Santiago Kovadloff presentó en Mar del Plata ‘Los apremios del día’, su nuevo libro.
Con su peculiar mirada, el filósofo analiza el presente y el nuevo rol de esta añeja disciplina en un mundo decadente, complejo y degradado. Por qué a pesar de los padeceres actuales se define como “un hombre esperanzado”.
Mar del Plata – Sorprendido por el despliegue que posee la filosofía en la sociedad actual, Santiago Kovadloff advierte: “La filosofía no constituye estrictamente hablando un repertorio de conocimientos que puedan poner fin a la condición problemática de la vida, más bien lo que hace es extrañar un mundo abusivamente familiar, contribuye a liberar al hombre la energía necesaria para que despliegue una actitud crítica, autocrítica y más prudente”.
Kovadloff llegó a Mar del Plata para participar del ciclo ‘Verano Planeta’. Frente a sus lectores, el escritor presentó su último libro, ‘Los apremios del día’, en el que recopiló las columnas periodísticas publicadas desde 2004 a 2007. En ellas reflexionó sobre los temas que atraviesan a la sociedad argentina, siempre con una mirada incisiva y un discurso que abreva en la filosofía y en las cuestiones del ser.
Antes de ese momento de encuentro con sus seguidores, el escritor y también traductor señaló que “la filosofía no está llamada a triunfar” porque “nunca vamos a instaurar un hombre que esté liberado del afán de certeza dogmática, ni mucho menos un hombre que sea libre en el sentido de que no esté condicionado por el trato con los demás ni por su propio mundo inconsciente”.
Extraña escuchar su descripción aguda de la condición humana, en la que la degradación y la decadencia se hacen siempre visibles y, a la vez, ver en su rostro una semi sonrisa siempre dibujada. “Creo que estamos en decadencia -responde sobre esta característica de su personalidad-. Pero creo que no tenemos el privilegio de estar viviendo algo excepcional, muchas veces el narcisismo es astuto, si nuestra época no puede ser la mejor del mundo, entonces que sea la peor, pero que sea la nuestra. Con tal de vivir algo excepcional somos capaces de cualquier cosa”.
Ni pesimista ni optimista, entonces. A pesar de detectar que nuestra vida está atravesada por un empobrecimiento del lenguaje, por el deterioro ambiental, por la cercanía cotidiana con la muerte trágica y por un sistema político al que le falta mucho para ser puramente democrático, el filósofo se describe como “un hombre esperanzado”.
“Hay indicios de la persistencia y de la supervivencia de una actitud esencialmente poética en el hombre, puede ser que no cuente con gran difusión y con gran popularidad. Hay mucha gente solidaria, en el 2001 vivimos un despliegue de fraternidad maravilloso. Además creo que hay indicios interesantes de una actitud convivencial. El hecho de que los credos monoteístas busquen el diálogo interconfesional me parece auspicioso”, enumera así “las buenas noticias” de la actualidad.
Fuente: http://www.laprensa.com.ar/secciones/nota.asp?ed=2658&tp=11&no=86033