El genial filósofo alemán Immanuel Kant, en diversos lugares de sus obras plantea tres preguntas cruciales, tan importantes que orientaron su quehacer filosófico. Las tres preguntas siguen abiertas, son actualísimas y necesitan que cada uno de nosotros y todos como ciudadanía les demos respuestas válidas y útiles.
Las preguntas son: “¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? .y ¿Qué me cabe esperar?”.
Para responder a la primera, Kant dedicó su obra “Crítica de la Razón Pura” (1781); para responder a la segunda escribió “Crítica de la Razón Práctica” (1788), donde desarrolló su modo de entender la ética (filosofía sobre cómo debe ser el comportamiento humano) y para responder a la tercera escribió “Crítica del Juicio o Crítica del discernimiento” (1790) y “La religión dentro de los límites de la mera razón (1793).
Las respuestas de Kant son respuestas de filósofo de muy alto vuelo, pero las preguntas son de andar por casa, son preguntas que de una u otra manera tenemos todos en el pequeño filósofo que llevamos adentro y que navegan en el mar de nuestra mente y hasta en el volcán del corazón; y son preguntas a las que todos tenemos que encontrarle respuestas, porque no las tenemos resueltas.
¿Qué puedo saber? Es una pregunta que actualmente necesita otra pregunta y respuesta previas: ¿Qué hay que saber? Son tantos los conocimientos, es tan acelerada la producción cotidiana de nuevos conocimientos que anulan conocimientos sabidos y abren panoramas insospechados, es tanta la sabiduría de la humanidad por las investigaciones y descubrimientos científicos y tecnológicos, por cruces y encuentros interculturales, que es muy difícil decidir qué es lo que hay que aprender, enseñar y saber.
Nuestra situación ante el inmenso e incalculable océano de nuevos conocimientos me recuerda lo que Eduardo Galeano escribió en un breve e inspirado cuento del niño uruguayo hijo de campesino, que nunca había visto el mar y le pedía reiterada e incansablemente a su padre que le llevara a ver el mar. Cuando llegó el día ansiado y bajó del ómnibus a la playa, quedó sorprendido y mudo. Tras un denso silencio le dijo a su padre: “Papá, ayúdame a ver el mar”.
¿Qué puedo saber de todo lo que hay para saber? ¿Cómo puedo saber si supusieron que se sabe pensar y no me enseñaron a pensar? ¿Qué puedo saber si cuando me dan datos me dicen que me están dando información y cuando me dan información creen y creo que me están dando conocimiento, y cuando me dan conocimientos para que los aprenda de memoria me dicen que “sé” la asignatura o disciplina? ¿Qué puedo saber si confundimos dato con información, información con conocimiento y conocimiento memorístico con sabiduría?
¿Qué debo hacer? Es una pregunta urgente, especialmente en un contexto contaminado por muchos comportamientos corruptos. ¿Qué debe hacer cada político si quiere ser auténtico político, qué debe hacer cada funcionario y gobernante que administran los bienes del Estado, nuestros bienes, para servir al bien común; qué debe hacer cada juez, fiscal y abogado, cada profesional, cada empresario, cada narcotraficante, cada contrabandista, cada esposo y esposa, cada madre y padre, cada educador, cada profesor, director y rector, cada estudiante, cada sacerdote, cada campesino, cada trabajador…? En la situación actual de inequidad e injusticia, ¿qué debo hacer como ciudadano?
Las respuestas a las preguntas no están dadas, no parecen claras ni por todos aceptadas. Ciertamente como ciudadano no debo ser un espectador, callado y sentado pasivamente en las gradas del estadio de la nación. ¿Qué debo hacer?
¿Qué me cabe esperar? La tercera pregunta trae en sus entrañas otras muchas preguntas. ¿De dónde esperar? ¿De la vida? ¿De la sociedad? ¿Del trabajo? ¿De quién, de quiénes, con quién o quiénes? ¿De mí mismo? ¿Cómo esperar?
Mientras estamos animados ampliamos más y más nuestros horizontes de esperanzas, cuando avivamos el fuego de nuestra candela de amor se encienden e iluminan los motivos de esperanzas, porque metafísica, neurológica, psicológica espiritual y religiosamente estamos equipados para las esperas y las esperanzas.
La pregunta sobre qué cabe esperar puede desglosarse y como ciudadanos debemos preguntarnos qué hacer para acrecentar la esperanza de construir una sociedad más justa, equitativa, fraterna y solidaria.
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Fuente: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/preguntas-que-esperan-respuestas-1400799.html
24 de agosto de 2015. PARAGUAY