En otro tiempo, cuando el franquismo aún dominaba España, el filósofo Fernando Savater fue llevado a la cárcel por ser crítico del Estado, corría el año de 1969. Hoy a más de 30 años de distancia, sabe que las críticas son teóricas y que de la cárcel se regresa, pero no de la muerte, ésa con la que lo ha amenazado el grupo vasco ETA.
Es aficionado de los libros y los caballos, eternamente fiel a los libros y con los caballos incluso se entiende mejor que con los seres humanos. Gusta de los lentes divertidos y ama la vida tranquila; sufre los viajes, sobre todo porque en los últimos años lo acompaña una escolta para protegerlo de algún atentado de los etarras y en cada país que visita le asignan seguridad.
Fue actor cuando joven, pero dejó los escenarios porque como era gordito y miope siempre le daban papeles del padre de la novia o del rey que matan; sin embargo no lo abandonó, ha escrito varias obras, la más reciente es una adaptación libre de Filoctetes de Sófocles, que tendrá una temporada en la UNAM en noviembre, con una compañía española dirigida por María Ruiz.
“Soy ante todo un lector, es lo que más me gusta hacer y supongo que si por leer pagasen yo ya no tendría que dedicarme a nada más, me hubiera ganado muy bien la vida y sería más rico de lo que soy ahora.
“He procurado que todas las cosas a las que luego me he dedicado vengan a partir de la lectura, en el fondo ser profesor es una forma de seguir entre libros y hablando de libros; la fidelidad a los libros es lo que más me que caracteriza”.
¿Han sido fundamentales los libros para el filósofo y el escritor?
Es la única cosa importante que realmente quisiera hacer, el resto de mi vocación literaria es simplemente fidelidad con lo que me causa placer: la lectura y los libros han sido la base de mi vida, lo que he hecho, dicho y emprendido es a partir de ellos.
¿Creció en una casa de libros. Acercados por su padre, su madre?
Afortunadamente viví en una casa donde existían los libros, mi madre era una gran lectora y cuando vio que me gustaba leer, inmediatamente empezó a comprarme libros; los regalos que se me hacían en todos los cumpleaños y fiestas eran libros porque sabían que me gustaban mucho, tuve la suerte de descubrirlos por la vía de quien más quería en ese momento.
¿A través de sus libros rinde homenajes a quienes ha leído?
Es una consecuencia, lo mismo que el viajero cuando vuelve de su viaje cuenta las tierras, las flores y los animales que ha visto, yo cuento sobre los libros que he leído como si fueran viajes que realizo en mi vida.
¿Estudió Filosofía y da clases para no dejar los libros?
Yo quería seguir una profesión que no implicara apartarme de los libros o trabajar en el sentido gravoso del término, es decir, el trabajo que no haríamos si no nos pagaran por hacerlo; yo he tenido la suerte de no tener que trabajar en mi vida porque todo lo que hago lo habría hecho también si no me pagasen; la habilidad ha sido conseguir que me paguen, pero enseñar, hablar y leer es lo que me gusta, ser profesor es justificar que uno va a seguir leyendo y hablando de libros toda la vida.
¿Cambió el gusto por la literatura en la adolescencia?
No, era igual, era el adolescente que iba descubriendo libros que ya no estaban en mi casa, ni en el mundo de mis padres, eran aventuras en lo prohibido, en lo desconocido dentro, por supuesto, de la sociedad que en aquellos momentos vivía, que era la dictadura, el franquismo y la represión, por lo tanto para el adolescente fue una época de bastante frustración.
¿La dictadura definió al adulto, al filósofo?
A diferencia de tantos otros autores no me he preocupado nunca ni de la Guerra Civil ni he hablado prácticamente nunca del franquismo. Mientras viví en él luché por las libertades, luché por recobrar una democracia, pero una vez que el franquismo acabó, jamás le he vuelto a dedicar cinco minutos de mi vida ni para repensarlo, ni escribir sobre él, ni para darle ninguna importancia.
¿Procura a su familia?
Mi familia fundamental es a la que he pertenecido, mis padres, mis hermanos, ésa ha sido mi verdadera familia. Lo nuevo, pues sí tengo un hijo, tengo una mujer, ésas son relaciones posteriores, adultas, yo creo que la familia que nunca se olvida y siempre se recuerda con cariño es la de la infancia.
¿Ha cumplido 60 años, se detiene a cada tanto para repasar cómo ha sido su vida?
Procuro no hacerlo, es una tarea bastante melancólica; he tendido siempre a vivir en el presente, incluso cuando era más joven, que es raro porque los jóvenes suelen vivir en el futuro. Yo he vivido siempre en el presente y ahora con muchísima más razón, evidentemente la melancolía del pasado la siento, soy una persona que tengo tendencia a la repetición y a la búsqueda de paraísos perdidos en el pasado, de eso no me he logrado curar.
¿Tener un poco el pie en el pasado, sirve para rememorar?
Sirve para sufrir, siempre que recuerdo sufro porque recuerdo lo perdido. Lo que uno vivió y ha perdido, recuerdo seres, momentos, paisajes, sabores, de todo.
¿Espera más de la vida?
La vida es lo que es, la vida está llena de placeres, de dolores, de conocimientos, de decepciones, ha sido como todas las demás, es buena en cuanto a que es vida, es decir, mejor que la muerte, dentro de ella hay cosas buenas y cosas malas. La única razón para vivir es haber nacido, nada más, no hay más justificación de la vida que la vida misma.
¿Por qué dejó la actuación?
Como era gordito y miope siempre me daban papeles del padre de la novia, del rey al que matan, y entonces yo quería ser el protagonista, como Brad Pitt, y como no podía lo fui dejando, por lo menos como actor, no quería más papeles de genérico.
Sabemos de su afición por los caballos, ¿qué tal se lleva con ellos?
Son con los que mejor me llevo, mejor que con los seres humanos. En serio, me gustan mucho las carreras de caballos, es una de mis grandes aficiones y viajo por el mundo para ver carreras.
¿Es aficionado a los viajes?
No, soy un hombre que viaja muchísimo pero no me gusta viajar, los viajes claro que me ayudan a saber más y cuando estoy en determinados sitios me gusta conocer lugares, voy a visitar amigos; pero en general la idea de viaje, del desplazamiento y las incomodidades, no me gustan.
¿Qué otras cosas no le gustan?
La lista de cosas que no me gustan es grande, es más, me gustan muy pocas, no hago más que leer, ir a los hipódromos, ver cine, un poco de música. No me interesa casi nada de lo que a la gente le gusta, ni la vida social, ni el deporte. Yo me puedo pasar una larga temporada sin salir, tranquilísimo en casa.
¿Pero tiene muchos amigos?…
No, tengo personas por las que he tenido afecto, pero amigos muy pocos, así he sido siempre… Probablemente soy de las personas que están más centradas en las relaciones con amigos muertos, como los autores de los libros.
¿Con los amigos muertos se polemiza menos que con los vivos?
Se polemiza de otra forma. Decía Proust que “la relación que tenemos con los libros es una amistad sin frivolidad”… En el terreno de la filosofía Spinoza es la persona a la que más quiero, en la literatura hay más, están Stevenson, Melville y otros.
¿Siempre ha sido opositor a la guerra y defensor de la paz?
Siempre he sido indómito, no soy desobediente si la obediencia me parece razonable, pero me molestan los arbitrarios, los tiránicos, los autoritarios sin razón, quizá por haber nacido y crecido en una dictadura; supongo que a partir de ahí ha ido saliendo mi propia vocación.
¿Eso le ha acarreado críticas y enemigos?
Críticas y cosas peores. Antes que las críticas llegó la cárcel en la época de Franco, en el año de 1969. Las críticas fueron teóricas, después con el país vasco y la desgracia terrorista que tenemos aquí en España, efectivamente fueron las amenazas.
¿Hay una gran distancia entre la amenaza teórica y la de muerte?
De la cárcel se vuelve, pero de la muerte no. Evidentemente que te amenacen con la cárcel es malo, pero que te amenacen con la muerte es peor.
¿Cómo ha afrontado las amenazas de muerte?
Supongo que todo hay que afrontarlo con buen ánimo y buscando la parte positiva; si uno molesta a los terroristas pues algo habrá hecho bien, porque a esa gente sólo le molestan los que hacen las cosas bien, entonces eso compensa un poco la incomodidad de la amenaza.
¿Se siente coartado en su libertad?
Hay cosas que uno no puede hacer, en ciertos momentos con ciertas personas, pero qué le vamos a hacer, más coartados están en su libertad los que no hablan por miedo.
Fuente: http://www.elimparcial.com/edicionimpresa/Hoy/Perfiles/635213.asp