Un diagnóstico afinado del contexto mundial y los retos que hay que acometer en diversos sentidos, lo formula Raimon Panikkar, dice: “Hoy el problema no es ecológico, económico o político -aunque lo es también-. Es una crisis mucho más profunda que no puede resolverse con nuevas tecnologías y medidas, por más importantes que sean. Para afrontarla necesitamos calma (es decir, serenidad), empatía (es decir, esfuerzo), distancia (es decir, interculturalidad), contemplación (es decir, síntesis de teoría y práctica). Sólo una metamorfosis puede salvarnos […] falta una nueva visión global de la realidad que no desestime ninguna de sus dimensiones” (Panikkar: 2021, p. 37).
Consideramos que Panikkar asigna 2 tareas:
1) Un cambio de “paradigma ontológico”: Al respecto el filósofo François Vallaeys, sostiene que hoy se hace insostenible el paradigma del individualismo posesivo que se fomentó en la modernidad, la pandemia evidenció su fracaso, por tanto, se ha de pasar a un paradigma de lo Comunitario, cooperativo, colectivo, cultivar el carácter “relacional” de religación humana con los otros, expresa Edgar Morin (2006),
2) Tener una visión sistemática para comprender la complejidad de la realidad cuyos elementos centrales son: la sociedad, empresa, y la ética.
Se puede comprender la complejidad del mundo y los retos que nos impone hoy, desde una teoría sistémica cosmopolita, que proporcione claves cosmopolitas para poder interpretar el mundo y generar un impacto positivo, que haga posible la comprensión de “todos” los elementos del ecosistema y del Impacto que se establece entre ellos cuando interactúan, comprender su interconexión e interdependencia, nos hará concientes de la envergadura del problema y de la posibilidad de trabajar por “retos comunes” y lograr mejores resultados.
Hay una forma de comprender el mundo bajo el paradigma del Orden Cosmopolita, que tiene diversos ámbitos de realización. El orden cosmopolita caracteriza a una “sociedad civil universal” como principio regulativo, es decir, el hombre siente la necesidad de ser miembro de una sociedad civil, cuyo fundamento es “ético”. Kant lo expresa así:
“Todo género de seres racionales está destinado […], a un fin comunitario, a saber, a la promoción del bien supremo como un bien comunitario”.
Höffe, señala que si tenemos en cuenta un horizonte de compresión amplio del Cosmopolitismo kantiano -dice- “en una perspectivas de 360°” (Höffe: 2009) comprenderemos que el cosmopolitismo moral es el más relevante, pues está a la base del proyecto mismo, es un cosmopolitismo humanista, he allí la importancia radical de una Ética cosmopolita, en vistas a lograr en el siglo XXI una Comunidad Humana Cosmopolita Global, cuya virtud sea respetar y promover: el valor de la vida, la autonomía que se funda en la dignidad del ser humano, la libertad y el bien común.
El cosmopolitismo es una teoría que postula que todos los seres humanos con independencia de su raza, sexo, religión, capacidades, posesiones, nacionalidad, forman parte de una misma comunidad. La pertenencia a esta comunidad humana implica que compartimos una moralidad (cosmopolitismo ético) y extiende el campo de nuestras obligaciones más allá del ámbito de la familia, del pueblo o de la patria. No niega el contexto histórico, pero argumenta que pueden ocultar lo que todas las personas tienen en común, establece una dinámica entre lo local y lo global, afirma David Held (Cosmopolitismo: 2012).
Held señala a la globalización como la descripción de procesos de interacción transnacionales. En cambio, el cosmopolitismo “no” es una descripción de la realidad sino una teoría “sobre lo que debe de suceder” para un “futuro mejor”, por tanto, tiene una impronta ética: sobre lo que debe de ser. El cosmopolitismo se constituye en un “ideal regulativo” para “orientar” la política, la economía, la educación.
La ética cosmopolita cuenta con elementos que hace posible postular una fundamentación teórica filosófica, con vocación humanista, Caffarena señala que se trata de una ética de impronta kantiana, cuyo centro es la humanidad que habita en el sujeto y es entendida como comunidad universal, el valor supremo de la persona se expresa en la dignidad de sí mismo y de los otros, que promueve a través de la convivencia intersubjetiva moral.
En tal sentido, consideramos que hoy es preciso revisar las definiciones y resignificar las nociones de: ética, sostenibilidad, empresa, que ya “no” son viables, en concreto en relación a la Ética, es necesario actualizar la comprensión y propuesta de una Ética universalizable, pues la ética “no” es una filosofía desfasada, ni una simple receta, en último término la Ética es una filosofía de vida, un acto de corresponsabilidad, por eso, es preciso un tránsito de la “moral a la Ética universalizable cosmopolita”.
Hoy es preciso, definir claramente la “opción ética en las organizaciones”: significa enseñar la importancia de los esfuerzos de universalización de comportamientos éticos como progreso de la humanidad hacia una mayor justicia, equidad y sostenibilidad.
Se precisa de una Ética universalizable cosmopolita que transforme el individualismo en cooperativismo, mutualidad, una forma de relacionalidad más humana.
Tal como señala el objetivo 17 de los ODS que insta “alinear“ a organizaciones y la ciudadanía en general hacia acciones conjuntas, una Ética cosmopolita puede contribuir a generar un proceso de concienciación global encaminados a lograr Corporaciones y Sociedades cosmopolitas, sobre principios compartidos de mayor justicia y bien común, fomentar un Ecosistema de innovación abierto y colaborativo para avanzar en la gestión de la ética en las organizaciones, alineando esfuerzos, bajo el paradigma de una Ética Cosmopolita que responde a los retos del siglo XXI.
Al respecto Jesús Conill considera que la caracterización del “cosmopolitismo” explicita el “horizonte” de la ética kantiana, se trata de un horizonte mundial. A su entender, actualmente el carácter “cosmopolita” de la ética, es un “modo” de entender y enfocar la actual globalización, en sentido “ético”, “social”, político, “económico” y “educativo”, desde el pensamiento kantiano, sustenta su centralidad y la pertinencia de la dimensión Ética.
La viabilidad y la ejecutabilidad del proyecto cosmopolita se ha ido concretando a lo largo de la historia, bajo la frase: “De lo que es, a lo que debe de ser”.
Por tanto, el cosmopolitismo es un ideal realizable, -señala Cortina-, pese a las sonrisas escépticas sobre las posibilidades de construir una Cosmópolis, “una ciudad de la Tierra en que ningún ser humano esté excluido, a ella se encaminan Organismos internacionales, cívicos, políticos, jurídicos y económicos, que van asentando día a día los cimientos de la ciudad común. Una ciudad en el que todos ejerzan una ciudadanía”. (http://www.redrentabasica.org/rb/rrbantigua_118/)
El proyecto cosmopolita en las organizaciones internacionales ha logrado una realización significativa, en tal sentido, no hablamos de una quimera irrealizable, para muestra, dos personas que han contribuido a ejecutar el ideal: Kofi Annan y John Ruggie, ambos marcaron un hito en la historia.
Obtuvieron la aprobación de la Asamblea General para los Objetivos de Desarrollo del Milenio y contribuyeron a la renovación institucional de la ONU, por el que Annan y las Naciones Unidas en su conjunto recibieron el Premio Nobel de la Paz en 2001, por “darle nueva vida a la organización”.
Ruggie marcó un hito con los Principios rectores, propuso una hoja de ruta para introducir en el escenario global de las empresas los Derechos humanos; en la dedicatoria de su libro hay un destinatario cosmopolita, dice así: “Dedicado a Kofi A. Annan, hijo de Ghana, ciudadano del mundo” (Ruggie, 2013)
Ello contribuye a generar una esfera pública global que refuerza el sentimiento de pertenencia a una comunidad planetaria, en la línea de aquel espacio público en el que Kant entendía que todas las personas pueden ejercer el derecho de intervención y réplica como un “derecho de la humanidad”. Así, se constituyen en pilares de una sociedad cosmopolita, que requieren una tarea multilateral desde la sociedad civil, los estados, las empresas, las instituciones políticas internacionales.
Santiago Muñoz señala que el cosmopolitismo se nos presenta como un “edificio en construcción a través de instituciones democráticas y justas”, un proyecto que quiere hacer frente a los problemas globales con soluciones globales y en cuyo triunfo se cifra la pervivencia de la humanidad (Muñoz: 2016).
Basándose en Kant, Adela Cortina en su libro Ética cosmopolita, señala que la razón crítica exige emprender “la vía Cosmopolita” por las siguientes razones: 1) Para que todas las personas tengan voz, 2) Atendiendo a las dos esferas de la justicia: la civil-política y la socioeconómica (Cortina: 2021). Se puede promover una Cultura de ciudadanía global cosmopolita entendida como una filosofía de vida en varios niveles: personal, social y comunitario, mundial planetario.
Este orden cosmopolita no es una utopía, sino una idea regulativa, que es una orientación para la acción y un criterio para la crítica de la situación actual; un marco que permite articular distintos proyectos.
Para Höffe se trata de llevar adelante “la democratización de la moral” que inicia Kant: “todos los seres humanos al margen de su posición social, grado de instrucción son iguales en su conciencia moral” y cuentan con la misma capacidad para intervenir en el juicio de lo bueno y lo malo, porque participan de idéntica racionalidad pura práctica.
En tal sentido, uno de los objetivos principales de la sociedad cosmopolita consiste en empoderar a los seres humanos a través del desarrollo personal, comunitario, local frente a la agresión en detrimento de sus derechos, por parte de los gobiernos, así: “la humanidad está más protegida cuanto más desarrollada” (ONU programa para el Desarrollo responsable).
Notas
Bibliografía.
Adela Cortina, Ética cosmopolita, Paidos. Madrid, 2021.
Santiago Muñoz Machado, Vieja y nueva Constitución, Crítica, Barcelona, 2016.
David Held, Cosmopolitismo, Alianza, Madrid, 2012.
Otfried Höffe, “Cosmopolitismo universal. Sobre la unidad de la filosofía de Kant”, en: Cosmopolitismo: democracia en la era de la globalización, Dulce María Granja Castro y Gustavo Leyva (Eds.), Anthropos, Barcelona, 2009.
José Gómez Caffarena, Teismo moral, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1984.
Raimon Panikkar. Ecosofía la sabiduría de la tierra, Edición Jordi Pigem, Fragmenta editorial, Barcelona, 2021, p. 37.
Edgar Morin, El Método 6, Cátedra, Madrid, 2006.
John Ruggie: Just Business: Multinational Corporations and Human Rights, Norton & Company, Nueva York, Londres, 2013.
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24 de octubre de 2021