Philosophia perennis

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Hace unos días celebramos al filósofo Tomás de Aquino, uno de los más grandes filósofos de la historia, considerado además como una presencia ineludible en la filosofía cristiana y en la tradición occidental. Pero si bien es indudable que Tomás de Aquino dejó muchas enseñanzas e hizo una enorme labor intelectual –tanto así que su filosofía es considerada como “philosophia perennis”– también es indudable que esta actitud no puede encerrarse en una idolatría sin más.

“Philosophia perennis signfica algo muy distinto: me estoy refiriendo al espíritu del verdadero filosofar que habita en cada verdadero filósofo, es decir, en todo aquel que, movido por una irresistible necesidad interior, rastrea el logos o la ratio del mundo. El que ha nacido filósofo trae consigo al mundo este espíritu como potencia. Esta potencia se actualiza si encuentra un filósofo maduro, un “maestro”. Así nos tendemos la mano más allá de los límites que nos marcan el espacio y tiempo. Así Platón y Aristóteles y san Agustín fueron mis maestros y yo no hubiera podido filosofar de otro modo que en constante diálogo con ellos.” Tomás de Aquino, en boca de Edith Stein. ¿Qué es la filosofía?

Esta es una lección importante para todo aquel que se considera filósofo, pues no se trata de encerrarse en una filosofía como si ésta fuera un dogma sin ninguna salida, se trata, por el contrario, de rasterear el logos o la razón del mundo, esto es, la verdad; se trata, a fin de cuentas, de tener el verdadero epíritu de la philosophia perennis. Y esto se logra dialogando con otro saberes en la búsqueda de la verdad. En la época de Tomás de Aquino lo normal y lo indicado –lo políticamente correcto– era ser platónico. Sin embargo, Tomás de Aquino fue aristotélico y, con ello, rompió un paradigma importante, que le costó que sus textos se prohibieran durante un tiempo, hasta que finalmemnte resultó ser uno de los filósofos más representativos del pensamiento cristiano y occidental, y con toda razón.

“El tomismo está vigente en la actualidad. Hay ciertamente muchos elementos que son puestos en crisis, pero hay otros que no sólo son actuales sino urgentes para la filosofía de nuestro tiempo. Pero hay que dar no un tomismo unívoco, de pura conservación; ni tampoco un tomismo equívoco, de mero nombre, que se diluye en las otras doctrinas; sino un tomismo analógico, que a la vez retenga y avance, que profundice en lo propio y dialogue con los demás.” Mauricio Beuchot, El compromiso del tomista actual.

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