Crítico con el pensamiento analógico (pensar sistemáticamente el futuro en función del pasado) característico de los fundamentalistas, nuestro filósofo propone desecharlo si es que queremos conectar con “la modernidad planetaria”.
El pensador marroquí Mohamed Abed Yabri establece las bases para la construcción de una modernidad genuinamente árabe
Sophie Bessis, autora de Occidente y los Otros. Historia de una supremacía, afirma que los intelectuales críticos de los países musulmanes “tienen grandes dificultades para hacerse oír”. Razón de más para que les hagamos de caja de resonancia. Y especialmente cuando nos han dejado, como Mohamed Abed Yabri, fallecido en Rabat a los setenta y cinco años el día 3 de mayo. Escribió varios libros importantes, de los que están traducidos al castellano parte de su Crítica de la razón árabe y El legado filosófico árabe.
Crítico con el pensamiento analógico (pensar sistemáticamente el futuro en función del pasado) característico de los fundamentalistas, nuestro filósofo propone desecharlo si es que queremos conectar con “la modernidad planetaria”. Pero entiende, contra la corriente del llamado “liberalismo árabe”, que esa conexión no es posible prescindiendo en bloque del propio legado tradicional cual viajeros sin equipajes.
Debemos partir “del espíritu crítico producido por nuestra propia cultura árabe” en cualquiera de los tramos en que éste se produzca: no hay que remontarse al pasado primordial. Y lo identifica en el fenómeno del averroísmo en Al Andalus. Lleva a cabo de este modo una “invención de la tradición”, como lo diría Hobsbawm, orientada por los intereses de nuestro presente. Pues la separación metódica y consciente que Averroes, el Comentador de Aristóteles en la Córdoba del siglo XII, lleva a cabo entre la religión y la filosofía nos da la clave para plantearnos en el presente la cuestión del laicismo. Entiende Averroes que el ámbito de la filosofía tiene su propia racionalidad inmanente que consiste en la aplicación sistemática del principio de causalidad, en la estela de Aristóteles. Por su parte, en la esfera religiosa hay que remitirse para su inteligibilidad “a la intención del legislador” que no es sino la de “incitar a la virtud”. La instancia religiosa, pues, deja de operar como referente totalitario de sentido. Se produce de este modo “el desencantamiento del mundo” en el que consiste la modernidad de acuerdo con el diagnóstico de Max Weber: la separación de distintas racionalidades inmanentes a los diferentes ámbitos que se han emancipado del referente común que los articulaba. Tenemos así, en la propia experiencia histórica árabe, lo que podríamos llamar la plantilla para construir una modernidad genuinamente árabe, para fundamentar, como lo expresaba Mohamed Abed Yabri, “nuestra modernidad en nuestra autenticidad y nuestra autenticidad en nuestra modernidad”.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/portada/posibilidad/Ilustracion/arabe/elpepuculbab/20100529elpbabpor_33/Tes
SPAIN. 29 de mayo de 2010