Platon: el concepto de conocimiento

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El presente trabajo se centrará en la necesidad de captar el desarrollo del conocimiento, a
través del análisis del concepto.
En este sentido, se abordará la obra de Platón, autor considerado como representante del
pensamiento de una época y también punto de partida del estudio del mencionado concepto.
Es importante tener presente que el pensamiento griego representa la ruptura con el sofismo,
es decir con la palabra oral, con la opinión; del mismo modo se logra romper con la concepción de lo
divino, de lo supra-terrenal. Esto permite que la palabra escrita y de contenido mundano se afiance
como el eje fundamental para la transmisión del conocimiento.

Siguiendo el orden de exposición que Platón realiza en República, se presentará
primeramente la figura del filósofo. Esto permitirá inmiscuirse directamente en el centro del debate. La
discusión, tratada con profundidad también en el diálogo Banquete, comienza a desarrollarse a partir
del libro V y parte de la búsqueda de una adecuada definición del accionar del filósofo. Platón,
respondiendo a los interrogantes de su hermano Glaucón, dirigido a conocer las características de los
reales filósofos, abre una interesante conversación:

-Son filósofos,- dice Sócrates1 […] Aquellos que aman contemplar la verdad. […]
-Esto es correcto, por cierto.- respondió Glaucón- Pero, ¿qué quieres decir exactamente con
eso?
-No sería de ningún modo fácil en diálogo con otro, pero creo que tú me aceptarás esto.
-¿Qué cosa?
-Dado que lo bello es lo contrario a lo feo, son dos cosas distintas.
-¿Cómo no admitirlo?
-Entonces, dado que son dos, cada una es una única.
-También acepto esto.

– Y respecto de lo justo y de lo injusto, de lo bueno y lo malo y de todas las formas, vale el
mismo argumento: cada una de ellas es una única, pero al aparecer por todos lados en combinación
con acciones, cuerpos y entre ellas mismas, parece que cada una es múltiple.2

Inmediatamente, Platón identifica al filósofo como aquel que puede distinguir las formas de
todo aquello que observa o analiza, sean objetos, categorías sociales o cualquier fenómeno que se
presente ante sus ojos. A su vez, distinguir las formas implica diferenciar lo único de lo múltiple. Ésta
es, en su más elocuente descripción, la definición del filósofo. Pero, ¿qué significa distinguir lo único
de lo múltiple?

La respuesta a esta pregunta permite demostrar la manera en que Platón trasciende el
campo de lo sensible. Algunos de los que desestiman la teoría platónica, como ya en su tiempo lo
hacía Antístenes3, acusan al filósofo de remitirse al conocimiento de las características sensibles de
los objetos y de los fenómenos. Esto es, tan sólo posar la mirada sobre las cualidades físicas. Tal

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argumento no puede ser más evidentemente falaz, demostrando haber realizado una lectura poco
atenta de la teoría de las formas o sufriendo, como tantos investigadores han sufrido, de la incorrecta
traducción de los diálogos de Platón.

Cuando se habla de una determinada forma, hay que comprender que dicha palabra proviene
de la traducción de la antigua palabra griega eidos, que significa idea. Por lo tanto, hablar de teoría de
las formas es lo mismo que hablar de teoría de las ideas. Por este motivo, Platón diferencia
claramente entre aquellos capaces de observar un determinado cuerpo, espectáculo o fenómeno, de
los que realmente pueden llegar a hacerse una acabada idea del mismo, a conocer el en sí del
mismo, su verdad. Para aclarar el argumento, veamos lo que sostiene el filósofo refiriéndose a la
apreciación de la belleza:

-Los amantes de las audiciones y de los espectáculos se deleitan con los bellos sonidos,
colores, figuras y todas las cosas conformadas con este tipo de elementos, pero su intelecto es
incapaz de percibir y deleitarse con la naturaleza de lo bello en sí.

Y continúa:

-Los que son capaces de llegar hasta lo bello en sí y verlo en sí mismo, ¿Acaso no serían
raros?4

En efecto serían raros en el marco de la teoría de las ideas. Solamente los filósofos lograrían
alcanzar la esencia de los objetos, sólo ellos estarían capacitados para emprender la tarea científica.
Un condimento adicional: para lograr erigirse como filósofo, una persona debiera consagrar su vida al
estudio de las formas, de modo que sólo alcanzaría la verdadera sabiduría en las proximidades del
ocaso de su vida.

Ahora sí, volviendo al interrogante referido a la distinción entre lo único y lo múltiple,
encontramos que quién puede realmente conocer el en sí del objeto, es aquel que puede abstraerse
de sus múltiples cualidades físicas (color, forma, tamaño, características visibles de un determinado
proceso social, etc.) y llegar determinar una idea principal que lo enfrente directamente a la
naturaleza del objeto. Por esto mismo, las formas platónicas no debieran ser acusadas de quedarse
en el plano sensible del conocimiento, más allá de las críticas que podrían dirigirse desde otras
escuelas filosóficas y epistemológicas.

Opinión y Conocimiento

Para conocer, admite Platón, necesariamente el objeto debe existir. Asimismo, sostiene que
únicamente los filósofos pueden conocer lo que es. De ser así, habría que preguntarse qué es lo que
hace el resto de las personas. Los que no están dedicados a cultivar sus mentes toda la vida, se
encontrarán ante la sola posibilidad de opinar. De manera inmediata la cuestión se centra en conocer
cuáles son los objetos de opinión. Sin dudas, uno no puede opinar acerca de lo que no es, porque lo
inexistente no es sujeto de opinión ni tampoco de conocimiento. Simplemente no existe. El problema
es que una opinión tampoco puede dirigirse hacia algo que existe, porque en ese caso daría en el
blanco y no se diferenciaría en absoluto del conocimiento. Entonces, ¿cuál sería la conclusión?
Analicemos momentáneamente las palabras de Sócrates:

-¿Y el que opina refiere su opinión a algo único?
-Sí.
-Pero se podría decir con toda precisión que lo que no existe no es algo único, sino nada.
-Ciertamente.
-¿Asignamos por necesidad a lo que no existe la ignorancia y a lo que existe la intelección?
-Perfectamente.- dijo Glaucón.
-¿En consecuencia no se opina ni respecto de lo que existe ni de lo que no existe?

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-No, claro.
-¿Por lo tanto la opinión no sería ni ignorancia ni intelección?
-Parece que no.
-Por consiguiente, entonces, ¿está fuera de estas capacidades, sobrepasando en claridad al
conocimiento o en oscuridad a la ignorancia?
-Ninguna de las dos cosas.
-¿Y acaso,- dije yo- te parece que la opinión es algo más oscuro que el conocimiento y algo
más claro que la ignorancia?
-Eso mismo.- dijo.
-¿Y está ubicada entre las dos?
-Sí.
-Por consiguiente, la opinión es un intermedio entre ambas.5

Consecuentemente, la opinión no es saber ni no saber. No es conocimiento, pero tampoco
ignorancia. La idea de intermedio, que surge de la palabra metaxy y es acabadamente tratada en
Banquete, esconde una crítica suavizada a los sofistas de la época. Los sofistas, en el marco de la
teoría del conocimiento platónica, no eran toscos ignorantes cuyo objeto de estudio era inexistente,
sino sujetos que tan sólo podían generar opiniones sin alcanzar la esencia de la cosa.
Es así, entonces, que conocer es alcanzar el en sí del objeto de estudio. Opinar, en cambio,
significa quedarse a mitad de camino entre no conocer nada y realmente tener acceso a la esencia de
la cosa. Desde luego, la mayoría de las personas puede opinar, deleitarse con habladurías y creer
acceder a la verdad, pero nada más alejado del verdadero filosofar, de lo que actualmente podría
denominarse el hacer científico. En realidad, la visión idealista platónica sólo concibe el acceso a la
verdad por parte de los filósofos que han recorrido toda su vida dedicándose exclusivamente al
estudio de todas las artes (estéticas, de la guerra, etc.), de sus polis, del entramado social, de los
sistemas políticos, etc.

El camino hacia las formas: punto álgido del conocimiento

Cual una persona que goza de una visión más desarrollada que le permite captar toda la
dimensión de la escala cromática, así puede comprender el filósofo los diferentes niveles que tiene el
proceso cognoscente. Puede llegar hasta los niveles más elevados del intelecto, pero también puede
regresar sobre sus pasos y entender los niveles inferiores atados a los planos sensibles. A
continuación se intentará describir sucintamente los diferentes planos del proceso cognoscente.

De acuerdo al pensamiento platónico, la formación del filósofo le permite a su mente ir
recorriendo un sendero ascendente que, poco a poco, la enfrenta directamente con el acceso a la
verdad. El trayecto se inicia con la posibilidad, sencilla e intuitiva, de realizar conjeturas (eikasía). El
término griego eikasía está relacionado con eikón, cuyo significado es imagen. Por lo tanto, el nivel
más primitivo que debe atravesar el filósofo es el que conlleva un necesario procesamiento de
imágenes. Luego, su preparación le permitiría llegar al nivel de la creencia (pístis) que implica no sólo
asimilar múltiples imágenes, sino también tener confianza en la percepción realizada. El tercer nivel
que propone Platón es el de la abstracción, donde comienza a abandonarse la primacía de lo
sensible y la cercanía al mundo de las opiniones, para acercarse al verdadero conocimiento
abandonando los puntos intermedios, la metaxy. Según parece sostenerse en República, la
abstracción igualmente permanece en el espectro de la metaxy aunque fundándose en lo concreto
logra ligeramente despegarse para llegar a lo inteligible. Sin embargo, es precisamente la intelección
el cuarto nivel que puede alcanzar el filósofo. Al llegar a ese lugar puede captar las formas de la
realidad y abandonar completamente lo sensible.

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El verdadero conocimiento, entonces, se alcanza a partir del seguimiento de determinados
estadios. La manera de lograr el paso de uno a otro momento del proceso parte de la existencia de
un proceso cognoscente, descrito a lo largo de los diálogos tardíos platónicos y cuya herramienta
fundamental de movimiento son las hipótesis. Éstas últimas, basadas en la abstracción del filósofo,
permiten recorrer los diferentes niveles dicho proceso, desde el más elemental y conjetural hasta el
más desarrollado estadio de la intelección. Veamos que sostiene Platón en República:

-Entiende, por lo tanto, lo que digo respecto de la otra sección de lo inteligible, en la cual el
razonamiento mismo aprehende con la capacidad dialéctica sin hacer de las hipótesis principios sino
verdaderas hipótesis, como peldaños y trampolines, para llegar hasta lo que ya no tiene hipótesis,
hasta el principio de todo, y tras captarlo, tomándose de nuevo de las cosas que de él dependen, baja
así hasta la conclusión, sin valerse de manera alguna de nada sensible, sino de las formas mismas a
través de las formas y hacia las formas y concluyendo en las formas.6

Por lo tanto, Platón considera fundamental realizar hipótesis basadas en abstracciones que
no tienen necesariamente que ser explicadas por el investigador. Por el contrario, se puede
hipotetizar y tomar supuestos considerando completamente visibles sus implicancias. Diría Platón:

-Te lo diré- dije yo. Comprenderás fácilmente si antes te digo lo que sigue. Creo que sabes
que los que se ocupan de cuestiones de geometría, cálculo y cosas por el estilo, postulan hipótesis
acerca de lo par, lo impar, las figuras y las tres clases de ángulos y otras cosas similares de acuerdo
con lo que dicta cada investigación. Como si las conocieran, las toman como supuestos y consideran
incluso que no deben dar razón acerca de ellas ni a ellos mismos ni a otros, como si fueran
completamente evidentes, y comenzando por ellas explican el resto de manera consecuente, para
terminar en eso que se proponían investigar.7

A partir de esto, el lector puede comprender que existe una ruptura con el pensamiento
sofista (de la opinión), a la vez que el enfoque presenta las limitaciones del pensamiento circunscripto
a la realidad de la Grecia Antigua. Sin embargo, debe concluirse destacando que el pensamiento
griego representa un tangible punto partida que abre camino al estudio conceptual del conocimiento.

1 Recordar que Sócrates el es personaje que dentro de la obra República, representa la posición de Platón.
2República, libro V. Editorial Losada, 2005. Páginas 378-379.
3 Ver los escritos de N. Cordero, “L’ interprétation antisthénienne de la notion platonicienne de forme (eidos,
idea), en M. Fattal (ed.), La philosophie de Platon, París, L’ Harmattan, 2001. Páginas 323-343.”
4República, libro V. Editorial Losada, 2005. Páginas 379-380.
5República, libro V. Editorial Losada, 2005. Página 384.
6República, libro VI. Editorial Losada, 2005. Página 442.
7República, libro VI.Editorial Losada, 2005. Página 440.
Platón, República, Edición Eudeba, 1963.
Platón, República, Edición Lozada, 2005.
Platón, Banquete, Edición Eudeba, 2001.
Jean – Pierre Vernant, Los orígenes del pensamiento griego, Edición Paidós
Studio, 2008.
Armando Poratti, Teoría política y práctica política en Platón, En La filosofia politica clasica. De la
Antigüedad al Renacimiento. Comp. Boron, Atilio A., Coleccion CLACSO – EUDEBA, CLACSO, 2000.
Jorge Dotti, Téorico 8, realizado en el marco de la Materia Filosofía Política de la carrera de Filosofía
y Letras de la UBA, 2000.

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Fuente: http://www.econ.uba.ar/

https://mail.google.com/mail/?ui=2&view=bsp&ver=ohhl4rw8mbn4

18 de julio de 2011

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