Mentes brillantes para mejorar el mundo

El jueves, 20 de octubre, madrugó el cronista para asistir a la segunda jornada del II Congreso de Mentes Brillantes que se celebraba en el Palacio de Deportes de Madrid. Veintiún ponentes en veintiún minutos cada uno iban a explicarnos cuál ha de ser nuestra actitud para cambiar el mundo e imaginar y construir nuestro futuro (el común y el de cada uno). El cónclave prometía y, además, costaba una pasta, sin duda, al alcance de los parados: de 1.600 a 600 euros con descuento, según la zona de la grada.

E-PUNSET
Eduardo Punset, durante su intervención en el II Congreso de Mentes Brillantes. / L. D.
¿Por qué 21 minutos y no 30, pongo por caso? Porque, según Aristóteles, es el promedio de tiempo a partir del cual el oyente deja de prestar atención al charlatán de turno. Luego ocurrió que el gurú empresarial argentino, residente en México, David Koncevik, demostró con su alocución que la mente humana puede permanecer concentrada mucho más tiempo. Kafka, por ejemplo, no podía dormir cuando estaba concentrado en un relato. En fin, que Aristóteles sirve para todo y hasta dijo que un burro voló, puede que sí, puede que no.

Otra premisa común de los conferenciantes fue que el futuro no está escrito y lo construiremos nosotros a partir de la herencia natural, social y cientifico-técnica. El término “nosotros” no significa los ricos, sino los que más sepan. “Somos lo que sabemos”, dijo un parlero. Respondiendo al rótulo del encuentro, El ser creativo, la pedagoga Nieves Segovia resaltó la importancia del espíritu crítico y la ayuda de la tecnología en las nuevas formas de enseñar. Sin desconocer el pasado, nuestra mente ha de ha de orientarse a la conquista del futuro. El cirujano y neurocientífico Mario Alonso Puig añadió: “Educar es sacar de dentro, no meter dentro”.

Fue la de Alonso Puig una intervención amena que cosechó muchos aplausos. El cronista aprovechó el descanso de 15 minutos que concedió el moderador y presidente de la Academia de Televisión Manuel Campo Vidal para preguntar a algunos alumnos de bachillerato de la Institución SEK qué ponente les había gustado más, y respondieron: Puig, Koncevik, Punset… El cronista tuvo la impresión de que habían recibido demasiadas cargas en muy poco tiempo y que algunas ideas habían pasado por su cerebro como los neutrinos o como los rayos del sol por el cristal: sin romperlo ni mancharlo. Para hallar la huella, tendrían que rebobinar.

A las huellas de los homínidos se refirió en una plástica alocución el director del proyecto de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga. “Atapuerca fue anteayer” aunque hayan pasado siete mil años, dijo antes de recomendarnos que no pensemos en lo que nos va a pasar sino en lo que vamos a hacer. “Esa es la auténtica pregunta que debemos hacernos”, insistió. Le siguió en sus paseos por el escenario el divulgador científico Eduardo Punset, quien, visto de lo lejos se parece a Einstein por los pelos.

Punset se refirió precisamente a la cabeza. Contó cómo el desarrollo del hipocampo del cerebro de los taxistas de Nueva York es superior al del resto de los humanos debido al estudio durante tres años de la amplia y compleja trama urbana, y expuso otros ejemplos de investigaciones que demuestran la elasticidad del cerebro. Frente a las restricciones del desarrollo emocional y al esquema del pensamiento racional dijo: “Fiaros de vuestra intuición”. Y tras invocar la jerarquía como una causa de la ruina de vidas y empresas, apostó por la imaginación y el desarrollo de las competencias físicas, emocionales e intelectuales de cada cual. Sumadas en equipo nos permitirán avanzar. Ya lo dijo Einstein: ante la crisis, lo más valioso es la imaginación.

Entonces, el doctor Alonso Puig, que elevaba el tono de su voz y se paraba en seco para enfatizar su sorpresa, nos dijo que después de diez años y tres mil millones de dólares de inversión para computar la secuencia del genoma humano ha quedado demostrado que la genética no determina nuestro destino. Es decir, que no estamos genéticamente predestinados, lo cual es un alivio. “Lo determinante es el uso de la libertad”. Y añadió más: “Un pensamiento positivo es capaz de reforzar el sistema inmunitario”. Fue como un grito contra el pesimismo. Expuso el resultado de un experimento, según el cual, unos ratones a los que pusieron ruedecillas, columpios y otros artilugios para que jugaran, desarrollaron una memoria mayor que los demás. Pero no para ahí la cosa: “Sus descendientes también tenían una memoria mayor”.

Si la neurología aporta descubrimientos y avances sorprendentes sobre el microcosmos humano, el conjunto de mentes brillantes jugó a sorprender al auditorio. El cronista se sentía como en esos museos de feria que venden una sensación por minuto. Desde las “neuronas espejo”, unas tres mil personas seguían el evento en Navarra, Málaga, Cantabria… Y algunas frases efectistas circulaban por Tuitter y otros redes sociales.

El economista y filósofo francés Serge Latouche apostó por el nuevo paradigma (forma de ver) de la “economía sostenible” y el “trabajo equilibrado” frente a la ruina del crecimiento insostenible y la indignación global derivada de la crisis capitalista. También en respuesta a una pregunta sobre el movimiento del 15-M, el doctor Alonso Puig dijo que, en efecto, la rebeldía y la indignación forman parte de nuestros genes, como la capacidad de ver. “¿Hay algo peor que no ver?”, se preguntó. “Sí, ver y no tener una visión. Si falta esa visión, la indignación sólo genera desgaste. Por consiguiente, hemos de jugar a ganar, no a no perder”, concluyó.

Llegó entonces la noticia de la captura y muerte del dictador libio Muamar Gadafi –también por eso el 20 de octubre será una fecha recordada–, y el cronista anotó varias opiniones sobre la “primavera árabe”. La premio Nobel iraní Shirin Ebadi teme que las dictaduras derrocadas en el norte de África sean sustituidas por autoritarismos militares y por los islamistas al acecho. La economista zambeña Dambisa Moyo afirmó que “lo que ocurre en los países árabes no es una lucha por la democracia, sino una lucha por la mejora de las condiciones económicas”. En su opinión, es preciso consolidar los derechos humanos económicos para después llegar a los políticos. Primun vivere, de in de philosophare, que dijo Séneca.

Aunque estaba prevista la intervención del filósofo Bernard Henri Lévy, no pudo acudir, precisamente, por su papel de mediador entre las facciones rebeldes que han liquidado al dictador y a parte de sus herederos. Cuando el encuentro acababa, llegó la noticia de que el primun vivere se había impuesto finalmente sobre los terroristas de ETA; tres encapuchados anunciaban que no volverían a matar nunca más. ¡Vaya día!
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumadeldia/2011/10/24/mentes-brillantes-para-mejorar-el-mundo/

25 de octubre de 2011

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *