Breve descripción sobre las condiciones y fundamentos que rigen en las relaciones entre un erasta y un erómeno, enmarcados en el contexto de la problemática del uso de los placeres reflejadas en El Fedón y en La República de Platón.
¿Por qué philia desplaza otros modelos de vinculación, y en qué sentido es solidaria con el concepto sophrosyne?
La philía como solidaria de la mesura (sophrosyne) implica, sobre otros modelos que son pasibles de hybris, las siguientes características generales:
• Conquistar la tranquilidad del alma en el camino hacia la excelencia.
• Mantener en la amistad un vínculo más duradero, puesto que entre almas
(inmortales) la relación puede seguir más allá de la fugacidad de los cuerpos.
• Ser reconocido socialmente y tener la posibilidad de practicar la política, es decir, ser gobernante.
• La necesidad de llevar una vida ética y estética más refinada.
La primera de las características implica seguir el principio de las artes de la existencia en donde el cuidado del alma por sobre el cuerpo implica un dominio de la razón sobre las fuerzas siempre latente de lo irracional. El triunfo del sujeto temperante, racional, consta de ser dueño de sí y por ende, de sus actos; este sujeto conquista todo exceso como forma de conducir una vida que se aparta de la racionabilidad.
El desplazamiento que efectúa el sujeto irracional, se da en el marco de un agón (desafío, disputa, etc.) sostenido, que llevará al triunfo sobre la desmesura. Trátase este agón sostenido, de una reflexión que busca reglamentar las condiciones y las modalidades de un uso que se orienta al campo de las aphrodisia (del uso de los placeres); permitir un equilibrio en la dinámica del placer y del deseo es el fin buscado, y evitar la satisfacción de una necesidad que “se revuelva y usurpe un lugar que no es el suyo”.
Las prohibiciones en el uso de los placeres no se tratan de prohibiciones en sentido lato, sino de regulaciones conformes a medida. En este agón, o “esquema de la batalla perpetua”, el alma es el escenario de combate. Vencer pasiones, placeres y apetitos intemperantes implica, matar, en tanto expulsar, lo que perturba la tranquilidad del alma.
Venciendo los placeres y logrando la tranquilidad del alma se alcanzará el verdadero ser, en el que no habita el no-ser, es decir, lo mudable que deja de ser lo que era y ya no es. Este verdadero ser es el justo medio, el equilibrio o armonía de un estado no afectado por el vaivén entre ser y no ser; es, en otras palabras, la fijeza de un topos o bios auténtico, fijo e inmutable; no se trata aquí del abandono de uno u otro topos o bios para pasar a otro.
La segunda característica pone de relieve que al alcanzar la relación de philia se logra superar el ardor inicial de lo carnal para alcanzar la plenitud de un vínculo que trae la serenidad de los sujetos y un enlace de éstos que puede durar hasta el final de sus vidas. De tal manera, la relación amorosa, que vincula al erasta y al eromeno, dominada por la hybris, da lugar a un nuevo vínculo que ha de enlazar definitivamente a la pareja. Se trata de un amor platónico, en sentido de amor ideal con exclusión de todo afecto físico o elemento sexual.
“Por consiguiente, en la ciudad que estamos organizando, deberás ordenar por ley que el amante pueda coincidir con el joven a quien ama, besarlo y acariciarlo como si fuero su hijo, llevado por un noble fin, siempre que haya conquistado su corazón, y que susrelaciones no hagan suponer que haya llegado a extremos mayores que éstos. De otra manera habrá de incurrir en el reproche de ser un hombre sin educación ni delicadeza” (Fragmento de “La república”, de Platón).
“Incurrir en el reproche de ser un hombre sin educación ni delicadeza”, lleva a la tercera característica que nos ocupa, en la cual se pone de manifiesto un marco regulativo del uso de los placeres en conformidad a la posición social, es decir, se explicita un topos público en donde se tensiona el reconocimiento o la muerte social, o, en un sentido más general, el honor o la vergüenza, el ser o el no ser, la presencia o la ausencia, la vida o la muerte. El deshonor trae la muerte social y, con ello, el olvido. Esto explicaría también el por qué de que el guerrero aristocrático de la antigua esparta parezca obsesionado por la gloria.
El conocimiento del límite que implica la sophrosyne, asegura no caer en la hybris, y necesariamente se da la muerte, metafóricamente hablando, de aquello que conduce a la servidumbre, que es la soberanía de la hybris, dando exhibición al registro antropológico de “hombre libre”.
Uno de los aspectos esenciales de la virtud de la prudencia es dar la aptitud para llevar como es debido “la política del momento”, en los diferentes campos – se trate de la ciudad o del individuo, del cuerpo o del alma- en los que importa captar el kairos. En la economía del pensamiento griego, el cuerpo debe ocupar un lugar subordinado frente al alma, superior y dominante, obligada a gobernar. Quien es buen estratega (general,comandante en jefe), en el topos íntimo, será el mejor fulax de la ciudad.
En el juego de las relaciones de placer, cuando se desempeña el papel de dominado, no se podría ocupar válidamente el lugar de dominante en el juego de la actividad cívica y política, porque para poder ser considerado gobernante de la polis, es necesario ser libre y autónomo como testimonio de su soberanía como tal. Por consiguiente, la relación entre un erasta y un eromeno compromete ese requisito excluyente necesario para la gobernabilidad de la polis. Se trata de un vínculo que guarda registros disimétricos, tanto en la edad como en la posición, ya que se trata de un hombre adulto, formado intelectual y políticamente, y un joven, que aún no ha completado su formación y que necesita la figura del adulto para brindarle apoyo y consejo a con las ideas.
La cuarta característica nos lleva a posicionarnos en los procesos de territorialización y desterritorialización dentro de los campos de la sophrosyne y de la hybris, respectivamente, marcados por el signo de la ética. Aparece la díada cuerpo-alma reflejada en la cuestión del cuidado del alma como eje de reflexión dentro del dominio de la ética; esto se refleja en la necesidad de no interesarse sólo por la estética corporal del ser amado, sino de su alma en tanto que sujeta a sus voliciones y en tanto cómo se relaciona con el cuerpo y sus necesidades.
El peligro y el riesgo de atravesar delgados límites que territorializan la relación entre un erasta y un erómeno dentro del marco de lo ético y estético, parecen ser los núcleos dominantes, cuyos temores precipitan la conversión posible, necesaria y socialmente útil, del vínculo de amor, en una relación de amistad, moralmente exigida. Así, la erótica parece inscribirse en el marco de la ética y la estética, en el cual el comportamiento amoroso constituye el escenario privilegiado de mirada y vigilancia social.
Cabe aclarar que la problematización no recae sobre las inclinaciones sexuales, sino sobre la antinomia entre sophrosyne y hybris, ya que dentro del marco general de la erótica, no se concebían dos apetitos diferentes, sino más bien dos maneras de tomar y recibir placer, de las cuales una convenía mejor a determinados individuos o a determinados momentos de la vida de los sujetos.
.Platón. “República”. Editorial Universitariade Buenos Aires, 1975.
.Platón. “Fedón”. Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1971.
.Foucault, Michel. “Historia de la sexualidad”. Tomo II. “El uso de los placeres”. Siglo XXI, 1986.
.Foucault, Michel. “Hermenéutica del sujeto”. Altamira, 1996
.Vernant, Jean Pierre. “Los orígenes del pensamiento griego”. Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1976.
Fuente: Lucas Uriel Medina
ARGENTINA. 26 de mayo de 2011
En primer lugar, la elaboración del artículo presentado arriba y lo que va a seguir a continuación, deben sus palabras a M. C. Colombani, a razón de que la fuente principal es un archivo de su autoría titulado “Sophrosyne y philia como modos de superación de la muerte”.
En cuanto a la problemática del uso de los placeres, no hay preguntas o interrogaciones acerca del por qué del acto, placer o deseo dentro de la relación (éstos no tienen fundamento moral, sino que son considerados actos naturales); es por eso que la problemática no se traduce en una cuestión ontológica (no en el “qué”, sino más bien en el “cómo”). La preocupación va a estar centrada en regular y cambiar el tipo de placer (uno carnal por uno “espiritual”).
La búsqueda de excelencia consiste en la constitución de un sujeto ético, político y estético que se exhibe como un hombre libre. Esto sería volver a un estatuto inicial: vuelve a reubicarse en un camino antropológicamente natural.
El cuerpo del joven (erómeno) en tanto que objeto de deseo (su encanto, su vigor, su impetú, etc.) es un cuerpo que está llamado a perecer, a morir. En este sentido, la relación entre los miembros de la pareja consta de un tiempo relativamente fugaz, corto. En la economía del pensamiento griego, el alma debe ocupar una posición dominante con respecto al cuerpo; éste debe ocupar, metafóricamente hablando, el lugar de esclavo, y aquella el lugar de gobernante. Entonces, en este sentido, se tratará de ocuparse del ser amado no tanto de su cuerpo, provisto de belleza, sino de su alma, en tanto que ésta se sirve del cuerpo, de sus facultades, y que debe gobernar sobre aquél.
En el cuerpo habita la heterogeneidad, la irracionalidad, la materialidad. En el alma, en cambio, habitaría la homogeneidad, la racionalidad, la inmaterialidad. Será buen estratega quien ejerza el dominio a partir del alma por sobre el cuerpo; de esta manera, ejerce dominio activo sobre sí mismo (de lo contrario, siendo dominado por los placeres del cuerpo, sería un sujeto pasivo y objetal).
En cierto punto del escrito se habló de “estética” porque, en el marco del pensamiento griego, el sujeto moral deviene en una obra de arte, es decir, en algo que presenta valores estéticos y responde a criterios estilísticos. En este sentido, la estética no es una dimensión de lo bello que se imprime en la sensibilidad, sino la vida misma, a la cual apunta la búsqueda de excelencia.
Por último, la “philia” se ubica dentro del dominio de la erótica que, junto con la económica y la dietética, conforman las artes de la existencia y también, por supuesto, son solidariarias con la mesura (“sophrosyne”).
En el ultimo comentario, enmarque la philia dentro de la erotica como una de las artes de la existencia solidarias con el concepto de sophrosyne. El siguiente comentario es para aclarar un poco en que consisten estas practicas.
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Por “artes de la existencia” hay que entender, en la Griecia clasica, las practicas sensatas y voluntarias por las que los hombres no solo se fijan reglas de conducta, sino que buscan transformarse a si mismos, modificarse en su ser singular y hacer de su vida una obra que presenta ciertos valores esteticos y responde a ciertos criterios de estilo para dar “forma bella” a la existencia. No nos referimos a la estetica como dimension de lo bello en tanto aquello que impacta la sensibilidad; mas bien hay que pensar que la vida misma esta propuesta como obra de arte.
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Estas “artes” (que tambien deben entenderse como “modos de subjetivacion” o formas por medio de las cuales se constituye un sujeto de caracteristicas singulares), buscan reglamentar las condiciones y las modalidades del uso de los placeres, para dar muerte a aquello que conduce a la servidumbre; se trata de la muerte de la soberania de la “hybris”, es decir, la superacion de las fuerzas irracionales que se yerguen en el interior del propio sujeto. El triunfo del sujeto moral y temperante significa, entonces, el triunfo sobre el exceso, cediendo paso a las fuerzas racionales. De esta forma, la vida conforme a la prudencia exhibe a un “hombre libre” (condicion de ciudadano de la polis).
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En contraste con la hybris (término griego que significa orgullo, desmesura, insolencia, etc. ) de la areté griega, se encuentra el ideal de sophrosyne (que significa mesura, templanza, etc.), que en la Grecia Clásica reemplazará la imagen anterior de la areté despojándola de su aspecto guerrero tradicional. Se trata de un ideal que busca reglamentar las condiciones y las modalidades del uso de los placeres; es decir, se orienta al campo de las aphrodisia. Estas prohibiciones en el uso de los placeres no son prohibiciones en sentido lato, sino regulaciones conformes a medida.
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En lo que respecta a la salvación individual para el pensamiento moral de ciertos agrupamientos religiosos, la sophrosyne es una virtud de inhibición que consiste en apartarse de los placeres y rechazar los impulsos sexuales y criminales para dominarse a si mismo. Estos grupos se esfuerzan por mantener una práctica ascética como reacción contra la ostentación, el lujo, la insolencia, y las divisiones y los odios que suscitan en los grupos de la polis.
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Diógenes El Sínico, como representante de esta corriente, entiende que no hay mayor logro que saber ponerle un límite a las necesidades del deseo (situación que lo lleva a la autarquía, ya que se bastaría a sí mismo para ser feliz, no necesitando nada mas que el ejercicio de “la virtud”). Según Diógenes, las personas obedecen a sus deseos como los esclavos a sus amos.
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La reflexion moral no esta asociada en el mundo griego al clasico modelo de la prohibicion, sino al esquema de lo conveniente y saludable, en un espacio liderado por la sophrosyne, esto es, el conocimiento del propio limite. El sujeto puede responder a un cierto codigo moral desde dos perspectivas diferenciadas. Por un lado, sostener una adscripcion por obligacion (adhesion coactiva a un codigo), y por otra, sostener una adscripcion por una adhesion voluntaria y autonoma, no coactiva.
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Hay un marco regulativo del uso de los placeres en conformidad a la posicion social. La frontera entre la hybris y la sophrosyne supone un espacio publico que implica el reconocimiento o la muerte social, el honor o la verguenza, el ser o el no ser, la presencia o la ausencia, la vida o la muerte, etc. Ya desde la Grecia Arcaica, el honor parece presidir el escenario de la preocupacion. En la Esparta Antigua, el guerrero aristocratico parece obsesionado por la gloria. El deshonor trae la muerte social, y con ello, el olvido.