¿Qué leen los jóvenes?

Suele decirse que la juventud actual no lee; sin embargo, los estudios arrojan cifras en sentido contrario. Lo que ocurre es que lo hace en nuevos formatos, como internet

“Lee y conducirás, no leas y serás conducido”, y esta preocupación que se desprende de las palabras de santa Teresa a mediados del siglo XVI es la misma que persigue a muchos padres y madres en la actualidad cuando comprueban el escaso tiempo que sus hijos dedican a la lectura: del ordenador a la PlayStation y de ésta al televisor o al móvil, parece que lo audiovisual hubiera sustituido la literatura juvenil de antaño; esa tan útil para interpretar el mundo, saber de las cosas de la vida y, sobre todo, soñar.
Un 66 por ciento de los jóvenes de 14 a 19 años son lectores habituales de revistas
Un 66 por ciento de los jóvenes de 14 a 19 años son lectores habituales de revistas / Cosmopolitan

El profesor Ramón Sarmiento, catedrático de Lengua de la Universidad Rey Juan Carlos, coincide sobre la dificultad para que los estudiantes lean, acostumbrados a obtener la información a través de soportes audiovisuales. “Leer conlleva un proceso mental más costoso que visualizar imágenes, porque éstas pueden almacenarse pero no requieren de procesamiento y reflexión; por eso, la máxima ‘una imagen vale más que mil palabras’ es incierta; porque una imagen por sí misma es información ambigua, que no significa nada, ni requiere del pensamiento”.

Por otra parte, los grupos de referencia actuales (deportistas y famosos) no se caracterizan por ser gente leída, y la popularidad entre chicas y chicos tampoco se consigue con la lectura, sino más bien por todo lo contrario: con una imagen cuidada y pericia en el empleo de tecnologías. En cambio, quienes leen pueden ser considerados aburridos o sumisos. Ser amante de los libros puede ser en la adolescencia un problema más espinoso que cuando ciertas lecturas juveniles eran un asunto prohibido. La lectura secreta tenía un gran atractivo con obras como las de Hermann Hesse, los escritores Beat con Jack Kerouac a la cabeza, Edad prohibida de Torcuato Luca de Tena o La vida sale al encuentro de Martín Vigil; lo que en edades más avanzadas podía convertirse en verdadera sedición, leyendo libros de Nietzsche, Castaneda, Henry Miller o la Lolita de Nabokov, entre otros. Juana Vázquez, escritora, crítica literaria de un conocido diario y madre, comenta: “Hoy en día hay tanta variedad y facilidad para acceder al libro, que los adolescentes a quienes les gusta leer van de flor en flor, pero con una condición, que el libro no sea muy extenso, que tenga mucha acción y nada o casi nada de introspección, que era lo que atraía en mi época”. Podría decirse entonces que la generación @ prefiere un estilo más visual, menos trascendente, presidido por la inmediatez. Ana Rincón, licenciada en Magisterio y madre de una adolescente señala: “Ahora creo que no tienen esos libros prohibidos de nuestra generación, todo es más light. Los chicos de ahora no son tan de cambiar las cosas como éramos nosotros. ¿Para qué, si lo tienen todo y todo está permitido? A veces me he planteado si no se lo ponemos demasiado fácil y por eso no saben valorar cosas importantes como los libros”. Sin embargo, de estudios de opinión propios, realizados recientemente para el Ministerio de Educación (CIDE) y el Instituto de la Mujer sobre las revistas juveniles, se desprende que la juventud lee más de lo que a primera vista pudiera pensarse. Y no sólo eso, sino que además cuenta con un juicio crítico mayor incluso que algunas publicaciones que se dirigen de forma poco edificante a la juventud.

Así el 50 por ciento de las chicas de 10 a 15 años afirmaron que las revistas les sirven para aprender sobre la vida (el 34 por ciento de los chicos), a pesar de incluir dentro delas juveniles algunas consideradas no aptas, que dicen haber leído el 57 por ciento, el 52 por ciento de los chicos en el caso de las masculinas. Ahora bien, más de la mitad (el 52 por ciento) afirman estar en desacuerdo con seguir las pautas indicadas en sus relaciones y puntualizan cómo les gustaría que fuesen dichas publicaciones. Ellas preferirían una mayor adecuación a los temas de su edad y una información sexual más fiable: que se tenga más en cuenta las relaciones personales y los sentimientos. En cuanto al resto de los temas, optarían por ampliar los conocimientos de materias diversas (psicología, naturaleza, música, arte, etcétera), un mayor protagonismo y menos cotilleo cruel. A los chicos les gustaría contar con información sobre los temas que les preocupan, como las habilidades sociales para relacionarse con las chicas, productos accesibles a su economía y menos publicidad. Según el Estudio General de Medios, las personas de 14 a 19 años son quienes más revistas leen, un 66 por ciento, así como periódicos y suplementos en una proporción cercana a las personas adultas de 24 a 54 años. Estos datos, a pesar de sus opiniones negativas, son prueba de que las revistas juveniles son un objeto de culto en la adolescencia; porque la posibilidad de poder ensayar la opinión y valores a través de contenidos con los que a veces no se está de acuerdo es una buena práctica para la conformación de la identidad.

En lo concerniente a la literatura, desde hace algunos años el grupo de 10 a 13 años es el que más libros lee en España, con una tasa del 82 por ciento (MCU); pasando de los 15 a 16 años a repartir más sus lecturas entre el estudio, los cómics y sobre todo las revistas y periódicos. A esta edad, sus preferencias literarias se centran en los libros de terror, amor y misterio en el caso de las chicas (75 por ciento, 66 por ciento, 62 por ciento, respectivamente), y los de aventuras, humor y terror en el de los chicos (72 por ciento, 66 por ciento y 65 por ciento). El grupo de 14 a 19 años es el que más utiliza la red (el 50 por ciento, diariamente), seguido del de los jóvenes de 20 a 24 años. No obstante, internet y libros son considerados cada día más una herramienta de información, y los chicos prefieren para divertirse salir con los amigos y otras actividades de contenido más activo y audiovisual, como hacer deporte, escuchar música o ir al cine.

El uso eminentemente cultural de internet, que constituye la nueva versión de la lectura juvenil, adopta una diversidad de formas y fuentes, siendo menos susceptible de control familiar. De hecho, según otro de nuestros estudios recientes en colaboración con el grupo3, éste para el Injuve sobre Jóvenes en la red, las webs de pornografía y erotismo son frecuentadas por los chicos de 15 a 25 años, con un 21,3 por ciento de ellos que dicen visitarlas a menudo, un 39 por ciento que han entrado alguna vez, y un 40 por ciento que dice no haberlas visitado nunca, un 91,3 por ciento en el caso de las chicas. En contrapartida, y siguiendo con la misma encuesta de opinión, el 67 por ciento de la juventud de entre 15 y 25 años empleaba la navegación en internet para aprender (por ejemplo con cursos), el 89,6 por ciento para informarse y un 73 por ciento había visitado periódicos y revistas. Dichas lecturas, en el caso de los chicos, se centran en periódicos de información general y deportiva, blogs y revistas musicales. Mientras que las chicas prefieren, por este orden, los periódicos de información general, las revistas musicales, los blogs y la información de páginas oficiales. Se confirma en ambos casos el importante papel que desempeña la red como soporte para la lectura, la promoción educativa y el empleo juvenil.

No puede decirse por tanto, que internet esté retrotrayendo los hábitos de lectura, sino más bien que los está cambiado, cumpliendo algunas funciones que en otro tiempo desempeñaba la literatura, como es poder tantear la vida desde la barrera: las modas, opiniones, las relaciones sexuales… La red se está perfilando como una oportunidad sin precedentes para el conocimiento y desde edades muy tempranas, y sus peligros no se ciernen sobre el uso que de forma habitual hace la juventud, sino más bien surgen de la vacuidad de productos fabricados por adultos. Es como si en todos los medios se dispusiera de un solo canal (de acción y morbo), y ya lo decía santo Tomás de Aquino, en este caso en el siglo XIII: “Teme al hombre (y a la mujer) de un solo libro”. La cuestión no se encuentra en que la juventud no lea, sino en que se les ayude a observar el mundo desde su profundidad y pluralidad de puntos de vista, a discriminar la consistencia de las fuentes. No es lo mismo una información sobre sexualidad, dietética o filosofía en un blog anónimo, que en una publicación especializada de una universidad.

Claro que, como ocurría en el mito de la caverna de Platón, mirar la luz ignorando las cadenas (que bien podría tener hoy la forma de videojuegos o pornografía) puede producir una especie de iluminación cegadora que avergüenza ante los iguales. Cadenas del mundo de las sombras que son las mismas que describió Aldoux Huxley en 1930, en su obra futurista Un mundo feliz, hechas de automatización y de felicidad estupidizada (el soma), que terminaría desterrando el pensamiento y artes como la literatura. El problema puede ser encontrarnos en una época en la que es posible hablar, leer, visualizar de todo, excepto aquello que supone ir más allá, transcender, cuando es precisamente ese respeto por la obra humana y el conocimiento la que consigue que la juventud mantenga el criterio. El modo de conseguir que navegar en internet, leer revistas juveniles o entrar en la aventura literaria sea un ejercicio seguro y de aprendizaje muy divertido.

http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20090411/53681200409/que-leen-los-jovenes.html

By gore light

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