Sudamérica en el mundo y en el tiempo

Los diálogos El Timeo y Critias contienen uno de los relatos más misteriosos y persistentes de todas las épocas. En ellos Platón narra cómo los sacerdotes egipcios de Sais le confiaron a Solón, uno de los siete sabios de Grecia, que 9000 años antes había existido en medio del mar una gran isla que se hundió por obra de sus propios habitantes, que se habían descarriado hasta provocar su ruina: la Atlántida.
“A través de su territorio, más grande que Libia (la parte conocida entonces de Africa) y que Asia (Menor) juntas, se podía pasar al continente opuesto, que bordea el verdadero océano”.

El continente donde vivía Platón era Europa, la Atlántida había desaparecido según su relato nueve milenios antes; el “continente opuesto” situado del otro lado del “verdadero océano”, el Atlántico, (para distinguirlo del Mediterráneo), era América.

Platón nada dice de ese continente, pero expone su existencia y ubicación con aquella precisión y calidad de lenguaje que lo convirtieron para siempre en uno de los mayores escritores del mundo.

Unos 400 años después de Platón, Séneca expuso: “Años vendrán con el transcurso de los siglos en que el océano, abriendo sus barreras, nos dejará ver un país de extensión inmensa, un mundo nuevo que aparecerá dentro de los dominios de Thetis, y no será Thule el límite del universo”.

Unos 1500 años después este pronóstico de Séneca se cumplió. Thetis, el Atlántico, mostró el inmenso continente que guardaba, y Thule, una isla fantástica que se consideró en ocasiones como un nombre de la Atlántida, ya no fue el límite del universo.

En la Divina Comedia, de modo sorprendente, Dante hace continuar a Ulises su viaje por mar más allá de las columnas de Hércules, como se conocía entonces al estrecho de Gibraltar, añadiendo aventuras nuevas a las que narró Homero en la Odisea, y muestra aspectos del cielo austral, sobre el Atlántico, que un hombre de esa época (siglo 13) no debía conocer todavía. Y al cabo de un largo viaje al sur, en ese mar tenebroso y desconocido, una gran montaña en una gran isla: América.

El relato de Platón pasó siempre por fantasía, aunque él aclaró en Critias que no hablaba “a modo de leyenda, sino de verdad”. Sin duda conocía muy bien lo que decía y como nadie era dueño de sus ideas, y además ubicó a América perfectamente en el mapa, no fabuloso, sino real.

No sabemos a qué inspiración respondería la premonición cumplida de Séneca, pero llama la atención por su exactitud. En cuanto a Dante, no son fantasías las suyas sino descripciones precisas del cielo de América, con sus constelaciones descriptas al detalle dos siglos antes de Colón.

Por alguna razón, América siempre estuvo en la mente de los europeos y también de los árabes. El suelo americano fue pisado sin duda por Eric el Rojo, gran jefe vikingo, quien recogió uvas silvestres en Vinneland (tierra del vino), que posiblemente era Terranova o Labrador, en el actual Canadá, y fundó allí algunas colonias que duraron poco.

Eric, para animar a los vikingos a emprender desde Escandinavia un riesgoso viaje por mares helados, dijo que había encontrado, entre Islandia y Vinneland, una tierra hermosa, verde y fértil, a la que llamó Groenlandia, que en su idioma significa “tierra verde”. No era verdad tanto verdor, pero como sabemos por un ejemplo de la política argentina reciente, si les hubiera dicho la verdad no lo hubieran votado (acompañado) en su aventura.

Antes que Colón y antes que los vikingos, es muy posible que un célebre navegante chino también llegara a América, atravesando el Pacífico, pero tampoco dejó en nuestro continente ninguna colonia estable que certifique su presencia.

Colón quería llegar al Asia. Cuando tocó tierra americana creyó estar en el Japón. Murió con esa idea equivocada, aunque su hijo Diego, su primer biógrafo, pretendió que su padre había tomado de un navegante desconocido, inventado por él para justificar su versión, el conocimiento que lo llevó a descubrir el nuevo continente. Pero lo cierto es que Colón nunca supo que había llegado a América.

En 1492 había en América civilizaciones evolucionadas, en muchos aspectos superiores a la europea que las invadió. Los mayas, que ya estaban en decadencia, disponían de grandes conocimientos científicos y cosmológicos, que se han perdido porque el obispo Landa mandó quemar todos sus manuscritos que pudo encontrar en Yucatán, de los que hoy apenas quedan 6 en museos de Europa.

En el Perú el imperio inca cayó bajo Pizarro, que mató en Ayacucho a 6000 indígenas junto con Atahualpa. Ayacucho fue bautizado entonces por los quechuas con ese nombre, que significa “campo de los muertos”. Y fue efectivamente “campo de los muertos” para los descendientes de Pizarro cuando enfrentaron allí a Sucre al frente de un ejército mal armado pero lleno de confianza inquebrantable, formado por chilenos, argentinos, colombianos, altoperuanos, peruanos y hasta brasileños.

Lo que unía a todos contra los godos, lo que los llevó a marchar por el campo de los muertos “a paso de vencedores” como les pidió el general Córdova, que tenía entonces 26 años, era la conciencia nacional sudamericana.

La conciencia nacional es difícil de definir, mejor es indicar su existencia: Es eso, aquello que en la guerra de las Malvinas llevó a la nación frustrada y dispersa a unirse otra vez contra el viejo enemigo: Inglaterra, la que balcanizó el continente con las intrigas de Canning y Castlereigh.

La unidad americana no es de origen indígena. Se fue formando poco a poco, de manera orgánica, a través de los siglos desde 1500 a 1800. Y cuando llegó el momento de la independencia los patriotas americanos, como se vio en las cortes de Cádiz, que eran el gobierno español contra Napoleón, participaron como miembros de un solo país, Hispanoamérica, constituido por España y sus vástagos americanos en pie de igualdad.

Fueron otra vez las intrigas de las potencias europeas y de los Estados Unidos, deseosas de apoderarse de los restos del imperio español en descomposición, obra de la política desastrosa de los Habsburgo, las que impidieron la formación de un gran estado único que diera forma jurídica a la nación única que existe con identidad y derecho propio al sur del río Grande.

Desde entonces, los americanos del sur han intentado una y otra vez erguirse y caminar a paso de vencedores, como en Ayacucho, a pesar de la influencia ubicua y multiforme de los Estados Unidos, que como gran potencia siempre es capaz de suscitar adhesión. Ya los bárbaros que luego invadieron Roma eran gustosos miembros del imperio, integraban la oficialidad de sus legiones, se ponían nombres romanos dejando de lado los suyos propios y finalmente olvidaron también sus idiomas, al punto que, por ejemplo, quedan solo vestigios de los lenguajes iberos prerromanos.

En los programas y exposiciones de los diputados americanos en las cortes de Cadiz está viva la unidad americana; justamente en debates que se dieron en la única parte de España libre de Napoleón, en un suelo europeo que no era extraño a los americanos.

Lo que siguió después es la historia del hombre que se ha perdido y busca el camino del regreso al hogar. Hay algo en los americanos que una y otra vez, a pesar del dólar, de Hollywood, de Miami, de las becas y las universidades, de los trabajos serviles mejor pagados que en sus países, donde no hay ningún trabajo, los hace sentirse distintos, reconocer una comunidad de origen y de sentido. Esa es la unidad sudamericana.

Bernardo González Arreghi decía que la unidad sudamericana era la conciencia histórica de nuestros pueblos. Si es así, revivirla cuando parece desmayar ante el empuje del imperio es una necesidad de vida o muerte al comienzo del siglo 21.
Fuente: http://www.aimdigital.com.ar/ver_noticias.php?id_nota=84751

Paraná, Entre Ríos Argentina – Miercoles, 7 Enero 2009

1 comentario Sudamérica en el mundo y en el tiempo

  1. Iván Lorenzini Maass

    LA SUPRACOHERENCIA : LA FILOSOFIA MORAL ACTIVA
    DE SUDAMERICA Y LA WAKAMICA O TEMPLO
    DE LAS CINCO COHERENCIAS EJES

    1.- Coherencia natural.- La naturaleza funciona sin desproporciones ni extravíos; en ella, todo concuerda, rara vez muestra comportamientos absurdos; hasta el momento, todo en ella se adecua. Pareciera ser su entrañable afán y propósito el de dar frutos.
    2.- Coherencia antropométrica.-
    – El ser humano puede transformarse fácilmente en un ser peligroso porque prima en él una reacción primaria impulsiva, impidiendo ver la realidad fugaz de la vida. Si adquiriera, la cualidad mencionada, evitaría muchos de sus problemas.
    El ser humano es un mamífero bípedo-social que a través de un desarrollo de millones de años se separo de otros homínidos perfeccionando su cerebro hasta logar la facultad de la conciencia, cuya básica operación es la reflexión, otorgándole una capacidad de abstracción tal que le permitió realizar el pensamiento, con el cual ordena miles de conceptos para, en una fase más culmine obtener certezas científicas.
    A través de todo el bagaje del pensamiento histórico destacará una definición culmine humanista emitida por la filosofía estoica romana: EL SER HUMANO ES SAGRADO PARA EL SER HUMANO
    3.- Coherencia cosmométrica. La asertiva ubicación comparativa del hombre en el universo- vida nos la da una gráfica maestra: el gran cosmo-vida es relacionable a un carro, mientras que el hombre va en éste, como un perro amarrado a una soga. La criatura pensante tiene dos opciones: oponerse(individualismo exagerado), pero ahora, será lastimosamente arrastrada; o conocer el ritmo del movimiento del carro para una adaptación más armónica y fructífera.
    4.- Coherencia maravilladora o pre-espiritual. Sin caer en el sobrenaturalismo religioso, pero rozando con un filo panteísta, podemos concluir que el hombre se degrada a vanalidad porque le resulta imposible permanecer un minuto conciente en cuanto a comprender que se encuentra en el centro de dos infinitos: el pasado y el futuro, por lo tanto, siendo ciego de percibir lo más extraordinario sucedido en el universo, como es su conciencia entre dos infinitos, pierde, lamentablemente, su sensibilidad a lo maravilloso rozando un profundo agnóstico misterio.
    5.- Coherencia moral. ¡HAZ DE TU VIDA UNA OBRA DE ARTE!

    (Complementario)

    UNO: LAS FUENTES DEL BIEN :
    uno.-El bien crece mediante el deber sagrado en cada persona por captar y desarrollar su micro- genio. Más detestable aún, es un pueblo que dilapida su talento.
    dos.- La supracoherencia consigna a un ecuánime fuero pos-generacional, con quien dicta abocarse a « realizar y establecer el paraíso terrenal », caracterizado básicamente por el equilibrio de los placeres y la moderación trasconfrontadora.

    DOS: LAS ADVERTENCIAS PARA FRANQUEAR POR EL OSCURO Y DIARIO BOSQUE DE LA VIDA: LOS SIETE CAUSALES DE MALES O DE EXPERIENCIAS DAÑADORAS.-
    uno.-La cobardía, es el cáncer que desintegra a la voluntad, por lo cual muchas veces se miente, se hace cómplice, se traiciona, etc
    dos.- El terrible mal de todo los tiempos lo incuba la ambición o el interes maquiavélico cuando pasa a anular a la sensibilidad aferrándose cual serpiente, al impiadoso precepto de que « el fin justifica los medios », con ello, facilita el entramado de ardides y montajes con inagotables enmascaramientos cínicos.
    tres.- Los impulsos ciegos: provocados por envidias, iras, soberbias,etc.
    cuatro.-La negligencia : el descuido y la falta de aplicación pueden causar peligros ; actitud que demuestra insensibilidad y pereza precautoria.
    cinco.-El absurdo, generalmente provenientes y agravados por ignorancia y superstición.
    seis.- Otra raíz que provoca crueldades y contratiempos proviene de la tendencia enfermiza o patológica y perversa: la delictual.
    siete.-Fuera del alcance moral y racional, hay que agregar una causante caprichosa e inoportuna: rendijas de infortunios.

    http://www.filosoficasudamericana.org

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