El filósofo y escritor Fernando Savater, arremetió contra los nacionalismos que responden al miedo a la globalización y viven más en el pasado que en el presente.
Fernando Savater, considerado el filósofo más popular en España, participó en un encuentro en el Instituto Cervantes que debatió sobre “El retorno de la religión”, en el que también participó el filósofo alemán Peter Sloterdijk. El reconocido ateo nacido en el País Vasco en 1947 se considera a sí mismo de izquierda y afirma que en España, después del franquismo, la Iglesia Católica quedó tan comprometida y contaminada que pasó a un segundo plano. “En España todos somos ateos católicos”, afirma. Sus férreas críticas al nacionalismo le han valido que se encuentre desde el pasado mes de abril en la lista de personas amenazadas de muerte por la organización separatista vasca ETA. Supuestamente Savater se mueve con escolta pero al Instituto Cervantes llegó caminando tranquilamente acompañado del director del recinto, Ignacio Olmos.
Señor Savater, de cara a los conflictos internacionales permeados por creencias religiosas, el más reciente en Irán, ¿cómo se explica usted este “retorno de la religión”, tema de este encuentro?
Hace unos treinta años nadie se imaginó que las argumentaciones religiosas se iban a convertir en fuente de legitimación de conflictos. Probablemente bin Laden, Bush o Ahmadineyad utilizan la religión para justificar intenciones políticas. El discurso religioso, incluso dentro de Europa, con tensiones entre la Iglesia y el Estado, ha vuelto otra vez a plantearse. No es que la religión sea el último motivo, es más bien una especie de coartada para llevar a cabo determinadas políticas.
El conflicto que enfrenta a tres religiones monoteístas que mueven grandes masas en el mundo tiene su epicentro en Jerusalén. ¿Cree usted que algún día reconozcan sus raíces comunes y den un paso hacia una sociedad laica?
Los monoteísmos han inventado la exigencia de una conciencia determinada. Antes, para respetar una religión lo único que había que hacer era cumplir con unas pautas determinadas. En Roma en la fiesta de Venus o de Júpiter había que participar en determinados rituales y a nadie le preguntaban: ¿usted se cree esto?
Los monoteísmos son los que entran en el interior de la persona, que tiene que responder sobre la veracidad de sus creencias, sobre todo el cristianismo. El judaísmo e islamismo han sido menos invasivos que la conciencia cristiana. En una sociedad moderna la religión es un derecho de cada cual pero no es un deber de nadie. En cambio los monoteísmos convierten en deber lo que es en la sociedad moderna un derecho y en ese sentido yo creo que todos son bastante parecidos, bastante iguales, eso puede observarse en Oriente Próximo en donde hay cuestiones políticas que llevan a una justificación teológica de la brutalidad.
Se dice que el proyecto de integración europea es la solución al nacionalismo al otorgar una creciente autonomía de las regiones. Sin embargo en el País Vasco y en Cataluña sigue habiendo un fuerte nacionalismo entre la población, ¿será superado?
Por lo menos ojalá que acabara la violencia. Se ve que hay políticos mucho más preocupados por el tema del nacionalismoque la población, la prueba es que después de años de disputas sobre el referéndum del nuevo estatuto en Cataluña, que era imprescindible que toda la población lo ratificara, cuando se convocó resulta que no fue ni la mitad de los ciudadanos a votar y no todos votaron a favor. Esto revela que el interés ha sido ficticio, porque la población tiene otros problemas mucho más graves.
En el País Vasco en cambio, el nacionalismo es un problema en cuanto a que es una justificación del terrorismo. A mi lo que me preocupa es que haya una creencia que haga que las personas que creen en eso vengan a matarme a mi casa. No es una cuestión ideológica sino práctica.
Si hay un tipo de creencia que lleva a atacar a los vecinos, eso se convierte en un problema. En el momento en que la violencia se descarte y sea realmente rechazada por la sociedad, entonces entraremos en una alternancia normal. El nacionalismo es una idea. Frente a la globalización del mundo hay quien dice que hay que replegarse, que exhorta a buscar lo propio, es como decir, cuidado, esto se nos ha escapado de las manos, ya estamos todos muy mezclados unos con otros. Vamos cada uno a volver con los de casa. Es una idea, a mi me parece equivocada pero se puede discutir. Lo que es indiscutible es que sea una obligación, y sobre todo no se puede convertir en un instrumento para deshacer Estados de derecho. Me parece que una cosa es el nacionalismo y otra es el contenido separatista que amenaza a los Estados de derecho realmente existentes como el de España.
Hay algo que pudiera hacer el Estado español para distensar la situación en estas dos regiones. Se dice que no se ha trabajado suficientemente el pasado, en relación a la guerra civil.
Yo creo que cuanto más se intente resolver las cuestiones del presente, apelando las voces del pasado más equivocados vamos a estar sobre lo que está ocurriendo hoy. El nacionalismo se basa en una recreación permanente del pasado, es decir, en tener más presente el pasado que el verdadero presente, la situación en que vivimos. Los agravios del pasado son absolutamente insalvables. Quien se sienta agraviado por algo que pasó en el siglo XVII, XVIII, en la conquista de América, es imposible resolverlo, ya no hay solución posible. Si volvemos a poner eso en la mesa y volvemos a convertir eso en argumento político entonces perdemos la posibilidad de la convivencia real. Todas las esperanzas de salvación política están en el futuro. En el pasado no hay ninguna. Por lo tanto todos los que están viviendo en la memoria histórica son oportunistas políticos que quieren legitimarse en el pasado ya que no tienen una legitimación en el presente o en el futuro.
Fuente: http://www.dw-world.de/dw/article/0,,4439377,00.html?maca=spa-newsletter_sp_Titulares-2358-html-nl
ALEMANIA. 28 de junio de 2009
Editor: Claudia Herrera Pahl