Santo Tomás de Aquino y Umberto Eco

Es Doctor Filosofía Letras, Catedrático Lengua Literatura, Licenciado en Ciencias Eclesiásticas.
La muerte de Umberto Eco es objeto continuo de especulación mediática y de oportunismo informativo, pero casi nadie cita los inicios el autor de El Nombre de la Rosa, y otras memorables obras como la dura crítica a la banalidad de la postmodernidad del pensamiento débil: Apocalípticos e Integrados.
Umberto Eco inició su carrera nada más ni nada menos que con una tesis sobre Santo Tomás de Aquino y para más provocación analizando nada menos que un tema tan desconocido como admirable como es LA ESTÉTICA, uno de los trascendentales del ser que como tal es: bueno, bello y verdadero. El título de la tesis es muy expresivo: El problema estético en Santo Tomás de Aquino

En una sociedad la que se cultivan lo feo, lo malo y la mentira, como ejes fundamentales del pensar y del vivir la tesis doctoral del Umberto Eco juvenil sería denostada y calificada como un esperpento metafísico medieval. Porque Eco antes de ser famoso por sus novelas y sus semiologías fue un profundo filósofo metafísico medievalista con claras influencias de la gran Teología de Santo Tomás de Aquino, tan grande como ignorado incluso en algunos ambientes eclesiásticos, porque la grandeza de Tomás de Aquino es la ser demasiado profundo y sencillo para un tiempo tan vulgar y complicado.

En su tesis sobre la belleza sensible y la belleza inteligible Eco además de bucear en las ideas de los filósofos clásicos Aristóteles y Platón, se inspira principalmente en Santo Tomás y muy especialmente en los textos poético-litúrgicos que el Doctor Angélico compuso por la festividad del Corpus Christi, especialmente el bellísimo Adoro te Devote o el Pange Lingua algunas de cuyas estrofas sirvieron a Mozart para elevarlas a las máximas cumbres de la música sacra. Para Eco la estética de Santo Tomás no es abstracta sino verificable en la emoción poética.

Fuente: http://www.revistaecclesia.com/santo-tomas-de-aquino-y-umberto-eco-por-fidel-garcia-martinez/

26 de febrero de 2016

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