado, la interpretación adecuada de su compleja obra, era lo de menos. Marx se metamorfosea en una teoría post festum, una enciclopedia de datos con una concepción evolucionista y tecnocrática de la Historia: es funcional al autoconservación y legitimación de organizaciones burocráticas obreras y populares. No nos extrañe el bajo conocimiento de la obra de Marx entre sus militantes y cuadros dirigentes 20. La expresión práctica de este Marxismo “desnaturalizado” quedó plasmado en el mítico programa de Erfurt, modelo para toda la Socialdemocracia europea durante los próximos cincuenta años 21.
¿Se conocía en realidad bien la obra de Marx, incluida La Ideología Alemana, después de su muerte? A la muerte de Marx, Engels se transformará en su primer editor, enfrentándose con este gigantesco filón de manuscritos codificados en la minúscula letra característica de su amigo y con cuidado trató de salir del problema, preparando la edición de los tomos restantes de El Capital. Una de las razones que esgrimía Engels para no trasladarse a Alemania, tal como se lo pedían desde el recién creado SPD, era su deseo de completar el trabajo de edición del Nachlass de Marx que se encontraba en Londres. Como una especie de Theofrasto moderno, Engels, con 62 años, se ocupó del desciframiento y edición de los manuscritos de su compañero, temiendo no concluir con esa misión, pues, como le confesara a Lavrov por carta: “…soy el único ser viviente que puede descifrar esa escritura y esas frases abreviadas…”22. Es curioso que Engels, incluso con Marx en vida, había vislumbrado su papel de editor póstumo, ya sea por las limitaciones del propio Marx, ya por conocer el ritmo del trabajo de su amigo; recién fallecido Marx, Engels confesaba a Sorge que era mejor que se lo hubiera llevado la muerte, ya que: “…vivir teniendo ante él numerosos trabajos inacabados, devorado por el ansia de acabarlos y la imposibilidad de conseguirlo —esto le hubiera sido mil veces más doloroso que la dulce muerte que se lo ha llevado.”23 Al morir Marx surgió inmediatamente la idea de unas obras completas, que incluyeran todos sus trabajos juveniles, a pesar del desdén oficial del SPD y sus ideólogos. En un año tan temprano como 1883, la socialdemocracia rusa reunida en el Congreso de Copenhague realizó un llamado al SPD alemán para iniciar una edición popular exhaustiva 24. Un año más tarde, abril de 1884,el propio Engels le comenta la misma necesidad a Rudolf Mayer, hablando de una edición lo más completa posible de los ensayos dispersos de Karl Marx: “…Gesamtausgabe von Marxens zerstreuten Aufsätzen…”.25 En mayo de 1885 es Hermann Schülter, responsable del diario socialdemócrata suizo Sozialdemokrat, quién le propone a Engels un plan de editar un tomo de compilación de escritos inéditos de Marx, que incluyera los de juventud, dentro de una futura serie titulada “Sozialdemokratische Bibliothek” 26. Otro visitante ruso en Londres, Voden, precisamente del grupo de Plejanov, que presionaba para editar todas las “viejas cosas” de Marx, le invitó Engels a ver los manuscritos con una gran lupa. Voden leyó el capítulo de la Die deutsche Ideologie, “Sankt Max” (el Anti-Stirner)27, una versión más extensa de la Kritik a la filosofía del derecho hegeliana y otras partes de la Die deutsche Ideologie (las partes contra Bruno Bauer), y comprobó horrorizado lo difícil que era “descifrar los originales de Marx, cuya caligrafía me hicieron comprender la desesperación de sus profesores en la época de Tréveris”. Al mismo Voden le explicó su dilema el viejo General: “¿debería emplear el resto de su vida en publicar viejos manuscritos del trabajo publicista de los años 1840’s, o bien debería (después de haber publicado el tercer tomo de Das Kapital) editar los manuscritos de Marx sobre la historia de las teorías de la plusvalía?”28 En ese mismo encuentro Voden descubrió cierta aprensión de Engels hacia el Nachlass juvenil de Marx, incluida la Die deutsche Ideologie: “Nuestra siguiente charla giró en torno a los primeros escritos de Marx y Engels. Al principio, Engels pareció algo turbado de que yo mostrara mi interés por ellos… Engels preguntó cuáles eran los primeros escritos que le interesaban a Plejánov y sus seguidores y cuál era la razón de su interés. En su opinión tendría que ser suficiente el fragmento sobre Feuerbach, que él consideraba el más sustancioso de aquellas ‘viejas cosas’… Aproveché para volver sobre los primeros escritos de Marx, rogando a Engels que por lo menos arrancara los más importantes de un olvido inmerecido. Afirmé que las ‘Tesis sobre Feuerbach’ no eran suficientes. Engels contestó que para poder penetrar en aquellas ‘viejas historias’ era imprescindible estudiar al propio Hegel, cosa que hoy en día ya no era asunto de cualquier persona.” Pareciera que Engels o bien no tuviera tiempo para publicar todo el Marx disponible y desconocido o bien considerara al Nachlass, en el contexto del espectacular crecimiento electoral del SPD, de poca significancia práctica y limitado alcance ideológico.
Sostenía que aunque su contenido tuviera algún interés, su estilo semihegeliano, que ambos utilizaban en ese período, hacia esos textos intraducibles y, aparte, al estar escritos en alemán y con connotaciones culturales precisas, “habían perdido gran parte de su significado” 29. Engels, por ejemplo, se resistió a una traducción francesa del trabajo Kritik: Einleitung de 1857, y lo mismo con la edición de la correspondencia, el Briefwechsel von 1853, cuyo lenguaje calificaba como de “incomprensible” para el lector medio 30.
Engels falleció en 1895, dejando su misión inconclusa, que él mismo calificó irónicamente como de “mera selección” entre las diferentes versiones y diferentes redacciones trabajadas por Marx, sirviéndole de base siempre la última redacción disponible cronológicamente y cotejándolas con todas las anteriores. Es evidente que salvo raras y fortuitas excepciones (como el caso del capítulo “I. Feuerbach” de la Die deutsche Ideologie), Engels privilegió, casi exclusivamente, el trabajo editorial y de popularización en torno a la obra de crítica de la economía política y Das Kapital. Sabemos que esta obsesión engelsiana se debía al intento de realizar una obra orgánica y en lo posible, completa y sin fisuras, que pudiera enfrentarse la serie de críticas que surgían desde círculos burgueses, economistas neoclásicos y la academia. De esta manera finalizó la primera operación editorial sobre los manuscritos de Marx, realizada por aquel que siempre se consideró el “segundo violín”. Fue durante este trabajo de edición que polémicamente se constituyó el Marxismo como doctrina, lo que podría dar una hipótesis plausible de hasta qué punto y en qué medida tales presiones “políticas” externas influyeron sobre el propio trabajo editorial de Engels 31. El único fragmento juvenil de Marx que Engels dio a luz de la Die deutsche Ideologie fue “I. Feuerbach”32, que ahora sabemos fue cuidadosamente “editado” cuando apareció en 1888 como apéndice la edición en forma de libro de su artículo “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana” 33. El Engels tardío se encuentra en medio de una situación histórica inédita, que le exige nuevas tareas dentro de su trabajo ya no de difusión, sino de polémica “defensa” del legado de Marx.
1. Engels, Friedrich; “Zur Geschichte des Bundes der Kommunisten”, en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 2, (Karl) Dietz Verlag, Berlin-DDR, 1971, p. 212 (pp. 206-224); en español: “Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas», en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich, Obras escogidas, vol. III, Editorial Progreso, Moscú, 1974, p. 184-202.
2. La mejor biografía sobre Stirner sigue siendo la de un admirador, el poeta anarquista escocés John Henry Mackay: Max Stirner: His Life and His Work, e.a., Berlin, 1897. Más actual: David Leopold Stirner: ‘The State and I’ Max Stirner’s Anarchism”, en: The New Hegelians. Politics and Philosophy in the Hegelian School; Edited by Douglas Moggach, Cambridge University Press, Cambridge, 2006, p. 176 y ss. Stirner no solo es considerado como uno de los más grandes teóricos del anarquismo individualista, sino además un antecesor fundamental del egoísmo nihilista de Nietzsche; existe una gran polémica sobre la influencia oculta o vergonzosa de sus ideas en la obra nietzscheana desde fines del siglo XIX; véase un clásico: Levy, Albert; Stirner et Nietzsche, Societé Nouvelle de Librairie et d’Édition, Paris, 1904; más actual: Brobjer, Thomas, H.; “Philologica: A Possible Solution to the Stirner-Nietzsche Question”; en: Journal of Nietzsche Studies 25 (1), 2003, pp. 109-114. La mayoría de las compilaciones de textos anarquistas incluyen extractos de Der Einzige und sein Eigentum, como por ejemplo la de Irving L. Horowitz, ed., The Anarchists, Dell, New York, 1964; o la de George Woodcock, ed., The Anarchist Reader, Harvester Press, Hassocks, 1977.
3. Sobre Bruno Bauer, véase el reciente libro de Douglas Moggach; The philosophy and Politics of Bruno Bauer; Cambridge University Press; New York, 2003; sobre las relaciones Bauer-joven Marx, nos permitimos remitir al lector a nuestro artículo: “Marx, lector anómalo de Spinoza. (IV)”, on-line en Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=106904
4. Bauer, Bruno; “Was ist jetzt Gegenstand der Kritik?”; en: Allgemeine Literaturzeitung, Monatsschrift, hg. v. Bruno Bauer, Verlag v. Eckbert Bauer, Charlottenburg, Juni 1844 (Nr. 8) pp. 18-26, ahora re-impreso como: Bauer, Bruno; Feldzüge der reinen Kritik, Nachwort von Hans-Martin Sass, Frankfurt/M, Suhrkamp Verlag, 1968, pp. 200-212.
5. Bauer, Bruno; “Die Gattung und die Masse”; en: Allgemeine Literaturzeitung, Monatsschrift, hg. v. Bruno Bauer, Verlag v. Eckbert Bauer, Charlottenburg, September 1844 (Nr. 10); pp. 42-44; ahora re-impreso como: Bauer, Bruno; Feldzüge der reinen Kritik, Nachwort von Hans-Martin Sass, Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main 1968, pp. 213-223.
6. Bauer, Bruno; Die Judenfrage, Friedrich Otto Verlag, Braunschweig, 1843.
7. En especial a través de otro texto seminal de Marx, poco conocido e interpretado, hablamos de “Zur Judenfrage”, publicado en: Deutsch Französische Jahrbücher, 1. Doppellieferung, Februar 1844; ahora en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 1, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp. 347-377. En español: Marx, Karl; “Sobre la Cuestión Judía”, en: Escritos de Juventud, FCE, México, 1982, p. 461-490.
8. Bauer, Bruno; “Charakteristik Ludwig Feuerbachs”, en: Wigands Vierteljahrschrift III, 1845, pp. 86–146.
9. Engels, Friedrich; “Rapid Progress of Communism in Germany. III”, en: The New Moral World, Nº 46, 10, may, 1845; en alemán como: “Rascher Fortschritt des Kommunismus in Deutschland. III”, en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 2, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp.515-520; en español: Engels, Friedrich; Escritos de Juventud, FCE, México, 1981, pp. 254-258.
10. Engels, Friedrich; “Die wahren Sozialisten”, escrito entre enero y abril de 1847; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 4, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp. 248–290. Véase la carta de Engels a Marx del 15 de enero de 1847. Fue publicado por primera vez por David Riazanov en la edición MEGA (I) en 1932.
11. Engels, Friedrich/ Marx, Karl; Manifest der Kommunistischen Partei, “c) Der deutsche oder ‘wahre’ Sozialismus”; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 4, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp485-488; en español: Marx, Carlos/ Engels, Federico; Manifiesto del Partido Comunista, “El socialismo alemán o el socialismo ‘verdadero’” en: Marx, Carlos/ Engels, Federico; Obras Fundamentales. Los grandes fundamentos, (4), II, FCE, México, 1988, p. 299.
12. El máximo nivel de Marxismo teórico de la época anterior a la Guerra Civil lo marca la obra del más destacado de los marxistas españoles, Joaquín Maurín. Sobre el tema de la difusión de Marx en España: Pedro Ribas Ribas; La introduccion del Marxismo en Espana (1869-1939). Ensayo bibliográfico, Ediciones de la Torre, Madrid, 1981; véase además: “Bibliografía hispánica de Marx (1869-1939)” y “Análisis de la difusión de Marx en España”, en: Anthropos. Marx en España, 100 años después, 33-34, extraord. 4, 1984, pp. 29-53 y 58-63 respectivamente. En realidad, podemos decir que todas las versiones de Marx que se popularizaron y reprodujeron en España tenían la mediación ideológica del Marx francés: “Para los socialistas españoles la ortodoxia está en el partido dirigido por Guesde y Lafargue… todas las nociones y teorías se leen en francés, en Guesde, en Lafargue, en Deville, y también en los maestros Marx y Engels, menos leídos y acaso más tarde.”, señala José Morato, en: El partido socialista obrero, Ayuso, Madrid, p. 78. No es casualidad que Perry Anderson hablara del enigma histórico español en el caso del conocimiento científico de Marx y en la generación de teóricos marxistas: “The Spanish case, however, remains an important historical enigma. Why did Spain never produce a Labriola or a Gramsci?…”; en: Considerations on Western Marxism, London, 1976, p. 28, note 4; en español: Consideraciones sobre el Marxismo Occidental; Siglo XXI, México, p. 40, nota 4. El diario teórico del PSOE, El Socialista, el mayor vehículo de difusión hasta bien entrado los años 1920’s del Marxismo en español, traducía sistemática y mecánicamente los artículos de fondo del guesdista Le Socialiste o de L’Egalité; veáse: Santiago Castillo, “De El Socialista a El Capital (Las publicaciones socialistas, 1886-1900)”, en: Negaciones 5, 1978, p. 42 y ss.
13. Como lo señala Pedro Ribas, ibidem, p. 332 y ss. A una conclusión semejante llega E. Lamo de Espinosa: “Lo primero que nos llama la atención es que, a pesar de lo temprano que se introdujo el Marxismo en España -suele señalarse la fecha de 1871, años en que Lafargue llegó a España-, no puede hablarse de tradición teórica marxista y toda la producción intelectual en este sentido es relativamente pobre.”, en: Filosofía y política en Julián Besteiro, Editorial Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1973, p. 182 y ss.
14. Marx, Carlos/ Engels, Federico;Ideología Alemana; Traducción de Argos, Ediciones Vita Nuova, México, 1938.
15. Mehring, E., Franz; ibidem, p. 133-134.
16. Mayer, Gustav; Friedrich Engels. Una biografía, FCE, México, 1978, p. 227. La obra es original de 1919. Sobre la figura del historiador y militante socialdemócrata Mayer, véase: Gustav Mayer: als deutsch-jüdischer Historiker in Krieg und Revolution, 1914-1920. Tagebücher, Aufzeichnungen, Briefe; Hrg. Gottfried Niedhart, Oldenbourg Wissenschaftsverlag, München, 2009.
17. Véase el bello trabajo de Georges Haupt: “El partido-guía: la irradiación de la Socialdemocracia alemana en el Sudeste europeo”, en: El historiador y el movimiento social, Siglo XXI, Madrid, 1986, p. 103-145; también los trabajos de Eric J. Hobsbawm: “La difusión del Marxismo (1890-1905)”, en: Marxismo e Historia Social, Universidad Autónoma de Puebla, México, 1983, pp. 101-128 y “Las vicisitudes de las ediciones de Marx y Engels”; en: Historia del Marxismo. El Marxismo en los tiempos de Marx (2); Bruguera, Barcelona, 1979, pp. 298 y ss.; y la colaboración de Franco Andreucci: “La difusión y vulgarización del Marxismo”, en: AA. VV.; Historia del Marxismo. El Marxismo en la época de la IIº Internacional (1); 3, Bruguera, Barcelona, 1980, pp. 13-88.
18. Sobre el Kautskismo como ideología funcional a la táctica parlamentaria y basada en un bizarro “radicalismo pasivo”, véase: Matthias, Erich; “Kautsky y el Kautskismo. La función de la ideología en la Socialdemocracia alemana hasta la Primera Guerra Mundial”, en: Kautsky, Karl; La Revolución Social. El camino al Poder; Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1978, pp. 7-50. Sobre la “integración negativa” y el mecanismo ideológico de Attentismus en la Socialdemocracia, el trabajo de Dieter Groh: Negative Integration und revolutioniirer Attentismus: Die deutsche Sozialdemokratie am Vorabend des Ersten Weltkriegs, Propylaen Verlag, Frankfurt/Main-Berlin-Wein, 1973; y el de Guenther Roth: The Social Democrats in Imperial Germany. A Study in Isolation and Negative Integration, Bedminster Press, Totowa: 1963.
19. Advertencia preliminar en: Kautsky, Benedikt (Hrsg); “Ein Leben für den Sozialismus. Erinnerungen an Karl Kautsky; J.H.W. Dietz, Hannover, 1954, p. 8 y ss. Sobre el Marxismo como ideología segundointernacionalista, véase: Gustafsson, Bob; Marxismo y Revisionismo; Grijalbo, Barcelon, 1975
20. Según una propia estimación de 1905, apenas el 10% de los afiliados al SPD poseía algún conocimiento básico de los pensamientos de Engels o Marx; véase: Kosiol, Alexander; “Organisationen für die theoretische Bildung der Arbeiterklasse”; en: Die neue Zeit: Wochenschrift der deutschen Sozialdemokratie; 24. 1905-1906, 2. Bd., 1906, H. 28, pp. 64-69; ahora on-line: http://library.fes.de/cgi-bin/neuzeit.pl?id=07.05884&dok=1905-06b&f=190506b_0064&l=190506b_0069
21. Sobre el contexto político e ideológico de la elaboración del programa de Erfurt, véase: Carl E. Schorske; German social democracy, 1905-1917: the development of the great schism, Harvard University Press, Harvard, 1955, p. 2 y ss.
22. Carta de Engels a Lavrov, 5 de febrero de 1894.
23. Carta a Sorge, 15 de marzo de 1883.
24. El capítulo III de Die deutsche Ideologie.
25. Se trata del periodista alemán Alexis Voden, “Talks With Engels”, en: AA. VV.; Reminiscences of Marx and Engels, Foreign Languages Publishing House, Moscow, 1957, p, 325-333.
26. Carta de Engels a FlorenceKelley-Wischnewetzky, del 25 de febrero, 1886, en: MEW, Band 36, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, p. 452. Aunque la afirmación de Engels se refiere a la re-edición de una obra específica, Die Lage der arbeitenden Klasse in England de 1844, esta idea la traslada a los escritos juveniles de Marx.
27. Carta de Engels a la hija de Marx, Laura Lafargue, 14, octubre, 1893, en: MEW, Band 39, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, p. 146; y carta de Engels al líder del SPD, Wilhelm Liebknecht, 18, diciembre, 1890, MEW, Band 37, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, p. 527;
28. Tal la pregunta que se hace Rubel, concluyendo que “Marxismo” es un término abusivo y que Engels a través de su trabajo de sistematización y divulgación es el primer “marxista”. “En la historia del Marxismo como culto de Marx, Engels ocupa el primer plano”, en: “La leyenda de Marx o Engels como fundador (1972)”, ahora en: Marx sin mito, Octaedro, Barcelona, 2003, p. 31. Véase el trabajo de Terrell Carver: Marx&Engels. The intellectual Relationship; Indiana University Press, Bloomington, 1983, en especial el capítulo 5, “Second Fiddle?”, p. 118 y ss., a la misma conclusión llega en un otro trabajo: “Engels was the first Marxist, and he had a defining influence on Marxism.”; en: Engels: A Very Short Introduction; Oxford University Press, Oxford, 2003, p. 38 y ss.
29. Marx, Karl; “Thesen über Feuerbach”, en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 3, Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1969, p. 533 y ss..
30. Engels, Friedrich: “Ludwig Feuerbach und der Ausgang der klassischen deutschen Philosophie”; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 21, Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1975, pp. 263/264;
Fuente: Nicolás González Varela
SPAIN. Octubre de 2011