El problema de fondo, lo mismo para Freud que para Heidegger, estriba en la relación del Yo con la muerte, pero no de los entes o los sujetos donde la biología o la religión han resuelto el problema desde hace tiempo.
La referencia a la muerte es de carácter epistemológico, o mejor dicho ontológico, pero nunca de carácter existencial. Mi muerte es esencialmente necesaria al funcionamiento del Yo, dice Jacques Derrida en el libro La voz y el fenómeno.
La muerte no está referida al hecho concreto de morir, sino, como afirma Derrida sobre Roland Barthes a propósito de la fotografía de un condenado a muerte; la foto es bella, pero el punstum es: va a morir. Leo al mismo tiempo: eso será, eso ha sido; observo con horror un futuro anterior, cuya apuesta con la muerte ante la foto de mi madre niña; me digo: morirá. Tiemblo como un sicótico de Winnicot ante una catástrofe que ha ocurrido, ya esté o no muerto el sujeto, toda fotografía es una catástrofe (observación de Salvador Rocha, que observa en Ser y tiempo, de Heidegger, en un tono duro, algo provocador, precisamente para desterrar la noción pesimista del pathos de la experiencia completa del morir asociada con el llamado pensamiento existencialista).
Continúa Rocha: Lo auténticamente humano para Heidegger, consiste en la posibilidad de comprensión de nuestra experiencia subjetiva –en lugar de abandonarse a lo inmediato del pathos de la experiencia y de la capacidad de transformar éste en lenguaje; eso es interpretar el acto, insistirá Heidegger al comienzo de Ser y tiempo que este interpretar es constitutivo del modo de ser del hombre. En esto consiste la analítica existencial del ser ahí.
Cuando habla de la muerte, Heidegger introduce dos formas originales de conocimiento, la primera es la forma inauténtica, elusiva de la muerte como algo que sucede en un momento determinado a los otros, pero no a mí todavía. Como sucede con la pandemia que vivimos de Covid-19.
La segunda corresponde al modo auténtico de precursar la muerte; es decir, a la conciencia de mi propia finitud y la temporal de ser en el tiempo, sostiene Salvador Rocha.
Heidegger se pregunta: ¿Por qué se concibe el ser justo, inmediatamente ante los ojos y no por lo a la mano, pese a ser esto aún más inmediato? Cabe ni siquiera buscar la respuesta, mientras siga sin plantear ni aclarar la cuestión del ser en general.
(Texturas sicoanalíticas, Mireya Zapata, compiladora y editora. Aporías. Lecturas sobre el sentido del ser, 1999, México. Salvador Rocha.)
Notas
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/12/11/opinion/a04a1cul
11 de diciembre de 2020. MÉXICO