Por Francisco Cortés Rodaas
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En el verano de 1795, cuando Kant cumplió 71 años, considerado ya un venerable anciano, publicó su contribución más importante a la filosofía política: La paz perpetua. Un esbozo filosófico.
En esta obra se puede apreciar que la filosofía política de Kant es una filosofía para la paz y la libertad. La “paz perpetua” es, escribió Kant, el “mayor bien político”. De hecho, para Kant, la paz no solo es el objetivo más importante de la política, sino también un propósito esencial de su propia filosofía universal y cosmopolita.
El cosmopolitismo universal de Kant incluye desde su biografía intelectual —sin salir de Könisberg, su ciudad natal, logró convertirse en uno de los filósofos más famosos de todos los tiempos— hasta el desarrollo de una filosofía cosmopolita para el saber, la moral, el derecho, la educación, el arte, incluso para la unidad de los dos mundos –de la naturaleza y la libertad– y, no en último lugar, para la historia.
Uno de los problemas centrales planteados por Kant en su filosofía del derecho y la política es que la democracia cosmopolita y republicana no puede reducirse al espacio propio de cada Estado particular. Sus reflexiones culminan en la definición del proceso por el cual las repúblicas entran en una situación de dominio del derecho público.
Así, de una libertad en sentido amplio se puede hablar solo cuando se produzca una aceptable juridificación del espacio global y cuando se pueda asegurar la existencia de instituciones que hagan posible la participación de los ciudadanos en la creación del derecho global así como el control y la formación jurídica de ese espacio (Kant).
Esta posición de Kant, que continuaron muchos autores del liberalismo del siglo XX como Kelsen, Bobbio, Rawls y Habermas. Además, sirvió de fundamento para construir la Organización de las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales.
Es realmente idealista ver cómo los Estados Unidos iniciaron una guerra global contra el terrorismo tras los atentados contra las torres gemelas en septiembre de 2001. La guerra se ha extendido a Irak, Afganistán, Siria, Kosovo y, desde hace un año, en Gaza y el ámbito árabe-palestino como una guerra global y genocida.
Kant era un hombre calmado y sereno con una inclinación a la vida social. Él buscó la paz en su diseño del orden internacional, pero no era un pacifista ingenuo, como suelen representárselo muchos comentaristas y críticos de su obra que, sin articular las piezas contenidas en sus textos históricos, políticos y de filosofía del derecho, han afirmado que Kant desconoció la importancia y lo que dijeron los grandes teóricos de la guerra desde Platón y Maquiavelo hasta Hobbes y Rousseau.
Kant sabía de qué hablaba —aunque sobre la guerra no tuvo una experiencia directa— cuando diferenció los aspectos positivos y negativos que puede producir la guerra. La guerra es el mayor mal que la raza humana puede encontrar. Pero la guerra puede contribuir al pleno desarrollo de las capacidades de los seres humanos, porque requiere armas, instalaciones y hombres adiestrados, lo que estimula el progreso técnico y administrativo, escribe Marcus Willaschek. La guerra puede ser justa también en el caso de respuesta a una agresión o a la amenaza de otro Estado.
Pero aunque puedan diferenciarse esos elementos positivos y negativos, el motivo más importante por el cual la guerra es el mayor mal que los seres humanos pueden encontrar es que en el estado de guerra no pueden ser asegurados y garantizados sus derechos, como sucede también en las guerras civiles, las guerras de guerrillas, en los atentados terroristas o en la guerra global.
La guerra se basa siempre en un empobrecimiento de la inteligencia y profundiza las grietas de nuestra creciente preferencia por el pensamiento en blanco y negro. La pobreza de la inteligencia se manifiesta hoy como guerra mediática en las redes sociales y en los mundos de la estigmatización y la victimización. Sin embargo, Kant pensó que la guerra puede ser considerada justa cuando ella es hecha para evitar una injusticia mayor.
De la filosofía de la paz de Kant derivó el modelo de una federación de estados libres, que se concretó en el siglo XX en La Sociedad de Naciones y La Organización de las Naciones Unidas, que consiste solamente “en mantener y asegurar la libertad de un estado en sí mismo, y también la de los demás estados federados”.
En estas organizaciones internacionales se buscó desarrollar el programa político de una federación de repúblicas, que renuncian no a la soberanía de los Estados, pero sí al derecho a la guerra, cuando postulan que el derecho internacional debe fundarse en una federación de estados libres; de esta manera se busca hacer desaparecer la guerra del orden internacional.
Sin embargo, esa prohibición y la imposibilidad normativa y política de usar las armas nucleares, no condujo automáticamente a la paz en la tierra. Los conflictos armados no han desaparecido, solo han adoptado una forma diferente. Así, el famoso “fin de la guerra” después de 1945, se ha convertido hoy en un “regreso de la guerra”.
“Cuando se habla del regreso de la guerra, lo que realmente se quiere decir es que vuelve una cierta forma de guerra, en la que dos Estados soberanos están de nuevo en guerra, lo que implica el redespliegue de ejércitos, campos de batalla, ataques aéreos, bajas militares, huidas, una población civil aterrorizada, etc.” (Gros F.). La forma antigua de resolver disputas entre Estados mediante la violencia no ha sido superada por el modelo de una paz basada en el derecho y la diplomacia. Con Ucrania y Gaza regresa la posibilidad de la guerra, que Kant pensó debería ser evitada.
Notas
Francisco Cortés Rodas. Es profesor titular del instituto de filosofía de la Universidad de Antioquia. Estudió fiolosofía y una maestría en filosofía en la Universidad Nacional de Colombia y se doctoró en filosofía en la Universidad de Konstanz. Fue investigador posdoctoral en la Johann-Wolfgang-Goethe Universitat Frankfurt.
Fuente: https://www.lasillavacia.com/red-de-expertos/red-social/kant-y-la-guerra/
20 de diciembre de 2024. COLOMBIA