Un apostol para los ateos. Por Alessandro Caviglia Marconi

Comentario al libro de Ole Løland

El martes 7 de noviembre se presentó en la Pontificia Universidad Católica del Perú el libro de Ole Jakob Løland, titulado “El apóstol de los ateos”. Por invitación de Raúl Zegarra, se me encargó hacer un comentario en la mesa de ese día. Aquí les comparto el texto que preparé para la ocasión.

“Quiero comenzar mi intervención en este evento agradeciendo al Dr. Raúl Zegarra por la gentil invitación y al Dr. Ole Jakob Løland por las ideas que ha aportado a nuestra reflexión de hoy. El libro que nos reúne esta tarde, “El apóstol de los ateos” tiene como subtítulo “Pablo en la filosofía contemporánea”. Con ello, el autor nos conduce directamente a la relación entre la filosofía y la teología a propósito de los textos de Pablo de Tarso. En ese sentido, comenzaré mi intervención reflexionando sobre dicha relación (1). Dado que fue Friedrich Nietzsche quien trae a Pablo a la discusión filosófica contemporánea, resulta necesario decir algo sobre su posición respecto a la figura del apóstol y sobre los efectos que genera en filósofos ateos contemporáneos (2). Finalmente, como la conexión entre filosofía y psicoanálisis se ha tornado relevante en esta manera, acusaré la recepción entre la relación entre la ley, el pecado, la gracia y la justicia (elementos centrales en Rom. 7) con el impacto del psicoanálisis en filósofos contemporáneos (3).

1.- Filosofía y teología

Durante un tiempo ha sido una tendencia la ignorancia mutua entre filósofos y teólogos. Los filósofos han visto a los teólogos como presos de un mito ideológico mientras que los teólogos han visto a los filósofos con sospecha, acusándolos de mantener una relación esquiva respecto a la Verdad. La actitud de los filósofos ha sido alimentada por el peso que han tenido en la cultura intelectual los pesadores que Paul Ricouer denominó “Maestros de la sospecha”, a saber, Marx, Nietzsche y Freud. También abonó a este prejuicio contra la teología la imagen que se tenía de la Ilustración y de Immanuel Kant, la cual consiste en una concepción de la religión adversa al uso libre de la razón. Dicha imagen debe ser matizada ya que la filosofía de la religión de Kant es compleja, al igual su relación con la religión y con la Facultad de Teología en la Universidad de Königsberg.

Hay que señalar que, además, en la teología católica popular se instaló lo que podríamos llamar un “luteranismo perverso”. Así como Lutero defendía la tesis de la sola scriptura el “luteranismo perverso” instalado en ciertas variantes del catolicismo sostiene la tesis de la sola theologia, es decir, la pretensión hacer teología expulsando de su interior a las demás disciplinas, empezando por la filosofía. En nombre de este catolicismo popular se ha pretendido expulsar la mediación de la filosofía y de las ciencias de la religión en los Departamentos Académicos de Teología a fin de sobredimensionar la Teología Dogmática. El Departamento de Teología de nuestra Casa de Estudios ha defendido insistentemente la importancia de la mediación de otras disciplinas para el quehacer teológico, como, por ejemplo, las ciencias sociales. Además, en nuestro Departamento, se ha valorado el aporte las ciencias de la religión como elemento importante para la reflexión. De esta manera ha mantenido la rigurosidad de la disciplina y la debida relación de autonomía frente a la autoridad como el servicio a la Iglesia.

La creencia de que es posible, y hasta mejor, que la teología se desarrolle sin la mediación de otras disciplinas, y se enrosque en la dogmática, es ajena al mismo quehacer teológico. Desde sus inicios, la teología requirió de dichas mediaciones para evitar convertirse en lectura literal de la Sagrada Escritura. Aún hoy es posible encontrar en libros escritos por teólogos una suerte de desprecio por la filosofía, pasando las ideas filosóficas por agua tibia y desentendiéndose rápidamente de problemas que deberían tomarse en serio. Así, se desentienden de filósofos como Platón o Kant sin el debido examen de sus ideas. Eso, sin duda, no perjudica a la filosofía, sino que daña a la misma teología. Y, si bien es cierto que los filósofos han minimizado el trabajo de la teología en muchas oportunidades, es importante rescatar que en durante los siglos XIX, XX y XXI ha habido un interés de por Pablo, de lo que dan fe los trabajos de Nietzsche, Heidegger, Taubes, Badiou, Zizek y Agamben, entre otros.

El Dr. Løland representa un grupo de teólogos que, desde el principio, ha decidido tomar la filosofía en serio. El trabajo que nos ha traído nuestro invitado tiene como punto de partida la consciencia de que el aporte de los filósofos ateos que han estado trabajando los textos de Pablo no sólo representan un aporte valioso para la filosofía, sino que los teólogos (y, entre ellos, los especialistas en Pablo) podrían nutrirse con los aportes de estos filósofos. Incluso, las reflexiones de los filósofos sobre el epistolario paulino pueden liberar su potencial mesiánico. En la página 19 Løland, refiriéndose al trabajo de Giorgio Agamben, señala que “afirma que solo ahora, dos mil años después, nos ha sido posible comprender el verdadero significado que encierran las cartas de Pablo” (2023, p. 19). Y, seguidamente, explica que:

“según Agamben, estas [las cartas de Pablo] han alcanzado un mayor nivel de legibilidad. Los dos mil años de monopolio eclesiástico ejercido sobre la exégesis de las cartas han aplastado el mesianismo judío que palpita en el epistolario paulino. Pero ahora, por fin, ha llegado la hora de estos textos. Y no son rehenes de lo que Agamben llama los estrechos marcos interpretativos de la Iglesia: si hemos de creer al filósofo italiano, su potencia mesiánica, en tanto resistencia al orden de cosas existente, se está desplegando nuevamente” (2023, pp. 19-20).

De esta manera, el potencial mesiánico liberado de las cartas de Pablo significa como crítica y resistencia frente al orden establecido en la sociedad, en vez de ser visto como un elemento que refuerza el poder imperante.

2.- Nietzsche

La acusación de Nietzsche a Pablo consiste en señalar que con él se traicionó el espíritu fresco y crítico de Jesús y se consolidó un “platonismo popular” que ha servido para domesticar a las masas y hacer triunfar la moral de los esclavos sobre la moral de los hombres fuertes y virtuosos por naturaleza. Así, la popularidad de la distinción platónica entre el cuerpo y el alma se tornaría popular entre los esclavos de la época y se institucionaría rápidamente. Ciertamente, la apreciación de Nietzsche sobre Pablo incluye un juicio negativo respecto de la salud mental del apóstol. Su mirada sobre Pablo se tornó popular entre intelectuales, como Dawkins y Onfrey, quienes extraen la conclusión que el mundo sería mejor si el cristianismo, y la religión en general, desapareciesen. Pero, para los filósofos ateos más agudos, que también han recibido la influencia de Nietzsche en cierta medida, han tenido un encuentro diferente del epistolario paulino, como Badiou, Zizek y Agamben.

Como señala Løland, las bases históricas sobre las que Nietzsche elabora su imagen de Pablo han sido cuestionadas durante el siglo XX y en lo que va del XXI. Además, hay otros dos elementos más valiosos que se encuentra en la Carta a los Gálatas: la centralidad de la cruz y la idea de la resurrección de la carne. El primer elemento desbarata la idea de la instauración de un poder por parte de Pablo. Más bien, la defensa que hace Pablo de la centralidad de que la cruz es un elemento importante para la fe cristiana lo convierte en objeto de escarnio entre los agentes de su entorno. A su vez, la proclamación de la resurrección de la carne va a contrapelo de la doctrina clásica de Platón. Para el filósofo ateniense el alma tiene un signo positivo ya que antes de caer en el cuerpo se encontraba contemplando el mundo de las ideas. Por medio del mito de la caída, Platón procura explicar la razón de por qué el cuerpo tiene un signo negativo y es la causa del alejamiento del bien que sufre la persona. Tanto en Platón como en Aristóteles, todo el orden de las cosas tiende teleológicamente hacia su perfeccionamiento, con excepción del ser humano. Y, esto se explicaría por el mito de la caída.

Si bien este mito puede tener aún eco en un neoplatónico como San Agustín, no se encuentra en Pablo. La «resurrección de la carne» supone una valoración positiva del cuerpo. El cuerpo no es la causa del pecado, sino que ésta se haya en el carácter de la voluntad que conduce a la persona ha hacer el mal que no quiere en vez del bien que quiere. Se trata, pues de una voluntad dividida, en la que una parte quiere hacer el mal y otra quiere obrar de acuerdo con el bien. Esto también se puede entender como la debilidad de la voluntad, pero Rom. 7 aclara el asunto al establecer la conexión entre la exigencia de cumplir con la ley y el pecado.

3.- Romanos 7 y la justicia política

En el capítulo 7 de la Carta a los Romanos Pablo desarrolla una reflexión sobre lo que sucede con la voluntad cuando entra en escena la ley. Puesto que el Dr. Løland ha desarrollado esto en su presentación esta tarde, yo me centraré en una cuestión que requiere mayor reflexión aún. Me disculparán si saco mi arsenal kantiano mediado por la concepción de la justicia política de Rawls. La cuestión es la siguiente. La conversión de Pablo a causa del llamado de Cristo cuando se encontraba camino a Damasco coloca al apóstol entre dos orillas. De una parte, se encuentra la ley judía y, por la otra la gracia y el amor de Cristo. La ley lo ata psicológicamente a la trasgresión de la ley. En cambio, la gracia y el amor de Dios manifestado en Jesús lo conduce al encuentro gratuito con el otro en la justicia y el amor. Todos entendemos perfectamente que la ley y la justicia no son lo mismo, ya que, si lo fuesen, la reforma social y política no tendrían sentido, y menos aún la revolución social y política. Pero tampoco son lo mismo la concepción ética de la justicia y la concepción política de la misma.

La confusión entre ambas concepciones de la justicia tiene su causa en el giro hermenéutico que ha tomado la teología durante el siglo XX y XXI. Este giro tiene su razón de ser. En tanto que reflexión sobre la fe, la teología ha comprendido que su objeto de estudio es el contenido de lo que Rawls denomina «doctrinas comprehensivas» y lo que, desde la tradición que viene de Theodore Adorno a Rahel Jeaggi, se conoce como «forma de vida». La vivencia de la fe en las comunidades cristianas incluye una concepción de la justicia que se nutre de las Escrituras y que es de índole ética. La reflexión, cifrada en términos de interpretación y exégesis, conduce a la teología a explorar esa concepción ética de la justicia y a desentenderse de la concepción política de la misma. Esto es así porque su marco interpretativo no le permite comprender suficientemente a la comunidad cristiana que ella es una institución de la sociedad civil al interior de la sociedad contemporánea marcada por el hecho del pluralismo. Ello ha colocado a la comunidad cristiana hasta qué punto su posición tiene validez en una esfera pública organizada bajo los parámetros de una sociedad secularizada ilustrada por la experiencia de la postsecularización.

Notas

Alessandro Caviglia Marconi es Filósofo. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

Fuente? https://caviglia.lamula.pe/2023/11/19/un-apostol-para-los-ateos/alessandrocaviglia/

22 de noviembre de 2023. PERU

 

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