Si se analizan los libros y artículos que se han publicado en el mundo durante los últimos años sobre autores de filosofía, Tomás de Aquino aparece en cuarto lugar, solo superado por Aristóteles, Kant y Heidegger. Así lo indica un reciente estudio realizado para la Biblioteca Nacional de España. Quien naciera en un 1224 en el pequeño pueblo de Roccasecca y viviera una enconada oposición familiar cuando se convierte en fraile dominico, ha dejado una huella indeleble en la filosofía occidental.
Invitado a Chile, Serge-Thomas Bonino OP, uno de los más relevantes tomistas actuales, habla de la vigencia de esta filosofía, la pérdida de su caracter “monopólico” y la actual creencia en ángeles y demonios. También traza algunos nexos entre nuestra época y la de Santo Tomás.
Si se analizan los libros y artículos que se han publicado en el mundo durante los últimos años sobre autores de filosofía, Tomás de Aquino aparece en cuarto lugar, solo superado por Aristóteles, Kant y Heidegger. Así lo indica un reciente estudio realizado para la Biblioteca Nacional de España. Quien naciera en un 1224 en el pequeño pueblo de Roccasecca y viviera una enconada oposición familiar cuando se convierte en fraile dominico, ha dejado una huella indeleble en la filosofía occidental. Lo demuestran la serie de publicaciones y congresos en torno al autor de la “Suma Teológica”, como el que se inicia esta semana en Santiago, que cuenta entre sus invitados con el destacado tomista Serge Thomas Bonino (57).
Fraile dominicos al igual que Aquino, Bonino nació en Marsella, Francia. “Viví mi adolescencia cristiana en un ambiente muy secularizado. En la escuela secundaria, los ‘maestros de la sospecha’ -Marx, Freud y Nietzsche- seguían siendo el pensamiento dominante. Sentí la necesidad de estructurar mi fe para poder “darle sentido” en un contexto culturalmente desfavorable. Así que a los dieciséis o diecisiete años recurrí a Santo Tomás de Aquino. ¡Y no me decepcionó!”, relata. Desde 2011 Bonino es secretario de la Comisión Teológica Internacional y en 2014 se convirtió en presidente de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino, con sede en el Vaticano. Actualmente es decano de la facultad de Filosofía de la P. Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma (conocida como Angelicum).
-¿Está Santo Tomás de Aquino hoy algo ‘relegado’ dentro de la Iglesia Católica? Una serie de movimientos no siguen su escolástica, como la teología bíblica y la teología de la liberación.
“No hay duda de que el tomismo perdió en la Iglesia Católica el monopolio -a veces ‘ideológico’- de que gozó desde finales del siglo XIX hasta el Vaticano II. Hoy el tomismo ya no es ‘obligatorio’, aunque la Iglesia persista en pedir que la formación teológica de los sacerdotes se haga en la escuela de Santo Tomás: es la más adecuada para introducir a los seminaristas en la tradición doctrinal y teológica de la Iglesia. La manera en que Tomás de Aquino articula la metafísica y la teología sigue siendo, además, un modelo relevante para estos tiempos”.
-Ahora último su figura ha generado interés en filósofos no católicos.
“Es interesante ver que hoy Santo Tomás suscita gran interés entre los filósofos, a veces no cristianos, sobre todo entre los filósofos analíticos, los que aprecian su rigor argumentativo. También entre los teólogos, que se refieren a él no tanto como punto de partida de la teología tridentina, sino como síntesis de la tradición de los Padres, siempre abiertos a un mayor progreso. El tomismo no es un sistema cerrado, sino una tradición viva”.
-Tomás de Aquino vivió enfrentamientos turbulentos dentro y fuera de la Iglesia ¿Se puede hacer un paralelo entre la época de Santo Tomás y el momento que vive hoy la Iglesia Católica?
“En el seno de la Iglesia, Santo Tomás luchó sobre todo por defender el ideal evangélico de las órdenes mendicantes, especialmente el valor de la pobreza para la vida apostólica. Sin subestimar los problemas internos de la Iglesia, que socavan en gran medida su credibilidad, creo que hoy, como en los tiempos de Tomás, los mayores desafíos para la Iglesia son los que se derivan de su relación con la ‘cultura externa’.
“El desafío que Tomás de Aquino afrontó fue el de asimilar críticamente una nueva visión del mundo, la de la filosofía greco-árabe aristotélica. En ese ámbito, mostró las limitaciones de este pensamiento respecto del conocimiento revelado, asumiendo los elementos positivos de esta visión del mundo para ponerlos al servicio de una mejor comprensión de la fe. Esta obra sigue siendo esencial para la Iglesia frente a las culturas contemporáneas. La Iglesia no debe abandonar el ‘pensamiento’ o el terreno cultural en favor de una simple praxis”.
Ángeles del siglo XXI
-Su obra “Ángeles y demonios” ha sido traducida a diversos idiomas. ¿Cree que el interés actual en los ángeles ha fortalecido o distorsionado su conocimiento?
“¡La creencia en los ‘espíritus’ tiene buena salud hoy en día, pero no es muy católica! Se presenta como una reacción comprensible al carácter mutilador de una cultura predominantemente tecno-científica, que reduce la realidad a las dimensiones que cree poder dominar. Al mismo tiempo, este ‘retorno de los ángeles’ es fruto de esta misma cultura”.
– ¿Por qué?
“De esta cultura -que a menudo denunció Benedicto XVI- se deduce que solo habría racionalidad en las ‘ciencias duras’, de modo que cualquier otra aproximación a la realidad (metafísica, religión, arte) está condenada por definición a la irracionalidad: es puro sentimiento o, en el mejor de los casos, una opinión subjetiva no verificable. El ángel contemporáneo está condenado, por tanto, a vagar en una zona irracional, de modo que se asemeja mucho a estos pobres subproductos de la imaginación científica, como en otra ocasión fueron los extraterrestres y otros personajes de ciencia ficción. Además, el ángel contemporáneo que prolifera en las ‘nuevas espiritualidades’, como en el New Age , es un producto puro de la cultura individualista: aparece como una fuerza auxiliar simpática al servicio de mi equilibrio psico-emocional”.
– ¿Y quiénes son los ángeles?
“Para la teología católica, los ángeles no son solo esos ‘espíritus puros’ que fascinan a los filósofos, sino que también, como su nombre lo indica, son mensajeros de Dios. Son instrumentos de la Providencia paterna de Dios que nos acompañan en el camino de la salvación. El ángel es para el metafísico lo que la drosophila es para el genetista: un material experimental perfecto que le ofrece la posibilidad de realizar toda una batería de pruebas. En efecto, el ángel es a los ojos del filósofo una criatura, como el hombre, pero libre de la condición material y natural: es un espíritu creado puro. Reflexionar sobre el ángel permite así comprender mejor, por contraste, lo que es el hombre”.
-Tomás de Aquino le dedica mucha atención a los ángeles.
“El mundo angélico es para los medievales una realidad evidente, como lo es el mundo que nos rodea. Recibe legítimamente toda su atención. Además, la reflexión sobre el ángel es un medio para que Santo Tomás comprenda mejor al hombre. Hoy pensamos en el hombre comparándolo con el chimpancé o el robot. Santo Tomás lo compara con el ángel”.
– ¿Y los conceptos de demonios e infierno no es algo que esté “pasado de moda”? ¿O vinculado a una religión basada en el temor más que en el amor?
“La creencia en los demonios ciertamente no es central en el cristianismo y debemos evitar darle demasiado espacio. Dicho esto, sin ser la clave del misterio del mal, muestra toda su extensión. Como dice San Pablo, ‘no es nuestra lucha contra la carne y la sangre’: la lucha espiritual que cada uno de nosotros tiene que librar es parte de un marco más amplio que el humano. Razón de más para volver a poner nuestra fe en Cristo, el único vencedor del mal”.
– ¿Cómo describiría el acercamiento de los últimos tres Papas con la filosofía y teología de Tomás de Aquino?
“Se podría decir que Juan Pablo II estuvo marcado por la metafísica tomista del acto del ser, redescubierta en el siglo XX, y por el realismo antropológico de Santo Tomás, que él mismo definió como Doctor humanitatis . Intentó que este pensamiento tomista y la fenomenología contemporánea se enriquecieran mutuamente. En cambio, los primeros contactos de Joseph Ratzinger con el tomismo no fueron buenos, pero poco a poco aprendió a apreciar tres aspectos del tomismo cercanos a sus preocupaciones como Papa: la correcta articulación entre fe y razón, el vínculo entre la vida espiritual y la práctica teológica eclesial, y la importancia de la ley natural como fundamento del orden moral y político, especialmente importante contra la tentación del relativismo”.
– ¿Qué pasa con el Papa Francisco?
“El se refiere en ocasiones a Santo Tomás para ilustrar temas que le son queridos: el valor positivo de la diversidad de las criaturas o la atención necesaria a lo concreto en la antropología y la moral. Su exhortación apostólica Amoris laetitia se inspira en Santo Tomás en tres puntos esenciales: la importancia antropológica de las pasiones (emociones) en la existencia humana; la naturaleza del amor en sus diversas formas; y ciertos temas morales. Amoris laetitia se refiere a la manera en que Tomás de Aquino articula, en la concreción de la acción humana, la objetividad de la norma, la atención a lo concreto y el considerar los factores subjetivos”.
-Santa Tomás vivió intensos episodios durante sus 49 años de vida, ¿recomendaría alguna biografía?
“La mejor biografía de Santo Tomás de aquino hoy en día es la de Jean-Pierre Torrell, traducida a muchos idiomas. De los episodios que narra, me encanta la pregunta que Tomás niño le hace al monje a cargo de su educación: ¿ Quid Deus? ¿Qué es Dios? Fue una pregunta que informó toda su vida”.
“Hoy pensamos en el hombre comparándolo con el chimpancé o el robot. Santo Tomás lo compara con el ángel”.
Notas:
Fuente: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=487403
16 de julio de 2018. CHILE