La educación y su valor

Este escrito se limita a exponer el valor de la educación. Se parte de las diferentes acepciones del término, y se expone la forma en que distintos pensadores acuñaron el concepto.
Para lograr lo anterior se describe la relación de la pedagogía con el proceso educativo y se señalan su definición y sus métodos. Se explica, además, la relación que tienen la familia y el Estado en dicho proceso. Se expone, también, desde una perspectiva teleológica, el significado valorativo del proceso educativo y su relación con la esencia del hombre. Se continúa con una revisión de la finalidad que le han dado a la educación distintas culturas y se concluye con una reflexión para la buena educación.

Introducción

Cuando se habla de educación, tal vez se está limitando o determinando su significado real y trascendente en el ejercicio de las operaciones sensitivas y cognoscitivas del ser humano, ante esta perspectiva trataremos de señalar la importancia de la educación; su relación con la pedagogía; la influencia de la familia y el Estado, y por último, su significado valorativo en la esencia del hombre.

CONCEPTO DE EDUCACION

Aristóteles, en su libro Ética Nicómaca, define a la educación, en palabras de Platón, de la siguiente manera: “es preciso que luego desde la infancia se nos guie de modo tal que gocemos o nos contristemos como es menester, y en esto consiste la recta educación” (Aristoteles, 1988, pág. 20).

La palabra educación fue empleada para significar la “crianza”, de la cual deriva dos clases de auxilio que la persona madura puede ofrecer a los seres en proceso de desarrollo: por un lado el auxilio material mediante el alimento y la seguridad, y por otro , el auxilio psicológico mediante el control y la educación; de tal manera, la palabra crianza es una derivación latina de nutritio, con significado de alimentar, de ahí la definición de educación por parte de Santo Tomás de Aquino: “alimentar, nutrir, formar psicológicamente y espiritualmente” (Fermoso, 1997, pág. 122).

Etimológicamente la palabra educación, puede tener un doble origen. Sí se considera que proviene del verbo educere, tiene la significación de “ir hacia fuera, de salir, de llevar, así también, los latinos dieron a la palabra “educatio” el sentido figurado de actus educandi (acto de educar) o institutio et disciplina puerilis (instituto y disciplina pueril) o también la derivación del vocablo latino e-ducere, que tendría el significado de conducir o guiar hacia fuera.

La acepción vulgar de educación va encaminada a una actitud y a un conocimiento, la acepción filosófica de educación puede ser doble: la educación in fieri, en cuanto nos referimos al proceso mismo de perfeccionamiento, a actos, auxilio y modos de hacerse educado; la educación en facto esse, que la caracterizamos por una serie de rasgos poseídos por las personas que han alcanzado ya el tipo ideal del hombre educado (Fermoso, 1997, pág. 122).

Ahora podemos definir a la educación de manera científica como un “proceso exclusivamente humano, intencional, ínter comunicativo y espiritual, en virtud del cual se realizan con mayor plenitud la instrucción, la personalización y la socialización del hombre” (Fermoso, 1997, pág. 137), de tal forma, en este concepto tenemos la importancia de la educación, que se resume en cinco palabras: es un proceso exclusivamente humano.

LA EDUCACION Y SU RELACION CON LA PEDAGOGIA

Si hablamos de educación, estamos hablando de una formación consciente, así pues, las acciones humanas que conscientemente ponemos por obra, pueden ejercitarse de dos maneras: empíricamente, sin otra guía que el sentido común, y la práctica, que por ventura hemos conseguido por ciertas reglas o dictámenes sacados anteriormente de la practica feliz de los que nos precedieron. Es aquí, precisamente, en donde se presenta la relación entre la educación y la pedagogía, entre el educando y el educador, entre el que voluntariamente acepta ser conducido y el que por vocación acepta la responsabilidad de conducir, conociendo ciertas reglas y aplicándolas en el desarrollo del ser humano, pues, pedagogía, podemos definirla como “el arte de educar o conducir.”

De esta manera, la educación y la pedagogía surgen de manera natural como actividades propias y exclusivas del ser humano.

LA FAMILIA Y EL ESTADO

De las instituciones, que de alguna manera intervienen en el proceso educativo y que se pueden señalar como una responsabilidad compartida se encuentra la familia y el Estado. La primera, cumpliendo su función de entregar ciudadanos útiles a la sociedad y la segunda, de procurar el bienestar de todos los habitantes de la nación.

En la cultura griega se le daba un gran valor a la educación en la familia, de tal manera que el proceso educativo daba inicio desde la gestación. Se procuraba, especialmente en la mujer, que llevara un régimen adecuado desde antes y hasta después de la embarazo, esto evidenciaba la importancia de la familia como fuente de guía y formación. Lo anterior nos lleva a recordar aquel dicho que dice: “la educación no se unta, se amamanta”.

Por otro lado, la función del Estado es de gran responsabilidad, pues de él depende, en buena medida, que haya buenos ciudadanos; de ahí la cultura educativa del pueblo espartano “los hijos no son de los padres, sino de la patria” (Ruiz, 1964, pág. 33). Como podemos observar, esta dualidad de responsabilidad educativa, Estado – familia, ha formado parte de la vida del hombre a lo largo de miles de años de existencia.

LA EDUCACION Y SU SIGNIFICADO VALORATIVO EN LA ESENCIA DEL HOMBRE

Si hablamos de la educación y su significado valorativo en la esencia del hombre, no es para darle un enfoque axiológico, sino más bien, para otorgarle a la educación la trascendencia que con lleva al ser humano, consideraremos, pues, a la educación y su significado valorativo desde un enfoque teleológico, es decir, desde su finalidad.

Es necesario recurrir a Aristóteles para que nos enseñe el fundamento de esa finalidad, pues como señala: en el plano individual, el fin de la educación es la felicidad del educando y en el plano social, la formación de buenos ciudadanos; y continúa Aristóteles, “¿Hay nadie que quiera emprender nada sin proponer llegar a un término? Esto solo le ocurriría a un insensato. El hombre racional obra siempre en vista de alguna cosa, y esta mira en un fin, porque el objeto que se propone es un fin” (Aristoteles, 2007, pág. 40) y no solo eso, sino que puntualiza que el fin supremo, es el bien, y de modo categórico, que identifica ambos conceptos: “el bien supremo que buscamos, es pues, el que constituye un fin último y completo; este fin último y completo es el bien y hablando en términos generales; el fin es el bien” (Aristoteles M. a., 2008, pág. 9).

Pero podemos preguntarnos ¿Cómo llegar a esa felicidad a través de la educación? Aristóteles nos proporcionan una receta educativa para llegar a ese fin, a la felicidad, pues señala que “las cosas se aprenden haciéndolas, pero deningún modo que el hacer por si sola tenga ninguna virtud educativa, por eso la importancia de la práctica de las virtudes tanto intelectuales, que se adquieren con las enseñanzas , como de las morales que se adquieren con los hábitos, pero estas virtudes no existen en nosotros por la sola acción de la naturaleza, ni tampoco contra las leyes mismas, sino que la naturaleza nos ha hecho susceptibles de ellas y el hábito es el que las desenvuelve y las perfecciona en nosotros” (Aristoteles, 1972, pág. 185). En otra palabras, para Aristóteles, “el fin de la educación no puede ser otro que la consecución de la felicidad mediante la perfección virtuosa”, (Fermoso, 1997, pág. 203) pero más que nada, eudemonista.
Para la filosofía perenne, el fin de la educación es su causa final, ya que el hombre es un ser religado, de aquí que el fin último de la educación, sea la posesión del Ser Supremo o bienaventuranza, que es una formula eudemonista cristiana o felicidad.

Rufino Blanco señala que “desde luego, el fin de la educación debe ser congruente con el fin de la vida del hombre y de su naturaleza. Admitir la posibilidad de un fin de la educación distinto o contrario al fin natural del hombre seria un absurdo o por lo menos, un contrasentido” (Fermoso, 1997, pág. 210)
Existen una gran cantidad de teorías sobre el fin de la educación, unas finalistas, otras anti finalistas, algunas inmanentistas otras existencialistas, pero no cabe la menor duda que cuando se habla de educación, esta va envuelta o está relacionada íntimamente con un fin, cual quiera que sea éste, pero debemos tener muy presente que la educación vive, es decir, es parte de la existencia del hombre.

Es interesante recordar, con los siguientes ejemplos, a través de las diferentes culturas, cual fue la finalidad en la educación: “en China, con la educación se buscaba preparar

funcionarios y hombres asemejados al mandarín que era el prototipo humano; los griegos, con su ideal humano armónico y equilibrado convierten a la educación en gimnasia o música; los romanos preparaban ciudadano; el Medievo cristiano hizo al hombre asceta, porque predicaron que el hombre es un ser peregrino hacia el cielo; el renacimiento cortesanos, porque los palacios sustituyeron al cenobio y a las catedrales; los franceses cartesianos; los ingleses gentleman; los norteamericanos, demócratas.” (Fermoso, 1997, pág. 211)

Y en la actualidad ¿Cuál será la finalidad de la educación? Para responder a esta pregunta nos remontamos a la tendencia que la UNESCO, a nivel mundial, pretende o ha implementado en cuanto darle cierta finalidad a la educación, pues señala, que “las sociedades necesitan una educación que reflejando las transformaciones económicas y sociales les permitan adaptarse funcionalmente al movimiento de la historia” (Caponnetto, pág. 129). Podemos preguntarnos, entonces, ¿El hombre, en su esencia, es un ser económico; social e histórico? Como respuesta anticipada podemos decir que El hombre es más que esto.

En México se menciona que los grandes problemas que aquejan al país son la corrupción, la delincuencia, la economía, la política, etc. ¿Será cierto que estos son los graves problemas que afectan a la nación y que le impiden el desarrollo? La respuesta es un rotundo NO, porque estos problemas son efectos, y todo efecto tiene una causa. ¿Cuál o cuáles son, entonces, las causas de estos grandes problemas? Llanamente es por la finalidad que se la ha dada a la educación, no por la falta de educación, pues la instituciones que son el eje principal de cualquier sociedad, familia y Estado aun persisten y siguen educando, pero sin una orientación adecuada. Además, el estado, desde hace mucho tiempo abandonó su función de fortalecer a la familia, eso la ha debilitado y la ha vuelto vulnerables.

Si bien es cierto que los hijos son de la patria, no lo es menos que la patria se compone de familias (no solo de individuos) y que, cuando se las debilita o se las destruye tenemos como resultado los grandes problemas sociales que hoy vivimos, lo que representa un funesto golpe a la patria.

El Estado, organismo de suyo jurídico, no puede, ni debe suplir las aptitudes naturales de la familia en el terreno de la educación. ¿Qué queremos con la educación, quitarle al hombre su esencia y despojarlo del vínculo natural que lo liga con la familia y con el estado? Si hacemos eso la existencia del hombre simple y sencillamente se convertirá en un caos.

No debemos olvidar que el hombre es un ser perfectible, pero tampoco debemos olvidar que el hombre se perfecciona con el proceso educativo, lo cual constituye el fin de la educación; como lo explica Fermoso, “sí ser hombre perfecto supone ganar dinero, la educación prepararía productores y economistas; sí se afirma que es captar la belleza se harían estetas; sí se dice que es hacer hombres virtuosos, se formarían seres morales; sí se opina que es dominar la naturaleza por la técnica tendríamos técnicos y tecnócratas” (Fermoso, 1997, pág. 210). Sin embargo, considero que para esto, no existe el hombre, porque el hombre trasciende a su existencia, pero que con la esencia asociada a su existencia, alcanzará el Bien Absoluto; esto último está fundamentado en la antropología filosófica.

Hasta aquí, es evidente que para una buena educación la corresponsabilidad entre el Estado y la familia es importante. Si el Estado no mantiene un vinculo estrecho para apoyar en la educación a la familia, ésta no podrá desarrollar, como debe de ser, su función natural educativa, pues ya lo señaló Aristóteles hace mucho tiempo, “donde quiera que la educación ha sido desatendida, el Estado ha recibido un golpe funesto” (Aristoteles, 1982, pág. 143) y, ¿este golpe funesto, no lo estamos padeciendo ya?

Finalmente, ¿Cuál es la responsabilidad de la familia? Debemos considerar que las familias se forman a través de los matrimonios, y que la familia, por naturaleza, realiza una función educadora, entonces, también la familia debilita a la sociedad con su disolución y falla en su función educadora, pues como lo menciona Juan Márquez “para la buena educación de los
Aristóteles. (1988). Etica Nicomaquea. México: Porrúa. Aristóteles. (1982). La política. México: Espasa- Calpe. Aristóteles.

(1972). Los Clásicos. U.S.A.: Jackson,Inc. Aristóteles. (2007). Metafísica. México: Porrúa.

Aristóteles, M. a. (4 de junio de 2008). http://www.scribd.com/. Recuperado el 2 de enero de 2010, de http://www.scribd.com/: www.scribd.com

Caponnetto, A. (2001). Pedagogía y educación. Jalisco: Folia. Fermoso, E. P. (1997).

Teoría de la educación. México: Trillas.

Ruiz, A. R. (1964). Historia de la educación y pedadogía. Madrid: Librería.
Es Maestro en Administración, Lic. en Economía y Lic. En Filosofía. Profesor de Tiempo Completo adscrito a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Recibe comentarios en [email protected]
Fuente: Rubén Borunda Escobedo

19 de febrero de 2013

5 comentarios La educación y su valor

  1. gardenia verde

    es muy importante saber que contamos con personas como Usted tan inteligentes y tan interesadas por la educacion y sus valores.

    Reply
  2. Alexandra Romero Ermisz

    Saludos, me parece muy interesante su artículo, muy rico de verdad, sin embargo he querido consultar sus fuentes y en las bibliografías no está el nombre del libro de Fermoso, le agradecería si pudiese facilitármelo pues estoy realizando un trabajo de investigación sobre educación y me gustaría consultarlo.

    Gracias de antemano

    Reply
  3. GRACIELA GONZALEZ LOZANO

    UN ARTICULO MJY ACERTADO , EN LO PERSONAL PUENTO QUE GRAN PARTE DE LA MALA EDUCACION LA TENEMOS EN CASA , PERO SI TUVIERAMOS OTRO TIPO DE PENSAMIENTOS E INTENCIONES NUESTRA EDUCACION SERIA MEJOR, INCLUYENDO AL DOCENTE.

    Reply
  4. miguel

    guau espectacular cuando se tiene maestros que no te explican lo de su materia y crees que aquí solo hay paja. Claro después de haber leído dos que tres libros.

    Reply

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *