El análisis de los planteamientos vitales del doctor House en un libro que vincula al protagonista de la serie con los grandes del pensamiento
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Estamos solos en la galaxia, o acompañados? ¿Qué es el ser? ¿Qué es la esencia? ¿Qué es la nada? ¿Qué es la eternidad? ¿Somos alma? ¿Somos materia? ¿Somos sólo fruto del azar? ¿Es fiable el carbono 14? ¿Es nuestro antepasado el hombre de Orce? Siniestro total, el grupo gallego de punk-rock, planteó estas preguntas filosóficas mucho antes de la llegada del doctor Gregory House a nuestras vidas. Si los chicos de Siniestro total quisieran actualizar su éxito filosófico-punk, tendrían que añadir esta pregunta: «¿Quién es el doctor House?». A la espera de que los creadores de «Los esqueletos no tienen pilila», «Me pica un huevo» o «Más vale ser punkie que maricón de playa» se decidan a añadir una línea a la letra de«¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos?» en homenaje a nuestro médico punk-rock televisivo favorito, habrá que leer La filosofía de House, de William Irwin y Henry Jacoby (con la ayuda de un montón de colaboradores).
¿Quién es House? Un brillante bastardo consumidor de pastillas que cojea por los pasillos del Hospital Princeton-Plainsboro golpeando a la ética médica con un movimiento de su bastón. Y un gran médico. Y una estupenda excusa para hablar de filosofía zen y de filósofos como Russell, Sócrates, Sartre, Nietzsche, Occam, Peirce, Leibniz, Bentham y Stuart Mill. Hablemos de medicina y filosofía, entonces, pero tomando La filosofía de House como si fuera una guía turística.
– House y Russell. El doctor House encuentra a Foreman en la capilla del hospital (tiene remordimientos tras haber perdido a un paciente) y le susurra: «¿Estás hablando con tu amigo imaginario?». A un paciente que quiere morir para «dejar de ser prisionero de su cuerpo», House le dice: «No hay Más Allá, sólo hay esto». House no cree en Dios ni en al Más Allá. Si, al final, resulta que sí hay un Dios, un alma y un Más Allá, House podría decir lo mismo que diría Russell: «Dios debió darme más evidencia».
– House y Sócrates. Una paciente de House está a punto de morir, y House descubre en el último momento qué es lo que le va a matar. Su paciente, sin embargo, no quiere saberlo. House, perplejo, pregunta: «Esto te está matando, ¿no te interesa saber qué es?». Sócrates, para quien una vida sin examen no vale la pena de ser vivida, entendería a House. Además, un capítulo de la serie «House» se llama, precisamente, El método socrático, y House cree que el método de Sócrates es «la mejor manera de enseñar todo, excepto a hacer malabares con sierras eléctricas».
– House y Sartre. El ser y la nada y A puerta cerrada (dos obras de Sartre) y los actos de House tienen el mismo mensaje: los seres humanos necesitamos de los otros no sólo en el evidente sentido físico, sino también en el psicológico. Los demás generan ansiedad, pero también definen quiénes somos. Sartre decía que el mundo está «infectado» por los otros. House, de modo parecido, describe la presencia de los demás como una enfermedad ontológica.
– House y Nietzsche. Nietzsche y House son más provocadores que profetas. House enseña a su joven personal las virtudes del superhombre nietzscheano, porque quiere que piensen con independencia y que «superen» su formación anterior. House es el supermédico, el médico con la disciplina y voluntad necesarias para sobreponerse a lo establecido en la profesión. House rompe con las costumbres, la tradición y la ley: falsifica prescripciones, miente, viola la legislación de fármacos, y hace todo esto con indiferencia. La fuerza de voluntad de House, su falta de arrepentimiento y sus maneras inconformistas apuntan a la dirección sugerida por Nietzsche.
-House y Occam. Un capítulo de «House» se llama La navaja de Occam. Según el filósofo medieval, si tenemos dos o más teorías, todas ellas consistentes con los datos de los que disponemos, debemos preferir la teoría más simple. Vale. Pero House se plantea en qué consiste la simplicidad, y prefiere las explicaciones elegantes, novedosas y, si puede ser, divertidas. House, una actualización de Occam, plantea interesantes cuestiones como: ¿qué constituye la simplicidad? o ¿deberían los valores estéticos como la elegancia contar a favor de la verdad de una explicación?
– House y Peirce. House practica lo que él llama «razonamientos hacia atrás», y la versión formal de esta manera de razonar fue desarrollada por el filósofo Charles S. Peirce, que la llamó «abducción». Un ejemplo de «abducción» a la manera de House: un paciente le pregunta por qué su piel es anaranjada, y House adivina el porqué y, además, le dice que su esposa está teniendo una aventura, puesto que no ha notado que su marido ha cambiado de color.
Fuente: http://www.lne.es/cultura/2010/06/03/filosofia-medico-punk/924344.html
SPAIN. 3 de junio de 2010
Dr. House es una serie más de la “contracultura” hecha comercio de mucho éxito. Surgida de temas de interés general y que constituyen éxito fundamental en cualquier medio de masas que lo aborde, la salud, pretende romper la imagen “tradicional” del médico, con un personaje lleno de conflictos existenciales y sicológicos muy marcados, pero a la vez con un carácter entre “cínico”, y científico, lo que lo hace ser muy ambiguo, pero al mismo tiempo esto causa “suspenso” en el espectador. Sus creadores tienen claro que nunca lo deben presentar como un “desalmado malo”, sino con un éxito profesional relativo y alto, que le permita permanecer en su cargo.
El Doctor, maneja situaciones del orden científico y humano tanto de los pacientes, sus familias, los demás profesionales y administradores, y de él mismo, dejando aparentemente espacio para cuestionar la “ética médica” y social también. (Recuerdo un capítulo donde lo iban a sancionar legalmente por ser “drogadicto” automedicado).
El gancho central para el espectador es el tema “paciente” (enfermedades raras la mayoría de las veces y diagnósticos “rebuscados”), y el riesgo de muerte, tema éste último, que en esencia resulta ser la “filosofía barata” que cada quien busca evadir, opor lo menos abordar de una manera indirecta, como lo presenta la serie. Hay algo curioso que he podido analizar en algunas personas que sé, gustan de la serie, y es que les llama la atención que se pueda morir de una “enfermedad distinta” (casi especial) que de “cualquier accidente o cáncer común”.
Su carácter inquisitivo a veces, a veces imperativo y neurótico (lo que lo hace parecer kantiano), y a veces “clásico”, esta concebido para dar gusto al público mayor posible, desde los más conservadores hasta los más punk (si es que lo punk comercializado puede ser “lo último de la contracultura”).
Tiene si un aspecto humano real, y es el que como buen maestro, exige a sus discípulos, si les es posible, el superarlo, factor que creo no es intencional en los libretistas, como si los son las referencias ideológicas y filosóficas a distintas escuelas y géneros, lo que satisface también a un público “intelectual y académico” que cree estar por encima del común humano, y como dice hector, posa de snob, así sea refugiándose en el “anti-esnob”…
Al fin que, para no perder sentido de la realidad, es una obra mas de la industria del “entertainment”…
Cordial saludo.