Las pasiones que nos gobiernan

El Psicoanálisis toma en cuenta un cuerpo que goza, atravesado por las pasiones y un cuerpo–sede de afectos siendo la angustia el afecto entre los afectos.
Nietzsche dice que las convicciones son cárceles. La referencia es a un absoluto a distinguir de las convicciones en determinadas circunstancias. Esto obliga a revisar, cada vez, las convicciones de uno. Revisar no implica una posición relativista que pueda transformarse en otro absoluto de orientación contraria. Afirma Nietzsche: “Existen muchas cosas que no se alcanzan sino por una convicción. La gran pasión necesita convicciones, las usa pero no se somete a ellas”. En ese sentido, el sábado 1º de octubre la sección Rosario de la EOL organiza sus 18ª jornadas anuales en torno al tema “Afectos y pasiones contemporáneas”, un título provocador.

Empezar con Nietzsche este comentario se debe a que este autor piensa que los seres humanos no es que tienen pasiones sino que las pasiones nos tienen a nosotros, nos gobiernan. Spinoza se cuidaba de no burlarse de las acciones humanas, ni deplorarlas, ni detestarlas, sino de entenderlas.

¿Se pueden entender las pasiones habida cuenta del parentesco que tienen muchas veces con acciones alocadas? Pero puede ocurrir lo contrario: pasiones flojas o directamente la ausencia de pasiones. ¿Diríamos entonces que los dos extremos son “malos”? Si volvemos a Nietzsche ¿Cómo sería usar pero no someterse a las pasiones?

Parece una vía fértil para encarar el tema. No se trata de disminución o aumento, ni de debilidad o fortaleza, ni de sometimiento ni de regulación sino de uso, de encontrar alguna utilidad tal cual se presentan en uno. O, como le gustaba decir a Spinoza, no dilapidar la potencia.

¿Sumaríamos en esta perspectiva el pensamiento letrado chino, abrazando el no–actuar como el fundamento de lo que hay que lograr en el tratamiento de las pasiones?

Aclaración: no–actuar no es inacción pero tampoco es activismo.

Pero ofrece la posibilidad de obtener un pleno rendimiento de la eficacia que se transforma así en una eficacia indirecta disminuyendo la injerencia de nuestra acción.

Todas estas perspectivas abordan una parte del problema y, en lo que circunscriben, lo hacen muy bien.

El Psicoanálisis aplica estas ideas a lo que surge a partir de su práctica. De dicha práctica se desprende que no es un buen camino catalogar cuantitativamente a las pasiones.

Ellas no son un más o un menos en la vida de cada uno de nosotros. Las pasiones, como así también los afectos, están arraigados en el cuerpo.

El Psicoanálisis toma en cuenta un cuerpo que goza, atravesado por las pasiones y un cuerpo–sede de afectos siendo la angustia el afecto entre los afectos.

Se trata entonces de saber hacer con las pasiones, con las que nos tocaron, con las que hicieron marca en nuestra vida, con las que orientan nuestros “gustos”.

La decisión ignorada de cómo encauzarlas cada vez, teniendo en cuenta al otro, al semejante, empujando o relegando según la ocasión lo que nos brota, esperando el momento oportuno de la acción directa o de la no-acción es la apuesta.

Es y no es la prudencia aristotélica, la cautela que propone Spinoza, cierto desapego, distancia, el pudor del bien–decir lacaniano.

Es Psicoanalista. Director de la EOL. Miembro AMP.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/21-56476-2016-09-15.html

15 de septiembre de 2016. ARGENTINA

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