Rod Dreher, que es define como conservador contracultural, retomando esa genial intuición del pensamiento de Alasdair MacIntyre, expresada en “Tras la virtud”, en la que comparó el momento cultural que atravesamos con la caída del Imperio romano de Occidente, nos habla de la necesidad ante un mundo postsecular
“La opción benedictina. Una estrategia para los cristianos en una sociedad poscristiana”, del periodista y escritor norteamericano Rod Dreher: oportunidad para pensar el cristianismo en nuestro tiempo adormecido y burgués. Rod Dreher
Por fin ha llegado “La opción benedictina. Una estrategia para los cristianos en una sociedad poscristiana”, del periodista y escritor norteamericano Rod Dreher, a los lectores de lengua hispana. Y, además, editada por Encuentro, que no es mala carta de presentación editorial.
Para David Brooks, en “The New York Times”, este es “el libro religioso más discutido e importante de la última década”. Para el jesuita Andreas Goncalves Lind, en la Civiltà Cattolica, un texto que se acerca a la herejía donatista. Sea lo que sea –ustedes juzguen como lectores- no estamos ante un libro cualquiera. De hecho comentaristas de este libro fueron, entre otros, el arzobispo Charles Chaput y Rowan Williams, antiguo primado de la confesión anglicana.
Lo primero que hay que destacar es el valor de esta propuesta como oportunidad para pensar el cristianismo en nuestro tiempo y para plantearnos algunas cuestiones de este cristianismo adormecido, acomodaticio y burgués que merodea por nuestros predios.–o menos compleja sociedad del otro lado del atlántico, en la que se estén produciendo una serie de debates que trascienden lo eclesial y teológico, y que expresan una vitalidad singular en las formas de vivir la fe y la libertad religiosa, en las maneras en las que se plantea la relación entre cristianismo y ciudadanía. No es necesario que añada que, al menos en España, estas cuestiones de fondo están generalmente ausentes del panorama cultural e incluso del debate teológico.
Pues bien, Rod Dreher, que es define como conservador contracultural, retomando esa genial intuición del pensamiento de Alasdair MacIntyre, expresada en “Tras la virtud”, en la que comparó el momento cultural que atravesamos con la caída del Imperio romano de Occidente, nos habla de la necesidad ante un mundo postsecular de la venida de un nuevo san benito, nos invita a tomarnos en serio el cristianismo y sacar las consecuencias de esa responsabilidad personal y comunitaria. “Decía MacIntyre que había llegado el momento de que los hombres y mujeres de principios entendieran que quien aspire a llevar una vida virtuosa en el sentido tradicional no puede seguir participando plenamente en la sociedad de su tiempo”.
Lo que plantea Dreher es la necesidad de dar un salto hacia “una forma realmente contracultura de vivir el cristianismo”. Una invitación a “tener que ser Iglesia” en pequeños círculos de fieles comprometidos que viven intensamente su fe. Y lo hace con el modelo de la Regla Benedictina con un fino estilo de reportaje periodístico en el que va planteando cuáles son los núcleos de ese posicionamiento del cristiano en la sociedad secular y cuáles son tantos las acciones individuales y comunitarias como los motivos de esas actuaciones.
El libro parte de una tesis que corrobora, en primera instancia, con datos sociológicos. De hecho, uno de cada tres encuestados, en el segmento de edad de 18 a 29 años en la religiosa sociedad norteamericana, confirma que se ha apartado de la religión. Ha nacido también entre los creyentes la denominada religión del “deísmo moralista terapéutico”.
Después de un profundo análisis de los cinco hitos históricos que han sacudido la civilización occidental: la crisis filosófica del XIV, la Reforma protestante, la Ilustración, la revolución industrial y la revolución sexual, plantea el modelo de vida benedictino como regla para un cristianismo que asume la tradición de las primeras comunidades cristianas y que se vuelca en recuperar lo que Romano Guardini definiría como “el esfuerzo por volver a encontrar la verdadera relación con la verdad de las cosas, con las exigencias de su intimidad más honda y, en último término, con Dios”.
La estrategia que propone Dreher, que en no pocas ocasiones suena a la de John Senior y su restauración de la cultura cristiana, está, sin lugar a dudas, pensada desde la evolución de la experiencia cristiana norteamericana en donde se da una transversalidad de comunidades cristianas que tienen centros comunes. También recopila Dreher una experiencia de Europa, en particular la de la comunidad italiana de Tipi Loschi en San Benedetto del TronTo. En su modelo, hay afirmaciones sobre actitudes y núcleos de forma de vida que son de sentido común. Por ejemplo, el valor de la oración, de la liturgia, del sacrifico, del trabajo.
Interesante es el capítulo dedicado a un nueva política cristiana, una “política apolítica”, teniendo como referencia, en gran medida, el pensamiento de Václav Havel y su ensayo sobre el poder de los sin poder. Aunque nuestro autor se define como conservador, es consciente de que Trump no va a solucionar el declive cultural norteamericano dado que él mismo es un síntoma del problema. El poder político ya no es un desinfectante moral.
De entre las prioridades de la política nueva que plantea está la defensa de la libertad religiosa, el gran problema al que se enfrentan los cristianos en las sociedades secularizadas. El trabajo en pos de la libertad religiosa es una de las grandes tareas de la opción benedictina, una libertad que puede hacer posible que los cristianos seamos nosotros mimos y cimentemos nuestras instituciones. Y aquí introduce conceptos interesantes como el de “polis paralela”, que acaba con esa idea, tan extendida en cierto cristianismo, de que la política puede solucionar los problemas culturales y religiosos.
La solución pasa, por tanto, porque la Iglesia sea Iglesia, el redescubrimiento de la tradición, la adoración litúrgica, solventar la pérdida de sacramentalidad, la disciplina, el ascetismo, la alegría, la evangelización a través del bien y la belleza. Y para esto es fundamental volver a fundar la Escuela y la familia en lo que denomina una aldea cristiana. La educación es uno de los fuertes de la propuesta benedictina, junto con la familia y la crítica al uso de las nuevas tecnologías, y la recuperación de una antropología cristiana que eduque adecuadamente sobre el sentido del cuerpo y de la sexualidad, en la perspectiva incluso de la oposición a esa plaga de la pornografía.
Al fin y la cabo, la propuesta de Dreher enlaza con la necesidad de salvar lo real, de salvar lo bueno que existe en el mundo. Como afirma el autor, el mayor peligro al que nos enfrentamos “no procede de la ferocidad de las políticas de izquierdistas ni del islamismo radical, como muchos parecen creer. Esos son los peligros a los que se enfrentan nuestros hermanos de China, Nigeria y Oriente Medio. En nuestro caso, la mayor amenaza viene del orden liberal laico en sí mismo y nuestra incapacidad para entenderlo nos hunde más en nuestra esclavitud cultural y en la aparentemente irrefrenable asimilación de las próximas generaciones”.
Dreher está conectado con el pensamiento del Papa Benedicto XVI. Y expone un modelo que para algunos podrá ser una vía conservadora, radical, excluyente. Pero da que pensar. Y eso es lo importante, sobre todo en lo que afecta al núcleo de relación entre cristianismo y mundo, entre ser cristiano y vivir en el mundo.
Por cierto, la edición española de este libro se publica con un prólogo introductorio del profesor de filosofía Agustín Domingo Moratalla, que encuadra bastante bien la propuesta de Dreher.
Notas:
La opción benedictina.
Una estratega para los cristianos en una sociedad postcristiana.
Rod Drehe
Encuentro
7 de noviembre de 2018. ESPAÑA