La filosofia estoica y el determinismo fatalista


El estoicismo es la filosofía que más destaca en la época Helenística o Alejandrina, -323-30 a. J.-. así llamada en honor a Alejandro Magno.
Zenón de Citio -336-264-, chipriota, al parecer de origen fenicio –de piel morena- llega a Atenas en el -308 y funda su escuela de filosofía en el pórtico pintado (Stoa poikilé) de donde procede la palabra estoico. Al leer la Apología, escrita por Platón, Zenón admiró la consecuencia de la vida de Sócrates y su valor demostrado en el momento postrer, al aceptar con tranquilidad admirable morir bebiendo la cicuta –zumo de una planta venenosa-, en el 399 a. J., por orden de los Jueces de Atenas, quienes le sentenciaron a muerte por el supuesto delito de “corromper a la juventud con sus enseñanzas”.

Zenón establece que todos los acontecimientos, naturales, individuales o sociales ocurren por la determinación del Logos o Razón que preside el universo. Nada ni nadie puede cambiar los sucesos del universo. El mundo funciona sin el margen de libertad, que defendió Epicuro. Para los estoicos el curso del universo es una necesidad ineludible. No hay cabida para el azar o la contingencia. Todos los cambios o variaciones no son sino la expresión de una ley inalterable. El destino es la expresión externa del Logos eterno que dirige el mundo. La naturaleza es una cadena inextricable, de causas y efectos, y es por esto que los adivinos pueden predecir el futuro. Pero, entonces, surge la absurda paradoja de saber que la adivinación y los sacrificios no sirven de gran cosa para poder prevenir y evitar los males futuros pronosticados.

El fatalismo estoico se acentúa con la noción del tiempo circular, la naturaleza siempre regresa al punto inicial en donde todos los fenómenos se repiten igual. Cada ciclo será semejante al anterior en todos sus detalles. Cada individuo reaparecerá en los mundos repetitivos y todo seguirá igual: el esclavo volverá a ser esclavo, y el amo, amo.

Esta tesis, aunada al determinismo cósmico, fue un poderoso mecanismo de control social que indujo a la pasividad social y a la resignación. Fomentó la desesperanza ante un futuro terrenal promisorio y desalentó cualquier intento de protesta y cambio social. La repetición de lo que ya había sucedido en el pasado le volvía incapaz al hombre de poder influir en los acontecimientos futuros.

Sobre estos principios filosóficos panteístas y materialistas se levanta el principio de la ética estoica, la resignación al destino, la sumisión a los acontecimientos. El supremo bien es la virtud, y la virtud consiste en vivir conforme a los dictados del Logos. (El tema de la ética estoica trataremos en otro artículo).

En los cinco siglos de su desarrollo, la doctrina estoica influyó en Marco Aurelio y Epícteto, de la Roma imperial, y las tesis de la resignación ante la adversidad, interioridad e igualdad de todos los hombres, fueron asimiladas por Jesucristo y los cristianos: “si te golpean la una mejilla, muestra la otra”. La influencia del estoicismo llegó a España, durante los siglos XVI y XVII, a Inglaterra, (véase Shakespeare), y a Francia, en el siglo XX, con el existencialismo.
Fuente: http://www.eltiempo.com.ec/noticias-opinion/5158-la-filosofa-a-estoica-y-el-determinismo-fatalista/

5 de marzo de 2012

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