¿Qué insondables abismos de relatividad le abrió Kant a la dimensión ética?

Parido ya mi libro Racionalidad y Religiosidad, cimiento de todos mis enfoques, puedo dedicarme a lo que más me interesa: divulgar la filosofía y la reflexión ética, profundizar ese debate con nuestros estudiantes, de pregrado a doctorado¿ ¡¡pero en la calle!! en contacto con los defensores y defensoras de los derechos humanos. Por otro lado, la victoria del 2D preludia ya la Venezuela postchavista. Es decir, un proyecto de país ¡¡que no tenemos!! y que debemos construir. Una tarea que sólo dispone de dos años y que requiere de una ética profunda ¡¡que tampoco tenemos!! Otra razón para dedicarle cada vez más esta columna a la moral.
Un proyecto de país y una reflexión que tienen un punto de partida obligado: Kant, el remate del gran giro copernicano que se dio el pensamiento occidental en los siglos XVII y XVIII y que llevó a un cambio radical en la concepción del hombre y del mundo. El punto de partida que sugerimos para abordar la moral es la diferencia crucial entre la Filosofía Crítica kantiana y la Filosofía Cognitiva o Contemplativa, dominante durante los 2.000 años anteriores a Kant.

Lo cognitivo alude, obviamente, al conocer. Antes de Kant (y de Descartes) se suponía que fuera de los hombres, había un mundo dado e independiente que podíamos conocer “tal cual era en sí mismo”, objetivamente, al margen de nuestros enfoques, conceptos o pre-juicios. Se asumía que la conciencia podía reproducir ese mundo, sin que interfiriesen nuestras categorías, emociones, pasiones ¡¡o valores morales!! Por eso, a la filosofía prekantiana o precartesiana podemos llamarla Cognitiva o Contemplativa. Porque se trataba tan solo de conocer una Realidad supuestamente independiente de nuestra subjetividad.

Es contra esta visión ingenua del mundo y del hombre que irrumpe Kant: jamás tendremos una comprensión de la Realidad “en sí misma” o “tal como ella es”, porque siempre, inevitablemente, enfocaremos dicha Realidad “a través de” las categorías o esquemas preconcebidos o preestructurados que tenemos en nuestra mente. ¡¡Porque es a través de ese instrumental cognitivo que la Realidad se constituye!! Porque nada ES en sí mismo, sino que todo ES, dependiendo del cristal conque se mire. El punto de partida para comprender la Realidad ¡¡no es ésta, sino el pensamiento!! Kant puso delante los bueyes que desde Platón estuvieron detrás de la carreta.

Hace un millón de años, tal vez nuestra Sensibilidad y nuestro Entendimiento se conformaron a partir de la naturaleza. Hoy, el mundo que vemos y sentimos ya nos viene preconformado por esas dos facultades. Jamás conocemos la Realidad “en sí misma”, sino la Realidad prefabricada o Re-presentada por nuestra subjetividad. Es esa fórmula aplastante de Kant que demuele las bases más profundas de la Civilización Occidental: “conocer es juzgar”. En lugar de captar la Realidad “en sí misma”, objetivamente, lo que hacemos siempre es juzgarla o sea criticarla a partir de nuestra subjetividad. Frente al Realismo Ingenuo de Aristóteles, Kant funda la Filosofía Crítica, una manera de pensar cuya clave es, no el conocer la realidad, sino el juzgarla.

Asuma el amigo lector -los estudiantes interesados y, más aún, los estudiosos de los derechos humanos- como tarea para la próxima semana la siguiente: si todo lo que hemos dicho es verdad para el mundo material ¿cuánto más no lo será para la moral? ¿Qué insondables abismos de relatividad le abrió Kant a la dimensión ética del hombre?

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Fuente: http://www.eluniversal.com/2007/12/23

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