Benedicto XVI alentó este lunes la reforma de los estudios eclesiásticos de Filosofía al recibir en audiencia a los participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para la Educación Católica.
Como el mismo Papa explicó en su discurso, esta reunión, presidida por el cardenal polaco Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación vaticana, debe «analizar atentamente los proyectos de reforma» que afectan a las universidades católicas y a las facultades eclesiásticas.
En primer lugar, se refirió «a la reforma de lo estudios eclesiásticos de filosofía, proyecto que ya ha llegado a la fase final de elaboración, en la que no se dejará de subrayar la dimensión metafísica y sapiencial de la filosofía, propuesta por Juan Pablo II», afirmó, citando el número 81 de la enciclica Fides et ratio.
El Papa propuso también «evaluar la oportunidad de una reforma de la constitución apostólica Sapientia christiana», firmada por el Papa Karol Wojtyla n 1979, «la magna charta de las facultades eclesiásticas».
Ese documento, aclaró, «sirve de base para formular los criterios de evaluación de la calidad de estas instituciones, evaluación exigida por el Proceso de Bolonia, del que la Santa Sede se ha convertido en miembro a partir del año 2003».
Este Proceso, que recibe el nombre de la Declaración firmada en 1999 en la ciudad italiana de Bolonia por los ministros de educación de la Unión Europea. Se trata de un proceso de convergencia que tiene como objetivo facilitar un efectivo intercambio de titulados.
Todo esto condujo a la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, un ámbito al que se incorporaron países incluso de fuera de la Unión Europea y que sirve de marco de referencia a las reformas educativas que muchos países han iniciado en los primeros años de este nuevo siglo.
En este contexto el Papa analizó también la situación de la enseñanza teológica.
«Las disciplinas eclesiásticas, sobre todo la teología, están sometidas hoy a nuevos interrogantes, en un mundo que experimenta por una parte la tentación del racionalismo, que sigue una racionalidad falsamente libre y desligada de toda referencia religiosa, y por otra la de los fundamentalismos, que falsifican la verdadera esencia de la religión, incitando a la violencia y al fanatismo», afirmó.
Fuente: http://es.catholic.net/laiglesiahoy/mundoarticulo.phtml?consecutivo=26079
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