Los decálogos

Entre los decálogos que más me han llamado la atención y que más importancia han tenido en mi vida, el que más recuerdo y el cual me lo hicieron repetir muchas veces en mi casa y en la iglesia es los llamados “Mandamientos de la ley de Dios”, pero existen dos más que me han llamado mucho la atención, sobre todo que me han hecho reflexionar.
El primero de ellos es propuesto por Bertrand Russell, quien al publicarlo comentó: “La esencia del enfoque liberal de la vida podría resumirse en un nuevo decálogo, para complementar al antiguo”. Publicó los diez mandamientos que, como profesor, él desearía promulgar y promover en la comunidad, en especial entre sus alumnos:

1. No te sientas absolutamente seguro de nada. La incertidumbre es el punto de partida en la solución de los problemas, pero sobre todo en la relación con los demás.

2. No merece la pena ocultar datos, ya que, sin duda, éstos saldrán a la luz. La verdad es muy terca, tarde o temprano sale a la luz, además los números son muy tercos, siempre vuelven a salir los verdaderos. Llámese éstos producto interno bruto, nivel de inflación, aprovechamiento escolar, rezago educativo.

3. Recomienda la reflexión como el punto de partida en el estudio, en la vida y en el análisis y solución de problemas.

4. Cuando encuentres oposición, intenta vencerle mediante argumentos y no alegando autoridad, pues una victoria basada en la autoridad es falsa e ilusoria.

5. No sientas respeto por la autoridad de otras personas, pues siempre pueden encontrarse autoridades opuestas.

6. No utilices el poder para suprimir opiniones que consideres perniciosas. Si lo haces, las opiniones te suprimirán a ti.

7. No temas defender una opinión excéntrica, pues todas las opiniones que hoy se aceptan, lo fueron en su día.

8. Encuentra mayor satisfacción en el desacuerdo inteligente que en el acuerdo pasivo. Los llamados “yes, men”, los que siempre están de acuerdo con lo que dice el jefe le han causado daños importantes a sus jefes y a las organizaciones en las que trabajan.

9. Sé escrupuloso en decir la verdad, aunque tal verdad sea inconveniente, pues más lo será intentar ocultarla.

10. No envidies a quienes viven en una situación de felicidad ilusoria, pues sólo un tonto pensará que eso es felicidad.

Otro decálogo que me hizo reflexionar es el del buen político:

1. No olvide que lo importante es ganar, ése es el fin esencial de la política.

2. Cuidado con los enemigos, los amigos y las Hécates (esas brujas de Macbeth que buscan los puntos débiles del candidato o su familia para hacerlo caer vía el proceso corruptivo del dinero, de la fama o del sexo.

3. Cuidado con el efecto corruptivo de las tres g’s: “Gold”, dinero; “Glory”, fama; y “Girls, Gentleman, Gigoló”, sexo.

4. Nadie puede solo, tener un equipo de gente capaz, trabajadora y leal, es un activo invaluable para el candidato que desee ganar y tener buenos resultados durante su gestión.

5. Un gobernante sin dinero es un pobre gobernante. Las cosas suceden porque se quiere que sucedan, pero la mayoría de las veces no suceden por falta de recursos económicos. Efectivamente, no hay lonche, ni campaña gratis.

6. La congruencia es una de las características esenciales de un político que quiere perdurar. Congruencia entre lo que dice y lo que hace, entre lo que cree y lo que se les dice a los demás, entre su vida pública y su vida privada.

7. No diga mentiras, pues la confianza se pierde cuando ya no nos creen.

8. El respeto a la ley es la base de la congruencia política. Si la ley no es justa, hay que cambiarla por los procesos legales pertinentes, pero eso nunca debe de ser motivo para violarla.

9. El órgano más sensible de las personas es el bolsillo, por lo que la búsqueda de la creación de empleos dignos y bien remunerados debe de ser una estrategia continua de un buen gobernante.

10. El buen político entiende que no se pueden ganar todas las batallas, hay que ganar las importantes. Es bueno que el enemigo político gane una batalla menor de vez en cuando.

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Fuente: Periodico El Norte, http://www.elnorte.com

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