El devenir de Mark Rowlands, catedrático de Filosofía en la Universidad de Miami, ha estado plagado de una suerte de decisiones, tal vez inexplicables, quizás excéntricas, que le han empujado a convertirse en una autoridad, no exenta de polémica, sobre la condición moral de los animales. El primero de aquellos instantes decisivos se produjo cuando tenía 20 años y decidió abandonar sus estudios de Ingeniería por los de Filosofía y el segundo cuando en los años noventa decidió, por “pura curiosidad”, responder al anuncio de un periódico y comprarse un lobo. La convivencia con el animal duró 11 años y de ella nació El filósofo y el lobo (Seix Barral), el último de sus libros publicados.
Rowlands ofreció ayer en San Sebastián la conferencia Can be animals moral? (¿Tienen moral los animales?) en la 17ª Semana de Ética y Filosofía Política, organizada por la UPV.
Pregunta. Once años de convivencia con Brenin, su lobo ¿Qué aprendió de él?
Respuesta. El libro que escribí sobre Brenin es, en realidad, una investigación sobre lo que es el ser humano. Investigo aquello que nos distingue basándome en la inteligencia, la moral y el sentido de la muerte. Si profundizamos lo suficiente nos encontramos con algo que no es muy enaltecedor. Lo humano no es tan distinto de lo animal en estos tres aspectos.
P. Formula el título de su intervención entre interrogantes. Le planteo la misma cuestión: ¿tienen los animales moral?
R. Sí. No hay razón para pensar que no.
P. Puede parecer una afirmación un tanto polémica. ¿Podría explicarse?
R. Con 44 años tuve mi primer hijo y estaba preocupado por cómo reaccionarían mis perros ante el nacimiento. Al final ha resultado que han sido mejores padres que yo. Me quedé impresionado por la tolerancia y la paciencia que mostraron, dos emociones de carácter moral. Si los animales pueden actuar a partir de emociones morales se puede decir que tienen moral. Les puede mover la compasión, la simpatía, la ira o el miedo.
P. ¿En qué se diferencia su moral de la humana?
R. La nuestra es más sofisticada. Podemos examinar nuestras propias emociones y plantearnos cuando sentimos el impulso o la necesidad de hacer algo si realmente debemos hacerlo o no.
P. Resulta difícil concebir que los animales tienen moral.
R. La evidencia empírica demuestra que estos comportamientos se encuentran en los mamíferos sociales, en los chimpancés, en los coyotes, lobos, elefantes. Es una idea básica de Darwin que determinó que las emociones morales son estrategias de la evolución para cohesionar grupos de seres vivos.
P. Enseña a sus alumnos filosofía a través de las series de televisión. Habrá a quien la parezca una aberración.
R. Que yo sepa nadie me ha insultado públicamente por eso. Hay una serie de filósofos que lo consideran algo menor, pero no me preocupa lo más mínimo.
P. ¿Qué ejemplos pone?
R. Considero mi libro The Philosopher at the End of the Universe [El filósofo y el final del universo, no traducido al español] el curso básico de filosofía para universitarios, una introducción a la disciplina utilizando películas de ciencia ficción como Matrix. Es muy fácil explicar a Descartes utilizando Matrix.
Y Todo lo que sé lo aprendí de la tele vendría a ser un curso de introducción a la ética. Por ejemplo, en la serie 24 se contraponen en las primeras temporadas la figura de Jack Bauer, el utilitarista, con David Palmer, preocupado por los principios morales. No deja de ser una tensión entre un planteamiento utilitarista de la filosofía y uno deontológico, es decir, Kant.
Mark Rowlands
Mark Rowlands (Newport, Reino Unido, 1962), doctor en Filosofía por la Universidad de Oxford, se acerca caminando con media sonrisa. No le hubiera importado ser surfista profesional, bromea en su página web. Con gafas de sol, americana blanca y polo oscuro hace honor a su fama de filósofo y docente poco convencional. ¿Acaso han tenido a algún profesor que llevara un lobo a clase?
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/animales/actuan/partir/emociones/morales/elpepuespvas/20110603elpvas_11/Tes
SPAIN, San Sebastián. 3 de junio de 2011
Acabo de terminar el Libro El filósofo y el lobo y la verdad, ha conseguido hacerme llorar. Me siento muy identificada con los sentimiento de Mark ante la muerte de Brenin. Perdí a mi pastor alemán cuando cumplió los 11 años, tras una muerte , también, lenta y dolorosa. Está enterrado en nuestra casa y descansará con nosotros hasta el fin de nuestros días. Es cierto que deja un vació interior, es verdad que nunca se olvida. Me ha encantado el libro.