Marc Richir y la refundación de la fenomenología

El principal representante de la tendencia filosófica que inauguró Husserl imparte un curso en Oviedo. Hace más de un año que la Sociedad Asturiana de Filosofía (SAF) tomó contacto con el filósofo Marc Richir con el fin de traerle a Asturias. El curso que la Universidad de Oviedo ha organizado sobre su filosofía entre el 5 y el 15 de octubre de 2010 colma finalmente todos estos propósitos.

En otras ocasiones anteriores nos visitaron personalidades de la talla de Marvin Harris, Karl-Otto Apel, Kenneth L. Pike, Adam Schaff o Ludovico Geymonat. Ahora, esta nómina prestigiosa viene a ser continuada y potenciada con el curso del fenomenólogo franco-belga en las fechas señaladas, en el campus del Milán.

Si hubiera que presentarle de forma rápida diríamos que Michel Foucault es a la «arqueología» filosófica o Gustavo Bueno al materialismo filosófico lo que Marc Richir es a la fenomenología actual.

La fenomenología inaugurada por Husserl a principios del siglo XX parecía haberse varado en un sistema de ideas que no llegaba a cerrar bien en el terreno de las aplicaciones prácticas. O dicho de otro modo, los esquemas cognoscitivos alcanzados (en el regressus) no conseguían llegar con claridad a los problemas prácticos (en el progressus). Por eso, salvo quizás alguna obra excepcional como la de Merleau-Ponty (que consigue aplicar la fenomenología a la escala de un cuerpo que percibe), la mayor parte de los fenomenólogos forman una corriente filosófica casi exclusivamente escolar, universitaria, de construcción de un nuevo lenguaje conceptual y de investigación de sus propias autoproducciones. Pero este panorama parece que está cambiando a partir de Richir.

Marc Richir, a pesar de ser enteramente fiel a la tradición fenomenológica, plantea en su obra una refundación de la fenomenología. Sin dejar de tomar continuamente apoyo en Husserl, Richir comprueba que la obra del alemán no hace sino apuntar a una solución que finalmente no habría tenido tiempo de desarrollar. Se trataba, en la fenomenología, de salir de la ruta de la filosofía positivista, pero también de superar las limitaciones de la estirpe tanto kantiana como hegeliana. El papel que el sujeto de conocimiento procedente del siglo XIX tenía que encarar se movía o entre estrictas categorías científicas (positivistas), o entre categorías «históricas» (Hegel) o entre categorías lógicas (Kant). Y vino Husserl a intentar un nuevo método: bucear en los esquemas cognoscitivos del sujeto más acá de sus formaciones psicológicas y también más atrás de sus formalizaciones y síntesis lógicas. Su epojé (que pone entre paréntesis la experiencia empírica convencional) y su reducción eidética y fenomenológica abrían, sin duda, un nuevo método de investigación. Pero de este método no llegaban a verse claramente sus consecuencias prácticas.

El fenomenólogo belga viene desarrollando una amplia obra, muy profunda y sin concesiones a la mercadotecnia, en la que ha ido introduciendo sucesivas remodelaciones en el proyecto de la fenomenología, hasta configurarse uno nuevo (curiosamente, sin necesidad de establecer una ruptura con Husserl y sus seguidores), que viene dado por el descubrimiento fenomenológico de un campo más amplio del visionado hasta ahora. Más acá de la construcción eidética del sujeto operatorio (el que opera con el mundo hacia afuera) puede roturarse un territorio más amplio: realidades que se configuran y despliegan en una región del sujeto inexplorada filosóficamente: la afectividad y lo sublime.

Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, que viene desarrollando su propia filosofía en un diálogo muy estrecho con Richir, ha venido a llamar «cuerpo interno» a este nuevo campo abierto en el sujeto respecto del convencional y conocido «cuerpo externo».

¿Qué hay en esta región de lo sublime? Un lenguaje mucho más original y primitivo que la lengua en la que habitualmente nos comunicamos. No es el subconsciente freudiano de estirpe psicológica. Es más un lenguaje estético, gestado en el interior de una «lógica» del mundo anterior a la lógica de las relaciones causales habituales y mundanas. Marc Richir está dando cuerpo a hallazgos, muy difíciles de apresar, en la escala de nuestra afectividad(más acá de la consciente y más acá de la simplemente inconsciente) que ha podido ir testándolos en paralelo con experiencias artísticas y estéticas, con fenómenos psiquiátricos o a través del análisis de la estructura del lenguaje mítico y mitológico.

Este nuevo proyecto ya está teniendo un eco importante. En España, sobre todo Urbina, como hemos señalado ya, cuenta con aportaciones de gran originalidad filosófica. Pero hemos de tener en cuenta también a jóvenes investigadores españoles como Pablo Posada Varela o Iván Galán Hompanera, exquisitos conocedores de la obra de Richir, o a Álvarez Falcón, discípulo de Urbina. Alberto Hidalgo, abierto a las potentes virtualidades de esta filosofía, la trae a la Universidad y es seguro que ya la habrá radiografiado. Y un miembro de la SAF como Pelayo Pérez forma parte del grupo que trabaja estrechamente con el filósofo afincado en Francia.

En la nómina extranjera encontramos richirianos como los que participan directamente (viniendo a Oviedo) o indirectamente (enviando sus artículos a la revista digital «Eikasía») como László Tengelyi, Alexander Schnell, Sacha Carlson o Gérard Bordé. Otros autores como Kerckhoven, Murakami, Carlos Lobo publican habitualmente en «Annales de Phénoménologie», desde Japón, Portugal o los países centroeuropeos.

Bienvenido a Asturias, monsieur Richir. La filosofía en lengua española cuenta desde ahora ya con sus aportaciones.
Fuente: http://www.lne.es/cultura/2010/09/30/marc-richir-refundacion-fenomenologia/974303.html

SPAIN. 29 de septiembre de 2010

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