Pese a su condición desasosegante, como forma de conocimiento más llamada a inquietar el ánimo que a tranquilizar, ciertos autores han conseguido transformar la filosofía en una vía de autoayuda muy provechosa, al menos para ellos. Platón como alternativa al prozac fue la fórmula que triunfó hace ya varias temporadas y que no agota el intento de hurgar en la historia del pensamiento a la busca de su lado más práctico. Un afán, ese de desnudar la filosofía de todo su potencial movilizador para transformarlo en instrumento de terapia casera, muy acorde con el utilitarismo que domina los tiempos y que constrasta con las dificultades de la disciplina para conservar un hueco digno en los planes de estudio.
El filósofo Armando Massarenti (Salerno 1961) ha conseguido abrir un hueco cotidiano al pensamiento filosófico a través de una sección periodística en la que pasa por el tamiz crítico, y también risueño, de la disciplina acontecimientos de actualidad o manifestaciones de los protagonistas de las noticias con las que sus escritos comparten espacio. Lo sorprendente es que consiga hacerlo manteniendo la exigencia de claridad -la cortesía orteguiana- y el poder de incomodar al lector con una perspectiva nada previsible, hasta sustraer la materia de reflexión a la volatilidad del orden del día.
Las piezas de Massarenti se publican ahora en España recopiladas en Instrucciones sobre cómo tomarse las cosas, libro apto incluso para quienes rehuyen la lectura amparándose en la dificultad de encontrar el momento. El subtítulo, «Píldoras de filosofía mínima», alude tanto a la brevedad de las entregas como al carácter de tratamiento en forma de dosis diaria que puede dársele a los escritos.
Otros libros se afanan en esa pretensión, imposible por otra parte, de la filosofía digerible sin calentamiento previo aunque con resultados no tan felices. Mark Vernon lo intenta en 42: La respuesta de Pensamiento Profundo a la vida, al universo y a todo (Alianza Editorial), que tiene hallazgos aunque resulte desigual y disperso en conjunto. Martin Cohen presenta en El escarabajo de Wittgenstein y otros 25 experimentos mentales más, en la misma editorial, toda una tabla de gimnasia filosófica.
La utilidad de todos ellos reside, en última instancia, en la voluntad de entender, porque, como afirma Armando Massarenti, «sabemos tan poco a pesar de contar con tanta información simplemente porque, en muchos casos, no queremos saber».
Fuente: http://www.lne.es/cultura/2010/12/16/pildoras-reflexion/1008383.html
SPAIN. 17 de diciembre de 2010