*Catedrático de Lógica. Universidad de Málaga
Hace menos de un mes me pidieron que me sumara a una protesta, dirigida al Presidente (Rector) de la Universidad de Florida (USA), contra el proyecto de eliminar el Doctorado en Filosofía en esa Universidad. Y me sumé a esa protesta, porque entiendo que la enseñanza de una filosofía adecuada no sólo puede servir para mucho sino que su ausencia puede suponer la pervivencia de actitudes filosóficas indeseables. Me explicaré.
Cuando se habla de filosofía, como cuando se habla de cualquier otra actividad intelectual, podemos referirnos a cosas muy distintas. En un extremo la palabra “filosofía” puede sugerir libros largos de prosa ininteligible sobre asuntos realmente extraños y lejos de nuestras cotidianas preocupaciones. Y lo cierto es que existen tales libros de filosofía, que sólo interesan a algunos eruditos de la filosofía, y que es razonable que no interesen a la gente en general. En otro extremo la palabra ´filosofía´ puede referirse a cierto conjunto de creencias básicas, ya sea en el contexto de una profesión determinada (como la filosofía del vendedor o la filosofía del político), ya sea en la situación general humana; en este caso nos referimos a creencias básicas relativas a cuestiones de gran importancia, como creer que debemos ser altruistas o egoístas, creer o no en la fundamental igualdad de los seres humanos, creer o no que somos libres y responsables, creer o no en la soberanía política del pueblo, creer o no en la necesidad de la educación para la realización humana, creer o no en Dios, etc.
Ahora bien, estas cuestiones básicas nos resultan inevitables en el sentido profundo de que todos y cada uno de nosotros tiene y practica una creencia al respecto. Cada persona se comporta siguiendo la pauta de una creencia sobre lo que él es, sobre lo que son los otros, sobre cómo debe funcionar la sociedad, sobre cómo deben desarrollarse las relaciones económicas, sobre el trato a los animales y al medio ambiente, etc.
Sin embargo, y éste es el punto crucial, esas creencias pueden haber sido recibidas pasivamente o haber sido adquiridas a través de la reflexión crítica. Intento decir que hay dos tipos de filosofía relativas a nuestras creencias humanas fundamentales, a saber, filosofías implícitas y filosofías explícitas. Una filosofía implícita es un conjunto de creencias básicas sobre las cuestiones profundas (la mente, la razón, las personas, la sociedad, el mundo o Dios) que hemos recibido, sin plantear objeción ni crítica alguna, de nuestros padres o de nuestros educadores, o bien, lo que suele ser peor, de los medios de comunicación (radio, televisión, prensa escrita, Internet), manipulados frecuentemente por grupos (justamente llamados) de opinión o por el grupo político gobernante. En cambio, una filosofía explícita es un conjunto de creencias básicas sobre esos asuntos fundamentales que hemos adquirido, mediante consideración crítica y argumentos racionales, o bien por nosotros mismos (de manera autodidacta) o bien con la ayuda de la enseñanza filosófica por parte de escritores y profesores. No pretendo que toda filosofía explícita sólo posea contenidos verdaderos. Puesto que existen diferentes filosofías, no pueden ser todas ellas verdaderas, sino que unas se aproximarán más que otras a la descripción de la realidad y algunas nos resultarán más convenientes que otras según nuestras necesidades. Es decir, no puede existir la filosofía verdadera. Sin embargo, la actividad filosófica, esto es, el pensamiento crítico y racional, está presente en cualquier filosofía explícita (si es filosofía), y forma parte de la verdad o naturaleza del ser humano que no ha sido degradado por la sumisión irracional a la opinión ajena.
Diré algo más. Frecuentemente los sistemas políticos, en especial cuando degeneran en regímenes (es decir, en aparatos de control de los ciudadanos), tienen una filosofía implícita que imponen a las personas. Ciertamente tales sistemas políticos no son auténticamente democráticos. Entiendo que una auténtica democracia no sólo se caracteriza por el voto universal (el cual manifiesta la soberanía popular) así como por la posibilidad real de que un grupo de la oposición sustituya al grupo gobernante (lo cual manifiesta la posibilidad de alternancia en el Gobierno), sino que, de manera muy especial, una auténtica democracia se caracteriza por el hecho de que todos y cada uno de sus ciudadanos puede tener acceso a una información no manipulada y puede formar sus creencias de manera crítica y racional sin imposición externa. Es decir, es esencial a cualquier democracia que sus ciudadanos puedan adquirir una filosofía explícita. Más aún, creo que este rasgo es todavía más decisivo que los dos anteriores. Hay sistemas políticos con sufragio universal que no son democracias, por ejemplo si la lista de candidatos es única. Hay sistemas políticos con alternancia de grupos en el poder que tampoco son democracias, por ejemplo si la alternancia es pactada al margen del pueblo. En cambio, si al voto universal y a la alternancia en el poder añadimos la crítica racional y libre tenemos prácticamente asegurada la democracia. Como decía Paul Feyerabend, una democracia es un colectivo de personas maduras y no un rebaño de ovejas guiado por una pequeña camarilla de sabelotodos.
A pesar de las apariencias, creo que actualmente vivimos una época con gran número de sistemas y regímenes políticos con filosofías implícitas, es decir, con ciudadanos que reciben pasivamente el conjunto de creencias básicas sobre las cuestiones profundas (naturaleza del ser humano, códigos morales, modelos de relaciones sociales y económicas, etc.). Ciertamente algunas de estas creencias impuestas pueden ser buenas y verdaderas, pero su modo de adquisición responde en estos casos a despotismo ilustrado, donde aunque la ilustración sea aceptable su despotismo es indeseable. Justamente una propiedad más de la globalización actual es que los diversos sistemas políticos suelen coincidir en poseer una filosofía implícita. Tanto en los sistemas comunistas como en los sistemas liberales, tanto en los sistemas más o menos democráticos como en los sistemas más o menos dictatoriales, el grupo gobernante dedica buena partede sus energías a imponer su filosofía implícita.
En estas condiciones, la supresión de la filosofía explícita, esto es, de la obtención de las creencias básicas sobre las cuestiones humanas fundamentales, a través de la reflexión crítica y los argumentos racionales es una tentación habitual para el grupo gobernante. Por supuesto, como antes indiqué, la obtención de una filosofía explícita es posible sin la enseñanza de la filosofía; más aún, esta enseñanza no debe ser tampoco impositiva. Pero si una sociedad dispone de una enseñanza de la filosofía tiene con ello un recurso muy útil e importante para la obtención por parte de los ciudadanos de su filosofía explícita.
En resumen, la enseñanza de una filosofía adecuada, ofrecida y no impuesta, discutida y no dogmática, sirve para mucho en nuestras sociedades, ya que nos permite obtener una filosofía explícita, crítica y racional, en vez de estar sometidos a la filosofía implícita que pudiera imponernos dogmáticamente el grupo gobernante o cualquier grupo de opinión. Por ello me he sumado a la protesta contra la supresión del Doctorado en Filosofía en la Universidad de Florida.
http://www.laopiniondemalaga.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008061100_5_185581__Opinion-Sirve-para-algo-filosofia
by gore
En mi humilde opinion la filosofia implicita e implicita tienen su comienzo en el hogar, la implicita es adquirida en base al pensamiento, estilo de vida y patrones morales de los padres, y más adeltante en la vida de los amigos, compañeros y de la sociedad en general.
Pero es también en el hogar donde se crean las bases que vuelven a una persona autodidacta.
cada quien tiene su propia filosofia.
Nqv Lo Que Me Pusieron-.