¿Por qué un físico prominente hace la afirmación “el universo puede venir de la nada?” Esto es precisamente lo que el Dr. Stephen Hawking ha hecho en su nuevo libro, “The Grand Design”, cuando señala: “Porque hay una ley como como la gravedad, el Universo se puede y se crea de por sí de la nada. La creación espontánea es la razón de que es algo más que nada, ¿Por qué el universo existe?, ¿Por qué existimos? “
Esta declaración revela un supuesto fundamental de Hawking sobre el universo, a saber, que surgió de la nada. Pero ¿por qué debe un físico prominente asumir que el universo surgió de la nada? Probablemente, porque cree que hay razones para pensar que el universo tuvo un principio.
Permítanme decirlo a la inversa: si uno cree que no hay evidencia significativa de un principio del universo entonces uno se enfrenta a la pregunta, “cuál era el universo antes del comienzo?” Si el inicio es verdaderamente un punto en el que el universo llegó a existir entonces una se enfrenta al hecho de que antes del comienzo, el universo físico no era nada.
¿Qué quiero decir? Si el Dr. Hawking no cree que haya ninguna razón para pensar que el universo tuvo un principio (de la física o la filosofía), entonces ¿por qué se molestó en especular sobre cómo el Universo podía crearse espontáneamente de la nada? Me queda suponer que el Dr. Hawking cree que hay razones para pensar el universo tuvo un comienzo – de lo contrario su afirmación sobre “el universo viene de la nada” no tiene sentido.
Sucede que hay una cantidad considerable de evidencia de un principio del universo de la física y la filosofía. En mi nuevo libro “Nuevas pruebas de la existencia de Dios: Contribuciones de la Física Contemporánea y Filosofía” (Eerdmans, 2010), hablo acerca de la evidencia convincente para el comienzo de un universo de espacio-tiempo la geometría (el teorema de Borde-Vilenkin Guth- 2003, y la Prueba Borde-Vilenkin – 1993) y de la segunda ley de la termodinámica (entropía). También hablo acerca de la evidencia de un principio, de los argumentos matemáticos (implícita en la obra de David Hilbert) en contra de infinitos reales que constituyen totalidades de agregación. No estoy seguro si el Dr. Hawking ha utilizado estos u otros tipos de pruebas que aportar, implícitamente, un principio del universo, pero es difícil para mí creer que ha llegado al umbral de la metafísica sin sentido de uno.
Si admitimos esto, entonces el siguiente paso sería examinar el valor de su argumento metafísico. Tenga en cuenta aquí que el Dr. Hawking ha pasado del dominio de la física a la metafísica (literalmente “más allá de la física”), cuando hace declaraciones sobre la “nada” y “creación” y “el universo creándose a sí mismo.” Estos temas metafísicos han adoptado hasta desde los tiempos de Parménides y Platón, y con toda franqueza, respondió por ellos de una manera más coherente y lógica, que el Dr. Hawking. ¿Por qué digo esto? Debido a que estos pensadores utilizan el término “nada” que significa “nada” (es decir, “lo que no hay tal cosa como”). Nada que no se debe pensar que el vacío o el vacío (que es dimensional y orientable – donde se puede tener más o menos espacio), y ciertamente no es una ley física. En la medida en que las leyes de la física tienen efectos físicos reales, deben considerarse como algo físico.
Vamos a tomar la ley mencionada por el Dr. Hawking arriba – la ley de gravedad. Tiene una constante específica de la misma y características específicas, y tiene efectos específicos sobre la masa-energía e incluso en el espacio-tiempo. Esta es una definición muy curiosa de “nada”. Por lo tanto, la frase de Hawking debe ser reformulada para decir algo como: “Porque hay una ley como la gravedad, el Universo se ha desarrollado como en desarrollo.” Pero lo que hay que evitar son los resto de los estados – “puede y va a crearse de la nada” y “creación espontánea es la razón de que hay algo en lugar de nada”, etc Ahora bien, si replanteamos la declaración de Hawking en la forma anterior, entonces evidentemente no explicó por qué hay algo en vez de nada. Sólo ha explicado que algo viene de algo (es decir, el universo de las leyes físicas como la ley de la gravedad).
Pero volvamos a la hipótesis subyacente de Hawking, a saber, que hay razones para pensar que algo surgió de la nada – es decir, las razones para un comienzo. ¿Cómo respondieron a esta pregunta filósofos y metafísicos tradicionalmente? Con lo que muchos llaman el primer principio de la metafísica, “De la nada nada viene la nada.” Si se toma literalmente nada – es decir, si uno reconoce que no hay tal cosa como nada, entonces uno no puede atribuir nada a la nada. No se puede atribuir características, acciones, poderes y así sucesivamente a la nada. En esta ausencia de todo, uno sólo puede concluir que “nada sólo puede venir de la nada.” ¿Qué significa esto?
Esto significa que si el universo físico tuvo un principio (un punto en el que llegó a “existir”, entonces antes de ese momento no era nada. Y si no era nada, entonces no podría haber creado a sí mismo (porque nada sólo puede venir de la nada) . Entonces, ¿qué implica eso? La misma realidad que el Dr. Hawking quiere evitar, a saber, un poder trascendente que puede hacer que el universo llegue a existir.
¿Por qué debemos considerar este poder de ser trascendente (es decir – que trasciende el universo como un todo)? Porque si el universo no era nada antes de su inicio, entonces la realidad lo que hace que existan deben estar completamente fuera de ella (independiente de la misma). Esta realidad trascendente, que hace que el universo como un todo que existe es con frecuencia llamado “creador” o “Dios.” En mi opinión, el Dr. Hawking no ha demostrado aún la no necesidad de esta realidad. De hecho, lo implica, por supuesto de la existencia de un comienzo en su afirmación sobre el universo viene de la nada.
Fuente: http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/iglesia/jesuita-robert-spitzer-responde-stephen-hawking
SPAIN. 3 de septiembre de 2010
Manuel Lozano Leyva expone en Publico.es:
El problema es la religión
La semana que viene se publicará un libro en el Reino Unido que dará mucho que hablar. Su título en español supongo que será El gran diseño y su autor más notable es Stephen W. Hawking, que lo firma con Leonard Mlodinov.
Lo más importante del libro es que trata de poner al alcance de las personas no especialistas los últimos intentos de la física teórica en cuanto a fundir en un mismo cuerpo matemático la relatividad general o teoría del universo en su conjunto con la mecánica cuántica o teoría del microcosmos atómico. El problema es que el objetivo de tal esfuerzo divulgativo se encamina a demostrar la no existencia de Dios.
Siempre me anima que un científico de la talla de Hawking muestre públicamente su agnosticismo, pero que en esta ocasión lo haga apoyándose en las teorías M y una de sus hipotéticas consecuencias, la existencia de infinidad de universos, me parece pobre cuando no contradictorio. Concluyen Hawking y Mlodinov que, igual que Darwin y Wallace explicaron el aparentemente milagroso diseño de las formas vivas sin intervención de un ser supremo, el concepto de multiverso puede explicar nuestra existencia sin necesidad de un creador benevolente que hiciera el mundo para nuestro beneficio.
El problema reside en que mientras que la evolución de las especies por selección natural está demostrada incluso a escala molecular, los modelos en 11 dimensiones que desarrollan todos los conceptos de supercuerdas, las teorías M, no tienen por ahora la más mínima posibilidad de contrastarse experimentalmente. O sea, que entran casi en la categoría de filosofía, a la que Hawking le niega cualquier papel hoy día.
Así, si suponemos que Borges tenía razón al catalogar la filosofía de subgénero de la literatura fantástica, las teorías M pueden caer en el mismo saco. Creo que lo más honesto desde el punto de vista científico es mantener la postura de Laplace, que cuando le enseñó su modelo matemático del sistema solar a Napoleón y este arguyó que no veía a Dios por ninguna parte, le respondió: “Sire, no he tenido que hacer uso de tal hipótesis”. También creo importante no distraer a la gente en cuanto a que el problema no es Dios, sino las religiones.
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/334819/problema/religion
SPAIN. 3 de septiembre de 2010
Carmen Villar – Santiago, escribe farodevigo.es:
A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. El teólogo Andrés Torres Queiruga cree que ciencia y religión versan sobre dominios distintos y que las afirmaciones de Hawking trascienden el terreno de la física para entrar en el de la filosofía.
–¿Qué opina de que Hawking afirme que Dios no es necesario para la creación del Universo, que el Big Bang fue una consecuencia inevitable de las leyes de la física?
–La frase como tal, si se toma en la pura literalidad, no es nueva. Es decir, para la física evidentemente Dios no es necesario. Ya lo había dicho Laplace: para explicar la astronomía no se necesita la hipótesis de Dios. Lo que pasa es que Hawking, como ya en otras ocasiones pero esta vez con más fuerza, en la medida en que son de fiar los datos de la prensa, hace una afirmación desmesurada, que se sale totalmente del campo de la física. Él tiene su dosis de razón, porque para explicar “científicamente” cómo funciona el universo desde su origen constituye es una pregunta científica que responde la ciencia, pero cuando da el salto a preguntar por qué aparece el universo, entonces él ahí entra en un mundo filosófico en el que demuestra muy poca competencia.
–Usted cree que ciencia y religión o filosofía son campos separados…
–Evidentemente. Pero es muy típico de algunos científicos extrapolar su saber científico, convirtiéndolo en saber filosófico y aun masivamente empírico. Un ejemplo para que se entienda. Si una mujer a la que desapareció el marido va a pedir una pensión de viudedad, es posible que le contesten que su marido “jurídicamente” no está ni vivo ni muerto, porque todavía no ha aparecido el cadáver. Y tienen razón jurídicamente. Pero si el funcionario de ahí sacase la conclusión de que “en la realidad” hay un hombre que no está ni vivo ni muerto o que puede estar vivo y muerto, sería una solemne bobada. Una cuestión científico-jurídica se convertiría en una afirmación ontológica. Pues Hawking incurre en ese paralogismo. Sin duda, físicamente puede llegar con todo derecho hasta lo que se conoce como “singularidad” inicial. Todo eso entra en el mundo científico. Pero luego hace una pregunta distinta: por qué hay esa singularidad inicial. Entonces cuando afirma que la nadaes el origen del universo, entra en lo filosóficamente insostenible. Eso es tan disparatado como decir que en la realidad un hombre puede estar vivo y muerto al mismo tiempo.
– De la nada, nada puede salir, dicen los filósofos.
–Es evidente y lo dice el mismo sentido común. Parece que Ortega dijo en una ocasión: “Einstein sabe tanta física que de vez en cuando puede permitirse decir algún disparate en filosofía”. Me lo contó Gacría-Sabell. Pudiera ser apócrifo, pero el dicho resulta muy pertinente para este caso. En física Hawking puede ser muy competente, pero eso no lo autoriza a pontificar en filosofía, ni en religión.
– ¿La física podrá responder alguna vez a este tipo de preguntas o quedan fuera del alcance de la ciencia?
–Es que no le preocupa. La ciencia no entiende de eso, ni para afirmar ni para negar. Como también sería ridículo usar la física para afirmar a Dios sin más. Son preguntas de otro estilo. Sería como usar el peso corporal para determinar el amor que una persona siente por otra. Un disparate. Son cuestiones de ámbito distinto.
– ¿Son compatibles?
–Compatibles en la medida en que no invadan el campo ajeno. La pregunta del filósofo no manda en el ámbito del científico, y viceversa. Esto ya lo dejó Kant muy claro y la fenomenología de Husserl insistió todavía con más fuerza.
– ¿El método científico podrá algún día dar una respuesta a esta pregunta?
–Sería tan imposible como pensar que la física podría determinar algún día el peso del amor. Simplemente se trata de una cuestión sin sentido.
Fuente: http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2010/09/04/hawking-competente-fisica-filosofia-extralimita-penosamente/470000.html
SPAIN. 4 de septiembre de 2010
Oviedo, María LASTRA, escribio en lne.es:
Y se armó la de Hawking
Intelectuales asturianos cuestionan los argumentos del astrofísico británico, que en su último libro niega rotundamente la existencia de Dios
Stephen Hawking ha abierto el debate. El astrofísico británico, premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia, proclama en su nuevo libro que «Dios no existe» y que la ciencia moderna hace innecesaria la figura de una deidad creadora. En un asunto tan controvertido, la polémica está servida. LA NUEVA ESPAÑA ha invitado a opinar sobre la existencia de Dios a científicos y pensadores.
«Dios no existe». El científico británico Stephen Hawking, premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia en 1989, lo proclama en su nuevo libro, que se publicará próximamente. Afirma que la física moderna excluye la posibilidad de que un ser superior, una divinidad, crease el Universo. El astrofísico ha devuelto a la actualidad la eterna dualidad entre fe y ciencia. El debate está abierto y las reacciones, en uno u otro sentidos, se suceden.
LA NUEVA ESPAÑA ha recabado opiniones entre hombres de ciencia y del ámbito de las humanidades y la filosofía. Muchos de ellos rebaten las afirmaciones de Hawking, cuestionan su autoridad para impartir doctrina sobre una cuestión que sobrepasa el ámbito de la ciencia y rechazan su fundamentación:
l Gustavo Bueno, catedrático emérito de filosofía: «Lo que me extraña es que la prensa dé tanta importancia a las declaraciones de un físico que no tiene nada que decir sobre el asunto. Como si quiere opinar sobre Avilés, lo que dice es ajeno completamente a su materia. No tiene nada que decir, nada más que bobadas. Lo que dice es irrelevante».
l Antonio Fernández-Rañada, catedrático de Física Teórica: «¿Cómo puede saberlo? La existencia de Dios no es cuestión científica sobre la que se puedan hacer experimentos y llegar a conclusiones. Muchas personalidades importantes han elaborado pruebas, que más tarde se valoraron simplemente como opiniones. Lo que Hawking ha dicho es su opinión, no son verdades científicas que se puedan demostrar. Cualquier ciudadano podría pensar lo mismo que él. La existencia de Dios es algo que no se puede demostrar».
l Ángel Jiménez Lacave, médico oncólogo: «Hawking se dedica a la experimentación física y su conocimiento se basa en evidencias empíricas. El concepto o la existencia de Dios pertenece al mundo de la metafísica y su existencia no puede demostrarse empíricamente. El método físico no sirve para la metafísica. En la historia de la Humanidad hay dos formas de pensar: los que aceptan la metafísica y los que no. El primero que intuyó de una manera brillante que había algo más que lo experimentable por el ser humano fue Platón. Desde entonces, ha habido opiniones de pensadores que consideramos, como yo, que existe la metafísica y de otro cincuenta por ciento que dice que sólo se fía de lo que se puede experimentar, el mundo de los empiristas y racionalistas y, sobre todo, el materialismo filosófico».
l José María Hevia Álvarez, teólogo: «Me parece simplemente una chorrada. Que me diga de qué ecuación lo ha deducido. No me resulta extraño, es una postura que Hawking ya tenía desde hace un tiempo. Es una afirmación extracientífica, no de la ciencia. El tema de Dios no se puede deducir de la ciencia».
l Jaime Ferrer, catedrático de física: «Es totalmente lógico que las leyes de la Física hagan redundante la idea de la creación directa de Dios. La pregunta crucial es quién estableció las leyes de la Física antes de que existiera nada a que aplicarlas, ni siquiera el Universo. De hecho, Galileo, Kepler y otros fueron capaces de poner en marcha la física como una ciencia porque creían que el mundo era inteligible, es decir, que seguía unas reglas racionales establecidas por un ser inteligente, Dios».
l Miguel Cancio, economista y sociólogo: «Sigue pendiente la principal cuestión, que no resuelven Hawking ni Marx, y es la de la espiritualidad. Hay quien dice que en el ser humano hay un gen de espiritualidad que da sentido y significado a esto, que no es materia. Dios es fundamental para nuestro alimento espiritual, para dar sentido y significado a nuestra vida. El ser humano tiene el deber de aportar el bien espiritual y de distinguir lo bueno de lo malo. Si no se tienen en cuenta estas consideraciones, todo lo demás nos lleva a la catástrofe, como se está viendo».
«Me parece una chorrada: que me diga de qué ecuación lo ha deducido»
Teólogo
«La existencia de Dios no es cuestión científica sobre la que se puedan hacer experimentos»
Físico teórico
«La pregunta crucial es quién estableció las leyes de la Física antes de que existiera nada»
Físico
«La existencia de Dios pertenece al mundo de la metafísica y no se puede demostrar»
<Ángel Jiménez Lacave >
Médico oncólogo
«Sigue pendiente la principal cuestión, que no resuelve Hawking, y es la espiritualidad»
Economista y sociólogo
Fuente: http://www.lne.es/sociedad-cultura/2010/09/04/armo-hawking/963375.html
Quienes creen en la divinidad no aceptan la carga de la prueba y sigue siendo fácil afirmar lo que no se puede probar, como exige la ciencia. Suponer, tener fe, creer, todo ello se reduce al ámbito de la voluntad personal. Probar, demostrar, hacer evidente un supuesto, eso es parte de la ciencia. Para lo primero no se necesita sino voluntad, para la ciencia se necesita mucho más, porque implica un esfuerzo, una dedicación, una vocación por parir conocimientos nuevos que sirvan a la humanidad. El prejuicio del primer principio metafísico se afincó en nuestra conciencia cuando el primer chispazo de inteligencia nos dijo que había que explicar, que entender las manifestaciones naturales. Ellas fueron el primer dios que tuvimos. Luego la conveniencia, el poder y la razón interesada filtraron el concepto hasta hacerlo monolítico, eterno, etc., es decir, humano pero a la inversa, como suponía Feuerbach, con todas nuestras debilidades extrapoladas e invertidas ( perecible=inmortal ; finito=infinito; ignorante=omniciente, etc.). El conocimiento humano, al igual que el hombre, no es divisible. El conocimiento que deriva del conocimiento de las cosas no debe estar separado de la metafísica en la que cabe todo. Es cuestión de tiempo para que la primera impere sobre la segunda. A pesar de ello, creo en la naturaleza también espiritual del ser humano, aquella que considera que somos hermanos en un universo sin finalidad, en una naturaleza hermosamente mortal.
estas incursiones de terrenos “mas allá” de su especialidad del Sr. hawking, simplemente demuestra que la ciencia fisica se encuentra estancada en loo que respecta a sus verdaderos aportes es decir lo experimental lo demostrable, y que d eun buen tiempo hacia aca simplemente la ciencia fisica se sostiene por teorías y ya no por leyes demostrables. hemos llegado en que los mayores fisicos simplemente hacen especulaciones con un sabor a dogmatismo el cual es favorecido nada mas por la admiración de su “autoridad”como fisicos.
por mas publicada y polemica la especulacion del Sr. hawking no deja de ser una teoría no demostrada a cabalidad.
y simplemente propongo esto al entrar a un cuarto desordenada hasta ahorita no veo que ninguna prenda u objeto se ordene así mismo dentro de sus limites.
y tampoco he podido comprender que la materia misma pueda ordenarse per se, siempre requiere la ayuda de una inteligencia ordenadora,otro ejemplo seria los computadores u ordenadores que a pesar por sus adelantos y sosfisticación son producto del ingenio de una inteligencia humana las cual ordena sus funciones. y esto que es inteligencia artificial que depende de la inteligencia humana.
y como reza un principio ontologico referente a lo que expone este articulo “de la nada nada deviene”..
Augusto Mejía González, escribio en el Diario del Otun:
Únicamente Dios, la energía, el tiempo y el espacio han estado siempre
as últimas conclusiones del Británico Stephen Hawking, cuando sostiene que “Dios no creó el universo y el Big Bang fue la consecuencia inevitable de las leyes de la física”; y cuando afirma, además “que una nueva serie de teorías vuelve innecesario pensar en la existencia de un creador de todo”, son normales para los científicos quienes siguen el curso lógico de las leyes físicas y sus resultados; hace cimbrar a los teólogos y propician una nueva oportunidad para que los filósofos busquen el acuerdo sobre lo fundamental.
El meollo del problema podría radicar en que los físicos pretenden prescindir de todo lo metafísico y pensar que el universo es solo físico. El mismo Hawking, parte de premisas equivocadas para tratar de sustentar sus tesis, como éstas: “Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo puede crearse y se crea a partir de nada. No es necesario invocar a Dios como el origen.
La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada, es la razón por la que existimos”. Pues tal vez no, mi querido Hawking. Porque la que nunca ha existido ha sido la nada. La nada, nada produce, y no puede sacarse algo de la nada. Y, por lo demás, pensamos que la creación no fue tan espontánea; y que la creación no excluye la evolución.
Como el concepto que tenemos de Dios, será siempre precario cualquiera que sea la altura y la profundidad del entendimiento humano, nadie podrá abrogarse en definitiva ese concepto y el conocimiento de Dios; porque siendo una concepción metafísica, como está más allá de la física, su aprehensión sólo podemos lograrla a través de instrumentos también metafísicos, como es la razón. Ante la carencia de certeza, solo nos queda la intuición, desde luego la lógica y por último, la fe.
En aras de alguna comprensión, podemos suponer que en un momento, la energía concentrada, sin poder definir de qué magnitud, produce el estallido del Big Bang, y tenía a su favor el espacio indefinido para poderse expandir.
También por intuición, algunos pensamos que Dios es la Suprema Energía y que como dicen los poetas, cansado y aburrido de estar solo-aunque en realidad todo lo contiene y nada le hace falta, puso el universo a marchar, insuflándole a esa energía en expansión todos los elementos metafísicos, para que cuando esa energía se condensara y se convirtiera en materia, por evolución y empleando el tiempo necesario que siempre ha estado a la expectativa, fueran apareciendo los astros, colocándose en sus elípticas sin que puedan molestarse unos a otros y atrayéndose y repeliéndose, y teniendo dentro de sí su propia atracción, y produciendo por el enfriamiento de la energía el agua, y dentro del agua tal vez ya venía ínclita la vida que no la vemos; como a él que tampoco lo vemos; pero que nos participó de su vida sempiterna; dándonos una vida terrena.
Pero la mas estupenda de nuestras dotaciones fue el de la mente o entendimiento o razón; que para pesadumbre de los físicos, son también entes metafísicos, como son las palabras o el sentido mismo de las frases.
En síntesis, amigos científicos y físicos: a Dios, y al universo y a la creación a través de la evolución, solamente podemos entenderlos a través de las estrictas leyes físicas pero también a través de las aparentemente pesadumbrosas leyes metafísicas.
Fuente: http://www.eldiario.com.co/seccion/OPINION/nicamente-dios-la-energ-a-el-tiempo-y-el-espacio-han-estado-siempre100909.html
COLOMBIA. 10 de septiembre de 2010
Jesús Ortiz, escribio en publiacceso.com:
Hawking y la causa del universo
Estos días se habla mucho de Hawking de Dios, cuando se publica su último libro “The Grand Desing”. Son cosas de la publicidad pero no está de más abordar temas importantes por encima de la banalidad. El famoso astrofísico afirma ahora que el origen del universo se explica suficientemente por las fuerzas gravitacionales, y por tanto Dios no hace falta como causa del mismo. Me padece que es tanto como explicar la no existencia de Velázquez a partir de Las Meninas.
Buscando la causa
La noción de causa es elemental pero verdaderamente difícil. Hay una primera idea de causa, que utiliza de modo espontáneo la inteligencia, aliada con el sentido común, cuando busca el origen de un efecto, de un fenómeno, y sobre todo de los entes o realidades, que sólo se explican parcialmente a sí mismos. Sin embargo, sospechamos con razón que a menudo concurren más causas de las que vemos o suponemos. Por eso nos equivocamos y tenemos que rectificar, los simples humanos y los científicos.
En segundo lugar hay otra noción de causa eficiente que utiliza la filosofía con más precisión, a partir de esa experiencia elemental humana de la razón que se pregunta por el origen de los efectos. Intenta remontarse a las causas propias y proporcionadas, porque no hay nada sin razón suficiente. Afirmar desde la física, la biología o la astrofísica que las leyes de la naturaleza, la vida o el universo se explican por sí mismos es dar un salto mortal en el vacío y sin red, pero sobre todo es un atentado a la lógica apoyada en el inevitable principio de no contradicción. También afecta al principio empírico según el cual todo efecto tiene una causa proporcionada, aquella que influye en el ser mismo del efecto. Y en ese término “proporcionada” está el meollo, porque la física puede experimentar efectos existentes y provocar otros, siempre de modo empírico y sometidos al principio de falsación que equivale, para entendernos, a ir avanzando aprendiendo de los errores (K.Popper).
Pues bien, la búsqueda de las causas propias y proporcionadas no se puede hacer de modo indefinido, porque una sucesión indefinida o incluso infinita sólo dilata la cuestión pero no la resuelve. Por eso se puede concluir que tiene que haber una Causa primera incausada de toda la realidad, y que por ello su naturaleza sea sólo ser, identificándose como ejemplar único. Mientras el efecto dice dependencia de la causa, la inversa no es necesaria: no existen efectos absolutos, pero sí puede haber una causa absoluta.
También hay que advertir que la noción de Causa incausada no equivale a “causa sui” como han dicho algunos estos días e incluso a lo largo de la historia de la filosofía. Es contradictorio que algo o alguien sea causa de sí mismo, puesto que tendría que existir antes de existir, o mejor ser antes de ser. Lo intentó explicar B.Spinoza a su modo pero no ha convencido porque va contra el sentido común que no está reñido con la filosofía.
La Causa última incausada marca la inabarcable e inexperimentable diferencia entre todos los entes o realidades que tienen ser, como participado, y el Ser que es su ser, Ipsum ipse subsistens, dice Tomás de Aquino, después de razonar sesudamente a partir de la experiencia de los entes contingentes, y puliendo los mejores logros de los pensadores anteriores, como Aristóteles o Boecio.
Del fenómeno al fundamento
Todo esto es parte de la ciencia filosófica, del discurrir de la razón desde los efectos a las causas, comprobando que el azar no explica nada, sino que elude las preguntas fundamentales, y se plantea como un axioma casi de fe. Se queda, en palabras del filósofo X.Zubiri, en la penultimidad de la vida. Me parece que es lo que pasa a algunos filósofos, muchos pensadores, y cantidad de científicos, incapaces de remontarse por encima de los fenómenos para buscar sus fundamentos. Y principalmente el fundamento último de todo, visto como Causa incausada, ser subsistente que no debe nada a nadie: plenitud absoluta no vinculada a nada, a diferencia de los seres contingentes que no tienen en sí la razón de su ser, siendo por ello relativos a sus orígenes, como los hombres a sus progenitores y en última instancia a Dios. Ese Dios que es vida y da la vida, que es inteligente como lo muestra la maravilla del universo, del macrocosmos y del microcosmos. Como es sabido, decía con razón de E. Kant que hay dos cosas que le admiran en extremo: el cielo estrellado en la noche y la conciencia moral del hombre que le impera ser quien es. Aquí está el sentido común, el sentido filosófico, y hasta un poco del sentido religioso. Y es el hipercrítico de Kant.
Sin embargo esa percepción de Dios como Causa primera y más universal se queda pequeño ante el conocimiento real de Dios por la fe. Ya no hablamos de un Ser impersonal , una fuerza aplastante, o una idea necesaria para dar sentido a la realidad. No aparece como el Gran relojero sino de un Dios que ama y crea por amor, que es familia primigenia tripersonal, el Padre, el Hijo, y el Espíritu. Que ama tanto a los hombres que envió al Hijo para salvarlos del mal, que todos reconocemos en mayor o menor medida, pero sin poder explicarlo bien y menos desarraigarlo. La Encarnación del Logos y la Redención por amor desde la Cruz logran adentrarnos en ese misterio del amor de Dios, el de la libertad humana, el de la esperanza sólida, y el de la fraternidad humana. Así podemos ver que el hombre es para el hombre algo sagrado, y estamos en las antípodas de aquel hombre que es lobo para el hombre, salido de la mente perdida del pragmático Hobbes. Vemos por ello que buscar a Dios y encontrarlo no es simple tarea especulativa de astrofísicos o de filósofos sino algo plenamente humano que repercute en la dignidad de las personas y en la convivencia social.
Hawking rebasa el límite
El astrofísico tendría una postura razonable si reconoce que la ciencia empírica no responde a las preguntas últimas, que corresponden a la filosofía -que también es ciencia- y, en otro plano, a la religión. Pero si, como parece, Hawking afirma que el universo se ha creado a sí mismo, entonces yerra por salirse de los límites de su ciencia. En realidad, me parece que hay un cierto embrollo en todo esto empleando unas palabras clave de modo impropio. Por ejemplo, la noción de causa tiene su acepción en la ciencia empírica que no coincide con la del uso corriente y menos con la de la metafísica, como ya hemos dicho.
Otro problema reside en decir que la existencia de Dios es una cuestión religiosa, de creencias porque, siendo esto verdad, no es toda la verdad. La metafísica, y más en concreto la teodicea sí prueba la existencia de Dios y algunos aspectos de su naturaleza, y eso no es fe. Los argumentos de Boecio, Anselmo, Pedro Lombardo o Tomás de Aquino son bien sólidos, pero hay que enterarse bien y pensarlo, cosa que no todos hacen. Y tiran por la calle de en medio. En suma, saber de una ciencia empírica, como Hawking, no da sabiduría sobre las cuestiones fundamentales de la existencia. Pero sigue siendo verdad que Dios es el concepto más difícilmente inalcanzable, pero al mismo tiempo el más inevitable de la razón especulativa humana, como dijo E. Kant.
El astrofísico S.Hawking vive en un agnosticismo que renuncia a las preguntas fundamentales: alguna vez se ha inclinado por la probabilidad de un Dios como causa del universo, pero otras por su no probabilidad, como ahora. Su biografía personal explica muchas cosas, sobre todo que ni él ni ninguno somos sólo sustancia pensante, sino que hay emociones, sentimientos favorables o desfavorables, e incluso buena dosis de prejuicios poco racionales. Esta vez, el superateo R.Dawkings se ha apresurado a confirmar el axioma de Hawking, diciendo que Darwin expulsó a Dios de la biología y ahora Hawking le ha asestado el golpe de gracia. Pero yo deseo que éste llegue a dar el salto desde las cuestiones físicas a las metafísicas, y encuentre vitalmente al Dios personal que ha creado el universo y a él mismo. Y se lo pueda contar a Dawkings.
Fuente: http://publiacceso.com/wp/2010/09/jesus-ortiz-00564.html
14 de septiembre de 2010
José María Herrera escribe en elimparcial.es: Hawking contra Dios
Stephen Hawking acaba de sacar un nuevo libro, El gran diseño. El recién nacido viene con la polémica debajo del brazo. No es raro porque, por lo visto, propone una explicación del origen del Universo en la que se descarta por completo la intervención divina. El Mundo surgió de la nada, por generación espontánea. La hipótesis es tan difícil de digerir como la existencia de un Dios creador, pero llevamos siglos riñendo acerca de esto y a nadie puede sorprenderle que la gente tome partido.
Yo no he leído el libro y dudo que vaya a hacerlo, pero voy a sumarme a la polémica a sabiendas de que corro el riesgo de emular a aquellos borrachos de las cantinas del Oeste que aprovechaban cualquier gresca para darse de bofetadas. Hawking, además, es un autor al que no estimo. Para ser sincero, confesaré que desde que leí su decepcionante historia del tiempo, juré no volver a perderlo con él.
Quizá se extrañen ustedes de lo que digo. Hawking es un tipo admirable. Trabajar en sus condiciones constituye una hazaña. Por otro lado: ¿quién soy yo para criticar a un científico de su prestigio? Hay que ser muy presuntuoso para insinuar que la Breve Historia del Tiempo es menos obra de un genio que de un oscuro escoliasta universitario. El éxito del libro prueba que estoy equivocado y ello a pesar de que en el género ensayístico suelan triunfar los libros de divulgación, nunca los grandes libros. El único argumentoque podría disculpar mi acritud descansa en una impresión que tal vez nadie comparta: no conozco un solo lector del libro de Hawking que sepa mejor lo que es el tiempo de lo que lo sabía antes de leerlo.
Pero no nos perdamos en divagaciones personales. La polémica que se ha desatado al hilo del nuevo libro de Hawking no tiene nada que ver con el tiempo, sino con Dios y su papel en la formación del Universo. Detractores y partidarios se han apresurado a tomar posiciones. Lo más prudentes prefieren esperar a conocer sus argumentos. Estos últimos son los que a mí me soliviantan. Que alguien imagine que el mundo es obra de Dios o que surgió por sí mismo, como un excedente de la nada, no me asombra en absoluto; lo que me desconcierta es que se insinúe a fuerza de falsas prudencias que una cuestión como esta pueda llegar a esclarecerse científicamente.
Hawking es un científico, pero un científico no es como un sacerdote, que nunca deja de serlo: basta con que rebase con sus especulaciones el círculo de los fenómenos para que se transforme en otra cosa. A diferencia de la religión, para la que nuestra ignorancia es mucho más reveladora que nuestra sabiduría, la ciencia toma siempre lo que sabemos como punto de partida para conocer lo que ignoramos. Los saltos en el vacío, tan disculpables humanamente, no están aquí permitidos. El científico que cree en Dios, no cree en Dios como científico, y se engaña y nos engaña suponiéndolo. Lo mismo podría decirse del creyente que cree posible un apaño entre la ciencia y la fe. Si en efecto piensa esto no puede ser en su condición de hombre de fe, pues la fe descansa en el convencimiento de que la razón carece de poder para alcanzar por sí misma la verdad.
Cuando Hawking, como científico, se niega a recurrir a Dios para explicar el origen del Universo, obra irreprochablemente. Igual lo hace el Papa cuando, como cristiano que supedita la razón a la fe, niega a la ciencia legitimidad para definir lo humano. Hawking se equivoca, sin embargo, al pensar que la ciencia está en condiciones de ofrecer una explicación completa de la realidad. Como otros colegas, parece no haberse percatado de que el sueño de abarcar con la inteligencia la totalidad de lo que hay es simplemente el sueño de la metafísica y que ésta sólo es posible como delirio, a la manera de Hegel y sus discípulos, creadores de las ideologías, devastadoras de hombres. Entiendo perfectamente que Hawking prefiera concebir el Universo como fruto de la ciega necesidad y no de la providencia, pero me asombra que pueda creerse que ambas concepciones son intercambiables. Dios, como quiera que lo concibamos, incluso para negarlo, no puede ser simplemente una especie de operario cuya única función es poner en marcha el universo igual que un relojero da cuerda a un reloj.
Los hombres de hoy sabemos poco de los dioses. Cuando nosotros llegamos al mundo ya no se les tomaba en cuenta. Habían recorrido todo el camino: de la naturaleza a la ley, de la ley al rito, del rito a las estatuas, de las estatuas a los corazones y de allí a la nada. La nada es el último recoveco de Dios, su agujero negro. Algunos ven en este proceso un movimiento en el que el hombre, asumiendo su pavorosa soledad cósmica, se libera de los miedos que siempre lo atenazaron. Pero está por ver que en todo este proceso lo divino no haya sido malbaratado. Yo no lo sé, desde luego, pero por si acaso nunca olvido el consejo que diera a Ayax su padre: “Triunfa con la lanza, mas procura que sea siempre con la ayuda de la divinidad”. La divinidad, o sea, el sentido más alto, el punto de vista más noble, la perspectiva mejor, nunca la propia. Ayax desoyó el consejo y se ufanó de su fuerza. Luego Atenea, diosa de la sabiduría, arruinó su mente.
Fuente: http://www.elimparcial.es/sociedad/hawking-contra-dios-71654.html
http://www.elimparcial.es/sociedad/hawking-contra-dios-71654.htmlhttp://www.elimparcial.es/sociedad/hawking-contra-dios-71654.html
SPAIN. 2 de octubre de 2010
María Titos, escribe: Hawking, ciencia y teología, en elperiodico.com:
El 24 de septiembre, Alfonso S. Palomares escribió un artículo sobre la temática con el título Enmienda a la totalidad de Hawking, en el que afirma textualmente que «la teología no es una ciencia», y lo remata diciendo que «más o menos es como un género de literatura fantástica, muy próximo a la poesía». Sin entrar ahora en el análisis del libro de Hawking y la supuesta enmienda a la totalidad, no deja de ser sorprendente la facilidad con la que resuelve un tema tan sumamente discutido en las facultades de Humanidades de todo el mundo como el estatuto epistemológico de la teología.
De las hipótesis de Hawking no se deriva una descalificación de la teología, sino más bien de la filosofía. En el primer capítulo del citado libro, el conocido físico afirma, sin contemplaciones, que la «filosofía ha muerto» (philosophy is dead), pero no se pronuncia sobre la teología. Lo que resulta sorprendente es que muy pocos filósofos hayan respondido razonadamente a esta supuesta acta de defunción de la filosofía. Tampoco describe la naturaleza de la fe, ni toma partido sobre la legitimidad de los monoteísmos. Simplemente, llega a la conclusión de que para explicar la génesis del cosmos no es necesaria la hipótesis de Dios. Esto no representa ninguna novedad en la historia de la cosmología. Muchos pensadores antes que él participaron de la misma idea, pero esta afirmación no entra en conflicto con la teología, porque su objeto formal no es explicar cómo tuvo lugar el mundo, el proceso ontogenético, sino el sentido que tiene el universo, y esto trasciende, como dice Ludwig Wittgenstein, el juego de lenguaje de la ciencia.
La discusión acerca de la cientificidad de las llamadas ciencias humanas, o ciencias del espíritu como las llamaba Wilhelm Dilthey, entre las que se incluye la filosofía, la historia, la filología, la teología y otras viene de muy lejos. En las universidades más prestigiosas del mundo hay facultades de Teología, sean católicas, protestantes o ecuménicas, y no solo me refiero a las universidades privadas, sino también a las públicas, como es el caso de la República Federal de Alemania, un país que se caracteriza por su rigor académico. Al considerarla un género de literatura fantástica se denigra su estatuto y su lugar en el cuerpo de las ciencias.
Es evidente que la teología no es una ciencia experimental. Es obvio que la teología no se expresa con lenguaje matemático, a pesar de que se ha intentado a lo largo de la historia. Solo hay que recordar el caso de Nicolás de Cusa o de Baruch Spinoza. Su método es otro y solo desde un positivismo excluyente que ya casi nadie defiende se la puede arrinconar. Si entendemos la ciencia como un discurso riguroso, metódico y razonable que parte de unos supuestos, no hay duda de que la teología puede considerarse una ciencia, aunque su objeto formal, a saber, Dios, no lo haya visto nunca nadie, como dice el cuarto Evangelio.
El método hermenéutico es básico para entender cómo ha progresado y avanzado la teología durante el siglo XX. Este método nos enseña a leer los textos de un modo riguroso y analítico, superando las lecturas literalistas que hoy solo defienden los que se ubican en posiciones fundamentalistas. El Génesis es un relato que, por definición, pertenece a una tradición literaria, que exige una interpretación simbólica y alegórica que ni confirma ni niega las afirmaciones de los físicos teóricos y cosmólogos.
Sorprende más aún que, en el citado artículo, se afirme que «la fe es un sentimiento mágico». No sé de dónde emerge esta definición, pero no hay duda de que no procede ni de Karl Rahner ni de Hans Urs von Balthasar, los dos grandes teólogos del siglo XX. Tampoco de Friedrich Schleiermacher, que la define como sentimiento, pero no precisamente mágico. La fe ha sido definida como un don, como un acto libre, como una opción fundamental, como una adhesión existencial, como la respuesta razonable a una llamada interior, pero, al definirla como un sentimiento mágico se desnaturaliza su esencia y se la convierte en lo que no es.
Stephen Hawking no se pronuncia respecto al estatuto de la teología, ni tampoco sobre la naturaleza de la fe. Tampoco expresa su concepción de Dios. Albert Einstein, la máxima referencia de la física del siglo XX, reconoció que la ciencia no puede alcanzar el misterio que nos envuelve. Escribe el padre de la teoría de la relatividad: «La ciencia sin la religión es coja, la religión sin la ciencia es ciega».
*Profesor de la Facultad de Teología de Catalunya.
Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/20101004/hawking-ciencia-teologia/513937.shtml
SPAIN. 4 de octubre de 2010
Logically complete cosmological concept. /due to lack of knowledge of the English language was not able to correct the translation Implemented by Google/
In order to present the unlimited space originally:
1. homogeneous – enough to postulate the presence in it of two elements with Simple and Complex /closed systematically/
2. heterogeneous – enough to postulate the presence in it of one more element – the Most High and Almighty God – with open systematically.
It is easy to assume that even at the lowest possible deployment of the intangible component of the essence of God – the Spirit of God – for the level of the original downwardly directed the permanent deployment of the material component of the essence of God, there is a curtailment of Simple and Complex /i.e.. It is their decay due to blocking of origin upwardly directed constantly deploy intangible components of the entity / as much as possible heterogeneous to God’s essence minimum possible number of cell uniformity (1H), and God on the basis of the material components of the 1H deploys the minimum possible heterogeneous to its essence as possible numerically elemental homogeneity (2H). Coagulation process will begin in 2H known God start time since the completion of its deployment. curtailment of the Spirit of God to the level of initial deployment again unfolds 1H – God potential for transformation 1H into 2H and 1H into 2H limitless!
Una entrada muy tardada. El punto crucial aquí, siguiendo con la frase – A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.- el Dr. Hawking demuestra un cierto interés hacia la espiritualidad, hablando generalmente de, no solo Dios, en realidad, de todo lo que conforma la creencia de fuerzas, energías, esa esencia suprasensible. El hecho de que el Dr. Hawking hable con una supuesta VERDAD de algo que no es o fue la principal base de sus estudios, y que, además lo plasme en un libro, provoca una cierta incertidumbre acerca de él mismo. La duda es el por qué tendrá la necesidad de enfatizar mediante sus libros, constantemente, acerca de un tema personal. Poco se ha escuchado de budistas que hablan de otras creencias para demostrar su imposibilidad, o de hindúes que hagan lo mismo, o taoístas, por mencionar algunos. Los ateos y los católicos suelen remarcar sus diferencias con fuerza, y eso demuestra la falta de seguridad hacia su fe, filosofía, creencia, etc. Hoy en día, la ciencia y la tecnología han ido en gran avance, tanto que las bases de estas se han convertido en conocimientos del siglo pasado.
-La Filosofía está muerta-
Es de pura ignorancia tratar de refutarle aquel enunciado, pues es más que certero. La Filosofía de la actualidad se ha convertido en material inútil para los poderosos, el mundo gira alrededor de una globalización enfermiza. Actualmente, la Filosofía, por más enriquecedora que sea, y lo es, por más que nos inspire, es más que una redundante repetición de citas, ideas y pensamientos que nacen de filósofos como Platón, Aristóteles sobre todo, Schopenhauer, Séneca, Nietzsche, etc. La Filosofía no ha avanzado,no se ha reinventado, aún, no ha evolucionado tanto como la ciencia y la tecnología, la Física, la Genética. Lo que supuestamente podría estar expresando el Dr. Hawkings, es esto mismo. Expresa una ausencia que ha marcado la Filosofía en décadas. Inclusive la lucha por los derechos tienen ya una raíz muy vieja. La gente quiere dinero y un planeta gemelo por si destruye este, no sabiduría y la respuesta para lo que hay después, quieren la inmortalidad, no trascender. Para la Filosofía, solo queda actualizar, reinventar, inovar, sobretodo, responder paradigmas, enigmas, alegorías, paradojas, en fin, terminar con aquellas dudas inconclusas. Pero, por otra parte, no podemos esperar respuestas certeras cuando nuestra vida, nuestra muerte puede ser inminente. Para concluir, mientras el Dr. Hawking habla abiertamente de temas que llevan a probar la inexistencia de lo suprasensible, o concretamente, Dios, nos muestra que busca de una manera feroz, convencer a una numerosa masa de que sigan un pensamiento que, hablando de moral, sería tirano. Se trata de respeto más que nada. La Ética y la Moral, siendo los pilares más relevantes de un cimiento astuto, que es la Filosofía, da vida a todo lo que se puede conocer, aprender y, grandiosamente, comprobar. Pitágoras, además de matemático, tuvo relaciones con los temas espirituales. Platón, está de más mencionar sus teorías y percepciones, que, ya sea considerado hereje o pagano por la Iglesia Católica, contribuyó en lo que es el gnosticismo.
Lo que en realidad preocupa a los filósofos actuales, es que gracias a una masa gigantesca de ignorantes e intelectuales siga a personas que deliberadamente entablan afirmaciones y comentan temas que, más que nada, son material de respeto, o como este, NADA, fuera de lo que sentimos, oímos, olemos, vemos y tocamos, algo fuera de los límites de nuestro pensamiento, como un nuevo color. Si el Dr. Hawking es agnóstico, y utiliza temas como religión, sobretodo, su límite estaría en no involucrarse al ciento porciento en ello. El sabe lo que existe y lo que no, no tendría la necesidad de darlo a conocer de manera brusca a quienes no quieren,incluso sabría guardarse comentarios al respecto durante conferencias de prensa, y si se lo consultan, con el más debido respeto, no de manera pretenciosa y altanera. Sin embargo, su ego y la necesidad de convencer y convencerse de la inexistencia de algo, que si clara fuera su imposibilidad, no sentiría aquella necesidad, como la existencia de las sirenas, nadie tiene que explicar que no existen,lo hace ver desesperado, lo hace ver errado. Para aprender a entender, primero se debe entender el pasado, el presente y el futuro de uno mismo, el cómo quedé cuadrapléjico, el porqué no creo en Dios y el para qué quiero convencer a los demás de ello.