La moral y sus fabricantes

Para elaborar una ética es un prerrequisito, según Platón, estar imbuido del erôs, esto es, del amor a la sabiduría, de la belleza y de la justicia. ¿Tendrán ese prerrequisito los miembros de la comisión?

La filosofía kantiana, hija de la Ilustración, concibió al hombre como un ser activo, autónomo. Para esto, necesitaba liberarlo de lo que anteriormente lo dominaba: fuerzas políticas que le imponían subordinación, subordinación a la religión y a la naturaleza.

Quizás hay allí la influencia de J.J. Rousseau que sostiene en su contrato social: el hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado. Kant quiere romper esas cadenas. En su moral, para que esa libertad sea posible, trata de convertir al hombre en su propio legislador.

Recibió muchas criticas, sobre todo por fundar esa legislación en la voluntad singular, esto es, el individuo convertiría a su voluntad singular en legisladora universal. Uno de los grandes críticos de Kant fue Hegel, sobre todo por el individualismo de su moral, pero reconoció que había en esa moral algo sagrado.

Hay que reconocer a la filosofía kantiana el que en ella “la voluntad ha encontrado su fundamento firme y su punto de partida por el pensamiento de su infinita autonomía” (§ 135, Filosofía del derecho). Sin embargo, Hegel reconoce que el derecho de la libertad subjetiva, el cual es el punto de inflexión y central entre la época “antigua y la moderna”, surgió con el cristianismo y se ha convertido en “principio universal real de una nueva forma del mundo” (Ob. Cit. § 124, Observación).

Aun cuando Hegel critica a la moral kantiana y propone a la eticidad para sustituir a la moral de Kant la libertad subjetiva que fundamenta a dicha moral es conservada en la eticidad. Es a esto que Hegel llama Aufhebung: lo que había de verdadero en la figura anterior se conserva.

Ahora en nuestro país se habla de una ética socialista e, incluso, parece haberse nombrado una comisión para que elabore dicha ética. Para elaborar una ética es un prerrequisito, según Platón, estar imbuido del erôs, esto es, del amor a la sabiduría, de la belleza y de la justicia.

Todo ello constituye la “naturaleza noble”, es en ello que consiste el prerrequisito para pensar. ¿Tendrán ese prerrequisito los miembros de la comisión? Por otra parte, una ética supone que el que actúa posee un conocimiento del bien y del mal, pero, según nos dice H. Arendt: “Lo feo y lo malo están excluidos por definición de la empresa de pensar… pues carecen de raíz propia, carecen de esencia a la que el pensamiento podría aprehender”.

Por otra parte, el que actúa no sólo obedecerá a la norma o ley prescrita, sino que tendrá que estar dotado de una especie de conciencia doble. Por una parte, la que actúa, y por otra la que piensa a la acción cometida, la que es capaz de pensar si esa acción causa daño o tiene consecuencias nocivas.

En un dialogo de Platón, Sócrates le dice a Hippias que éles “un hombre feliz, ya que Sócrates, cuando entra a su casa es esperado por un individuo odioso, que siempre lo interroga, un pariente próximo que vive en la misma casa”. Ese individuo sólo se presenta cuando se está solo.

Y entonces, se entabla un diálogo entre las dos partes de la conciencia, de allí que Sócrates concluya que “más vale para mí sufrir o padecer una injusticia que cometerla, pues uno puede permanecer como amigo de la victima, pero ¿quién querría ser amigo de un asesino y convivir con él?, ni siquiera un asesino. Shakespeare usó ese desdoblamiento en Ricardo III.

Este se pregunta: ¿Cómo es que tengo miedo de mí mismo? Sólo estoy yo aquí, Ricardo ama a Ricardo, y yo soy yo. ¿Hay un asesino aquí? Sí, yo. Entonces huyamos”. Si los miembros de la comisión incluyen en su ética esas conquistas de la moral se verán en grandes problemas. 
Fuente: http://www.talcualdigital.com/Avances/Viewer.aspx?id=48498&secid=44#

17 de febrero de 2011

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