Para captar la calidad y la fuerza intelectual de los dominicos, vamos a asomarnos a la vida de Santo Tomás de Aquino. Le tocó vivir el desafío de Aristóteles al pensamiento y la fe. Hasta el siglo XII se conocían algunos de los tratados de lógica de Aristóteles, pero ya en la primera mitad del siglo XIII irrumpieron en el horizonte intelectual universitario, las ideas aristotélicas respecto de la filosofía natural, la metafísica, la psicología y la ética. Era una visión filosófica y científica superior a todo lo que se conocía hasta entonces. Todos los estudiosos podían acceder a ella en la lengua universal universitaria: el latín.
Aristóteles asustaba al mundo cristiano, porque propugnaba la eternidad del mundo, no su creación. Negaba la providencia y se resignaba al curso inevitable de la historia. Defendía la mortalidad del alma unida al cuerpo. Le interesaba lo empírico, la realidad visible, no se preocupaba del cielo, ni de Dios, ni su revelación que ignoraba olímpicamente. En 1210, una instancia de la Iglesia en París, prohibió que Aristóteles fuese objeto de lecciones, luego se suavizó la prohibición y fue renovada por Gregorio IX en 1231 y en 1263 por Urbano IV. Pero probablemente Urbano IV y los superiores dominicos de Tomás le animaron al estudio de Aristóteles. Sus compañeros le conseguían las mejores traducciones del filósofo, que llegaban a través de los Pirineos.
Santo Tomás es un modelo de extraordinario dominico para toda la humanidad. Así se deben encarar los grandes interrogantes: con los mejores recursos y cambiando lo que haya que cambiar. Tomás se esforzó por comprender a Aristóteles mejor que éste se comprendiera a sí mismo. Leyó, anotó y comentó minuciosamente las obras claves del Estagirita. Como Aristóteles, Tomás buscó en lo sensible, los elementos estables que permitiesen la inteligibilidad de la realidad tal y como la vivimo
Tomás confió en la razón humana, siempre la miró como una obra del Creador y se sometió a la disciplina filosófica para pensar sobre Dios y lo sobrenatural. Tomás de Aquino aceptó con sinceridad que ante Aristóteles la temática enseñada, ¡no servía!
Nos hace falta la sinceridad del Aquinate. Llevo años viendo a jóvenes profesionales excelentes abandonar el país para luchar en otros suelos. Mire cómo se multiplican las bancas de apuestas. Este pueblo no ahorra. Cada banca de apuestas es un tribunal que juzga nuestro fracaso para generar fuentes de empleo. Más de un tribunal pareciera una amañada banca de apuestas, donde siempre ganan los mismos. Considere las leyes que llevan inexplicablemente engavetadas en el Congreso desde hace años. Que nadie se engañe: las premisas político-sociales, culturales y económicas, nuestras actitudes, valores y análisis que nos han traído hasta aquí, ¡hace rato que no funcionan! Hemos de cambiar. Un cambio sería aprobar leyes que garanticen la transparencia de toda gestión pública y privada. Querer progresar sin justicia, es como querer jugar pelota profesional sin rayitas blancas. ¿Qué sería de nuestro país si colocásemos el bien común en primer lugar, tal y como nos lo enseñan Tomás de Aquino y el magisterio social de papas y obispos? ¿Cómo quedaríamos, gobierno, legisladores y jueces, empresarios, curas, sindicalistas, profesores, comunicadores y sectores dirigentes, cómo quedaríamos, si se midieran nuestras acciones de manera implacable con la rayita blanca imparcial del bien común? Progresaríamos, si en lugar de elegir entre caudillos, decidiéramos nuestro voto en base a los programas de los partidos y su valía respecto al bien común. Tomás de Aquino repensó toda su enseñanza, tomando en serio al no creyente Aristóteles para poder pensar y creer con honestidad. ¿Qué cambios tendremos que dar para poder convivir como ciudadanos de una sociedad de derecho y progreso, donde no haya que santiguarse para cruzar cualquier esquina o cualquier proceso electoral?
Notas:
Manuel Pablo Maza Miquel es Profesor Asociado de la PUCMM, [email protected]
Fuente: https://listindiario.com/puntos-de-vista/2018/10/09/536599/tomas-de-aquino-o-p-1225-1274-maestro-para-todas-las-edades
11 de octubre de 2018.