Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación (Universitat de Barcelona). Director del Departamento de Ciencias Sociales de ESADE Business School
En su obra “La República”, Platón sugería que sólo un filósofo poseía las competencias necesarias para dirigir un Estado. ¿Lo mismo vale para dirigir una corporación?
En las tareas directivas de la gestión empresarial se destacan cinco dimensiones: conocimiento técnico, visión, orientación a la acción, capacidad de relación interpersonal (inteligencia emocional) y reflexividad.
En el liderazgo empresarial se deben dar siempre las cinco, aunque en proporciones distintas de acuerdo con los contextos y las situaciones.
Generalmente, un manager se ha preparado para resolver problemas técnicos. A lo largo de su formación, ha aprendido un conjunto de técnicas y habilidades para responder a los desafíos del “día a día” empresarial.
El ejecutivo dispone de una “caja de herramientas” y selecciona la más apropiada para resolver cada caso (financiero, contable, comercial, etc.)
Ahora bien, el filósofo puede contribuir a resolver problemas “adaptativos”, es decir, problemas para los que no existen soluciones técnicas estandarizadas, sencillamente porque el problema es inédito y exige retos de creatividad e innovación organizacional.
En estos casos, el camino hacia la solución comienza por descubrir la naturaleza del problema, los cambios que exige, cómo puede la empresa adaptarse a esos cambios y cómo ponerse de acuerdo para la elección de la mejor solución y su implementación.
El filósofo puede aportar aquí una mirada diferente y una manera distinta de conducir el cambio.
En líneas más generales, el filósofo puede aportar valor en dos de las cinco dimensiones fundamentales del liderazgo empresarial: la visión y la reflexividad.
Con la visión, incorpora sentido, direccionalidad y estrategia.
Con la reflexividad, contribuye al autoconocimiento organizativo, a la identificación y refuerzo de sus valores y, en definitiva, a saber por qué la empresa está aquí y qué está haciendo.
Ahora bien, ¿esto significa que las empresas deberían salir a contratar filósofos como gerentes o asesores?
En realidad, por sí mismo, no tiene sentido contratar a un filósofo para una empresa. Tiene sentido contratar a un filósofo que además dispone de conocimientos empresariales.
La actividad empresarial está orientada a la acción pero corre el riesgo de caer en la inercia.
En la tarea directiva, la acción debe ser una acción reflexiva (o bien una refle-acción) que combine la orientación a resultados con el pensamiento estratégico y la construcción de sentido.
Para esta tarea, la condición de filósofo es especialmente válida.
Fuente: http://www.materiabiz.com/mbz/empresaysociedad/nota.vsp?tok=1215092493996&nid=36861
EL FILÓSOFO EMPRESARIAL viene tomando forma en Paraguay y se viene incorporando en cooperativas de nuestro país como en contadas empresas.
Quiero resaltar lo que escribe el profesor Castiñeira ” TIENE SENTIDO CONTRATAR UN FILÓSOFO QUE ADEMÁS DISPONE DE CONOCIMIENTOS EMPRESARIALES”