El siglo XIX no fue precisamente un buen siglo para la filosofía. Así que a Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900), hombre que sintió y –más que nada- resintió ese siglo, no le tocó una buena época para ser filósofo (como lo es quizás la época actual).
Después de Hegel, los filósofos atravesaron por la incertidumbre. Y entonces aparece Nietzsche como un pensador provocador que expone la crisis de la filosofía académica, en general, y de la educación, en particular.
A cambio de su labor crítica, este pensador fue despreciado, no recibiendo reconocimiento de los demás filósofos sino hasta el siglo XX, a la distancia temporal que siempre da una mejor perspectiva para la valoración de los productos intelectuales.
Nietzsche fue un antipolítico porque renegó de la sociedad en la que le tocó vivir. Y uno de los aspectos de lo que más renegó fue, precisamente, el educativo. Según él, llegaría una nueva época para la educación, a la cual contribuiría la filosofía que contempla una humanidad con nuevos valores.
Como alumno y profesor que fue, Nietzsche era consciente de la problemática educativa de su lugar y su momento. Entonces él reflexiona en esa problemática a lo largo de toda su obra. Preocupado por la educación, piensa que los educadores que de su tiempo son meros transmisores de saberes.
Por esta razón se consideró a Nietzsche como un desubicado y provocador. El autor de “El Anticristo” despreciaba y criticaba con especial empeño a la sociedad de su tiempo, exhibiendo la decadencia de la misma y proponiendo una posibilidad para superarla.Era un hombre antipolítico porque enfrentaba a una sociedad transitiva, a la cual no podía ver sino como un puente hacia la sociedad del futuro.
Esa actitud crítica es la que hace falta en sociedades que necesitan ser superadas. Para que llegue un mejoramiento en lo educativo es necesaria una negación de la situación penosa que se quiere superar.
Hoy, en nuestra sociedad, los intereses políticos y económicos controlan las escuelas, las clases, los programas de estudio. La educación parece haberse vuelto un reto de administración y de gestoría, de inversión y rendimiento, o de aplicación de recursos y rentabilidad de los mismos.
Tal como hizo Nietzsche en su momento y en su lugar, aquí podemos decir que no hay educadores, sino instrumentos de esos intereses. Ahora se les llama “facilitadores” y hasta “animadores”. Alguien se atreve a llamar “coaching” a la tarea de educar.
Cuando se trata de referirnos a educadores, pareciera que estamos ante empleados de grandes guarderías para niños y jóvenes; empleados cuya misión es mantener estándares para obtener recursos de gobiernos y fondeadoras.
Muy probablemente Nietzsche se sentiría en nuestro lugar y momento como se sintió en su lugar y momento; y tal vez sería un tanto más provocador.
Fuente: https://www.elheraldodechihuahua.com.mx/columna/nietzsche-y-educacion-filosofia-vigente
26 de enero de 2017. MÉXICO