Fiel católico laico, uruguayo, nacido en 1959, casado con María Alejandra, con tres hijos: María Inés, Juan Pablo y Santiago José. Ingeniero Industrial, Magister en Ciencias Religiosas y Bachiller en Teología. Secretario de la Obra Social Pablo VI y del Centro Cultural Católico “Fe y Razón”, asociaciones con sede en Montevideo. Autor de varios libros de teología.
Su e-mail es: [email protected].
Este post está formado por dos citas. La primera cita es de un email del 31/07/2015 del Lic. Néstor Martínez Valls, donde él hace una síntesis muy clara y breve de la filosofía de Kant, tan influyente en la actualidad. Cedo la palabra a Néstor.
“Kant es el primero que hace toda una filosofía muy sistemática y complicada para decir que la inteligencia humana no tiene acceso al ser de las cosas. Lo que dice Kant, muy brevemente, es que al conocer imponemos siempre nuestras categorías a lo que nos viene de afuera, de las cosas, de modo que no podemos saber cómo son las cosas en sí mismas. Es como si tuviésemos necesariamente puestos los lentes de color azul, por ejemplo, y entonces vemos todo azul y no podemos saber cuál es el color real de las cosas o si tienen algún color. Por tanto, curiosamente, no podemos conocer la naturaleza humana, si la hay. Por tanto, tampoco podemos afirmar que hay una ley natural. Obviamente, tampoco podemos demostrar que Dios existe o que el alma humana es inmortal. Sólo podemos conocer el ‘fenómeno’, es decir, cómo se nos aparecen a nosotros las cosas en nuestra experiencia. No podemos conocer, fuera de saber que existe, la ‘cosa en sí’, es decir, la realidad independiente de nosotros y de nuestro conocimiento.
Por tanto, en Kant la moral ya no se apoya en la metafísica o filosofía del ser en general; lo práctico ya no se apoya en lo especulativo. La ética no se apoya en la antropología, ni, por medio de ésta, en la metafísica y en la teología. La ética en Kant es un punto de partida absoluto: estamos obligados. Es el ‘imperativo categórico’. Pero a ese imperativo no puede darle contenido alguno, porque eso implicaría conocer la naturaleza humana. Es un imperativo puramente formal: ‘Obra de tal manera que tu máxima o criterio de acción pueda ser tomada como ley universal’. Otra formulación es justamente: ‘Obra de tal manera que siempre tomes a la persona humana como fin y nunca como medio’. Pero esto en Kant no se puede fundamentar. Es el fundamento último de todo lo demás a nivel práctico. Y teóricamente no tiene fundamento posible.
Por eso mismo, Kant termina diciendo que el origen último de esa obligación absoluta somos nosotros mismos. Ésa es la ‘autonomía’ de la razón práctica: auto-nomos, se da la ley a sí misma. Por eso, en Kant la ley moral no puede venir de Dios. Eso sería ‘heteronomía’, que para Kant es igual a inmoralidad. Por el contrario, no podemos obligarnos a nosotros mismos, porque con la misma autoridad que yo puse una ley, yo mismo la puedo derogar cuando me parezca necesario. Por eso Kant, que quiso defender el absoluto de la obligación moral, es en realidad el padre de todos los relativismos posteriores.
El único acceso a Dios, en Kant, es mediante una ‘fe moral’: en vez de fundar la ética en la metafísica y, por tanto, en la teología, Kant hace al revés: como estamos obligados absolutamente, para que eso tenga sentido, tienen que existir un Legislador Supremo y una sanción después de la muerte, por lo que el alma tiene que ser inmortal. Pero aclara que eso no son demostraciones ni pruebas, sino ‘postulados’ de la razón práctica.
En definitiva, Kant es un antecedente necesario del positivismo. Después que él cerró la puerta del ser y de la metafísica a la inteligencia, y la encerró en el fenómeno empíricamente dado, el positivismo de Comte fue una consecuencia natural. Nuestra cultura actual, entre otras cosas, es kantiana, obviamente. La ‘perspectiva de género’, por ejemplo, es descendiente directa y legítima del kantismo. No podemos conocer la naturaleza humana, ni el ser, en general, así que tampoco podemos saber si es natural o no que haya varones y mujeres. Es todo construcción nuestra.”
La segunda cita es del Concilio Vaticano II: Constitución Gaudium et Spes, n. 15. Las tres frases que he destacado en negrita representan un neto rechazo de la filosofía kantiana de parte de la Iglesia Católica. Cedo la palabra al Concilio.
“Dignidad de la inteligencia, verdad y sabiduría
15. Tiene razón el hombre, participante de la luz de la inteligencia divina, cuando afirma que por virtud de su inteligencia es superior al universo material. Con el ejercicio infatigable de su ingenio a lo largo de los siglos, la humanidad ha realizado grandes avances en las ciencias positivas, en el campo de la técnica y en la esfera de las artes liberales. Pero en nuestra época ha obtenido éxitos extraordinarios en la investigación y en el dominio del mundo material. Siempre, sin embargo, ha buscado y ha encontrado una verdad más profunda. La inteligencia no se ciñe solamente a los fenómenos. Tiene capacidad para alcanzar la realidad inteligible con verdadera certeza, aunque a consecuencia del pecado esté parcialmente oscurecida y debilitada.
Finalmente, la naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de lo visible hacia lo invisible.
Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no forman hombres más instruidos en esta sabiduría. Debe advertirse a este respecto que muchas naciones económicamente pobres, pero ricas en esta sabiduría, pueden ofrecer a las demás una extraordinaria aportación.
Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino.”
Fuente: http://infocatolica.com/blog/razones.php/1511021215-la-inteligencia-humana-puede
5 de noviembre de 2015.
Extraordinaria disertacion. Nunca perder de vists que todo lo que poseemos, incluida la inteligencia nos ha sido dado por Dios, fuente y dueño de todo y solo a El compete el poder de quitarnoslo si asi lo desea. Por eso pidamos diariamente a su Espiritu Santo , que nos ilumine cada instante. s