Dr. en Medicina y columnista de El Diario de Hoy. [email protected]
No es la medicina, ni la biología, ni –tal como se suele entender– la ecología. No, ninguna de ésas es la ciencia más importante de la vida. Sí lo es la que podríamos llamar ecología humana, o simplemente el amor y el respeto a la vida humana, a la propia vida y a la de los demás, un amor pleno de sabiduría.
Algo de esta ciencia buscaron los antiguos filósofos griegos y entre ellos, con notable acierto, Sócrates, Platón y Aristóteles. El modo de enfrentar hoy la vida, inoculado por las grandes fuerzas globalizantes y entontecedoras, no merece el nombre de filosofía. Desprecia la sabiduría de aquellos filósofos y aborrece y ataca a la mayor sabiduría de la vida que trajo el cristianismo. Así, sus víctimas masificadas ahora van dando tumbos por caminos amplios de egocentrismo. Así se encaminan hacia abismos de vacío existencial, de degeneración moral, de paraísos artificiales de las drogas, o hacia el suicidio como última derrota.
No cabe encontrar la senda segura del verdadero amor a la vida, si se tiene una errónea antropología, una idea equivocada de lo que son los seres humanos y por dónde debe encontrarse la felicidad.
Si se piensa que los seres humanos somos sólo animales, algo más evolucionados, pero animales en definitiva, si se cree que sólo somos un producto casual de leyes ciegas de la naturaleza, que tarde o temprano llevan a la nada a través de una muerte irrevocable, si se acepta todo eso, entonces la vida de cada cual se traduce en buscar la felicidad por donde no se encuentra: en el placer egoísta con el menor esfuerzo y la mayor comodidad posibles, en la riqueza rápida aunque sea por medios corruptos, en evitar el dolor y el sacrificio, aunque sea a costa de los demás, incluyendo el aborto o la eutanasia. Con esa mentalidad se puede celebrar esta noche el Año Nuevo con aparente felicidad, con ruido de cohetes, con mucho movimiento, gritos y saltos alegres, canciones, bailes, alcohol y aturdimiento. Pero esa forzada alegría es tan efímera como las burbujas del champán. Después viene el vacío, la soledad interior y el mirar a un año que se fue con el terror de que el tiempo huye, el cuerpo envejece y la muerte acecha en el horizonte.
La sabiduría de la vida y el amor profundo a la propia vida es inseparable del respeto y el amor a la vida de los demás, desde el estado embrionario de una sola célula –el cigoto humano– hasta la muerte natural, sin eutanasias. Tiene la más profunda raíz de su gozo y de su impulso vital, su profunda alegría de vivir, en saber que existe Dios, que Dios es amor y que Dios ama a los hombres hasta dar su vida por ellos. En consecuencia, la muerte se aparece sólo como un pasillo corto, estrecho y oscuro que termina en una puerta que se abre a una vida de felicidad completa. Con razón Chesterton, el gran escritor inglés, decía que las ganas de vivir, de disfrutar plenamente de la vida, son el verdadero espíritu del cristianismo. El veía el círculo externo del cristianismo con una apariencia poco atractiva, como una muralla de sacerdotes profesionales y de obligaciones éticas, pero más adentro se encontraban “las danzas de los niños y el vino de los hombres”. En cambio, señalaba, “en la filosofía moderna todo sucede al revés: la guardia exterior es encantadora y atractiva, pero adentro la desesperación se retuerce. Y la desesperación consiste en figurarse que el universo carece de sentido”.
Habría que añadir la frase profunda del filósofo danés Sören Kierkegaard: “La puerta de la felicidad se abre hacia fuera”. Porque no es en la autorrealización egocéntrica, sino en el amor y en el servicio a los demás donde la felicidad se hace completa. Por eso los que aman a Dios son capaces de amar mucho a los demás, en ocasiones hasta morir con gozo por salvar la vida de los otros.
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=6342&idArt=1940865
Me parece que te estás equivocando, pensá un poco, Ecología es mil veces más importante, si seguimos en la pavada como hasta ahora para el 2200 el planeta ve aumentar 5 grados grados y muchas personas van a morir en los desastres climáticos que se avecinan (inundaciones, maremotos, epidemias por propagación de enfermedades, etcétera) y al diablo nuestra “ecología humana”, y ni hablar de Medicina, tiene como por ejemplo a Psiquiatría y Psicología que ayudan a entender cómo trabajan las neuronas para crear la consciencia misma de nosotros, es decir, cómo elabora nuestro cerebro las emociones, y por lo tanto el “amor del que hablas”. Igual, te agradezco mucho de no haber dicho la típica estupidez: ¡Matemática es la materia más importante porque está en todo!. Saludos.
bueno, me ha gustado el post… me pareció un buen punto de vista eso de saber vivir… así que esto va para Nicolás, realmente la filosofía es la más importante… hoy está tan descuidado ese ámbito y es por eso que la mayoría actúa de esta manera, contaminando el planeta, si tan solo aprendieramos a vivir seríamos capaces de amar a los demás y así preocuparnos por su futuro, incluido el planeta, por eso que la filosofía es importante, creo fielmente que en nuestra vida siempre debe haber filosofía, quizá no tengamos tiempo para filosofar, pero si lo hay para leer, y porque no filosofia…
Estoy muy de acuerdo, creo que comprender nuestro alrededor y atacar primeramente los problemas en los que estamos sumergidos desde tiempos remotos, dejar a un lado otras ciencias que solo han traído consigo el avance tecnológico que algún dia convertirán al ser humano en egocentrista pero ya en fin algún dia tal vez nos demos cuenta que es lo que hicimos bien o en que fallamos, muy buen post.