Byung – Chul Han nos ofrece su filosofía como un instrumento de primer orden para entender mejor el tiempo que nos ha tocado vivir y nos invita a reflexionar sobre él con una gran honestidad intelectual
Byung – Chul Han es un filósofo Surcoreano afincado en Alemania. Metalúrgico en Corea, hubo de engañar a sus padres, según él mismo confiesa, para poder ir a Alemania y estudiar literatura su verdadera pasión. Consiguió licenciarse en Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich, pero previamente lo había hecho en Filosofía por la de Friburgo porque leía muy despacio el alemán y “para estudiar a Hegel la velocidad no es importante. Basta con poder leer una página al día”.
Byung – Chul Han es un filósofo controvertido, buena parte de sus colegas le critican porque de toda su producción filosófica no parece que pueda extraerse ninguna idea propia y/o innovadora, pero al mismo tiempo reconocen su enorme valor como divulgador y, a través de su producción literaria su enorme capacidad para hacer un diagnóstico asequible de las enfermedades que aquejan a las sociedades modernas occidentales y analizarlas con la ayuda de conceptos que forman parte de la historia de la filosofía universal.
De los conceptos que maneja a lo largo de toda su obra, quizá el más presente y el que suscita mayor interés para caracterizar las sociedades occidentales actuales sea el concepto de negatividad de Hegel. La negatividad entendida como “lo otro”, “lo extraño”, “lo diferente”, “lo que ofrece resistencia”, “lo que perturba”, todo aquello en definitiva de lo que se alimenta la controversia que sustenta la idea misma de progreso.
La negatividad, hoy sepultada bajo toneladas de “verdades” oficiales difundidas una y otra vez hasta la náusea, que no admiten zona gris alguna y que continúan su carrera alocada hacia un ideal de positivismo que parece no tener fin.
Esta idea de un positivismo exacerbado la recrea Byung – Chul Han constantemente y la refiere a las distintas manifestaciones de la vida en nuestras sociedades. El ideal de salud son cuerpos perfectos, esculturales, sin arrugas, sonrientes, de dentaduras centelleantes, dotados para la eternidad, cuerpos que pretenden ocultar la vejez, la “fealdad” del declive, y las marcas del paso del tiempo que nos acercan a la muerte.
Del mismo modo Byung – Chul Han se detiene en la obsesión positiva y la ausencia de negatividad en el arte y sus manifestaciones, donde solo parecen existir las superficies pulidas, sin aristas, sin mancha, en las que el volumen, en cuya esencia también se hace presente lo deforme, desaparece de nuestras vidas aniquilado por el plasma.
De nuevo lo feo es expulsado de la vida cotidiana, se niega su existencia, en una exaltación exagerada de lo bello, sin advertir que lo bello es el velo que oculta lo siniestro y que cuando lo descorres te encuentra con que detrás del austriaco, el italiano, el alemán, o el español, alto, blanco, rubio y fornido, aparece el maliense, el nigeriano o el sirio, negro, desnutrido, pobre y con la mirada perdida.
Byung – Chul Han nos ofrece su filosofía como un instrumento de primer orden para entender mejor el tiempo que nos ha tocado vivir y nos invita a reflexionar sobre él con una gran honestidad intelectual.
En estas últimas semanas adquiere un renovado protagonismo La sociedad de la transparencia (Barcelona, 2013), una de sus obras más conocidas en España en la que el autor se detiene en el peligro de la obsesión por la transparencia que se ha instalado en el comportamiento de la nueva política, advirtiendo que lo más transparente es la pornografía en su afán por mostrarlo todo sin dejar nada a la imaginación, para concluir en consecuencia que las sociedades transparentes acaban por convertirse en pornográficas.
Opongamos a la pornografía de la transparencia el amor, que para progresar, ha de ocultar lo que nos es propio, lo que nos pertenece, lo que nunca puede ser objeto del consumo del otro.
Invito sin reservas a leer a Byun – Chul Han, nos ofrece un espacio de reflexión muy sugerente para intentar entender lo que pasa y lo que nos pasa, nos invita con la filosofía como instrumento, a observar lo que nos rodea.
La mayor de las dificultades para conseguirlo está en que parece complicado observar sin detenerse, precisamente cuando el signo de nuestro tiempo consiste en seguir acelerando para seguir llegando tarde.
Notas:
Fuente: https://www.nuevatribuna.es/opinion/pedro-reyes/transparencia-pornografia/20180919113405155779.html
19 de septiembre de 2018. ESPAÑA