Filósofa e investigadora de la UCM y del Instituto Universitario Ortega y Gasset.
Cuando el ser humano descubrió que su existencia era anterior a su esencia y que por lo tanto la esencia había que construirla, se encontró con un inmenso problema. Si cuando nacemos no estamos ya determinados a llevar un tipo de vida, ni a desarrollar un tipo de inteligencia, sino que depende de lo que hagamos, crearemos esencias e inteligencias de cierta manera o de cualquier otra; el inmenso problema que paradójicamente se nos presenta es que, queramos o no, al llegar a la existencia, a la vida, somos libres.
Si bien la sociedad contemporánea está provista de mecanismos que nos permiten vender, regalar y renunciar a parte de esa libertad, esa renuncia es también de la propia humanidad.
Anoche escuchaba al señor Punset hablar de cómo la inteligencia es la capacidad del animal (Ojo que he dicho animal y no ser humano) de gestionar la complejidad y de que la felicidad es en realidad la antesala de ésta, la emoción del verlo casi cumplido, pero ¿ver el qué?
La primera gran cuestión es que el que renuncia a la complejidad renuncia a la inteligencia, sea humano o animal mamífero. Esta breve cuestión verán ustedes qué alcance tiene: el ser humano no lo es por nacimiento, debe hacerse, desarrollarse y construirse. Y si no, se quedará en el reino de los mamíferos sin llegar a ser lo que debería ser.
¿Y hacia dónde debe ir, qué debe ver cumplido, dónde está la antesala de su felicidad? Todas estas preguntas son clásicas de la ética. Desde Aristóteles hasta Ortega y Gasset la felicidad es algo que se busca. Ahora bien, debe buscarse, es un ir-hacia, un crear-hacia. Y otra vez ¿qué hacia? ¿qué objetivo? La respuesta es algo desconcertante de mano de Ortega: el hacia es el propio proyecto vital lleno de libertad. Para Aristóteles es la virtud de una actividad que no cesa de realizar la esencia de libertad e inteligencia que nos ha sido potencialmente dada al llegar a la existencia. El hacia es el camino. El hacia es la actividad que invertimos en nosotros. Un nosotros que se toma como fin en sí mismo.
De esta breve reflexión se desprende otra cuestión. El centro de nuestras vidas somos nosotros-mismos. Pero ¿es hoy eso cierto?
La crisis, las crisis vapulean los proyectos vitales, los destruyen con un parpadeo de alas de mariposa sembrando el caos vital. La libertad se ve amenazada por el mundo que hemos construido para ella. El proyecto social ha entrado en quiebra y la sociedad está en K.O. La angustia reina por las calles y por las casas. La parálisis mental y física ha producido autómatas que recorren la tierra sin proyecto individual ni colectivo. Hasta que no resurjamos de estas cenizas poco cabe esperar, pero si cabe hacer, abrir nuevos caminos de vida y de pensamiento, gestionar la complejidad de maneras nuevas, crear originales combinaciones y soluciones que se centren en nuestra humanidad y no en nuestra materialidad, que piensen a la vez en un proyecto propio que sea el de la humanidad a la vez. Vean a Kant detrás de esta afirmación si quieren, pero miren, vean, piensen, creen.
Como dijo el poeta: Caminante no hay camino, se hace camino al andar
[email protected]
Fuente: http://www.elimparcial.es/sociedad/ko-vital-64826.html
SPAIN. 5 de junio de 2010
Las contradicciones parecen aflorar en: si somos esencia, antes que existencia, no hay tal proyecto personal (ni vital) ni hay crisis que no sean en “esencia” inevitables (determinismo para oriente y para occidente). Si lo que hay es vitalidad (o vitalismo) y deseos de vivir, y proyectados estos deseos desde “el individualismo y el egoísmo como visión humanista”, solo la “ambición y la mentira” aparecerán como verdad universal (justificada con seudo-filosofías y demás derivados), inclusive el uso diario de los datos oficiales y los informes mediáticos (prensa, radio, tv. y ahora Internet) y la repartición de la miseria, más nunca de la riqueza.
Pero si el proyecto es de verdadero contenido humanista y hoy por hoy “global” (con “individuos planetarios incluidos), otras formas de sucederse los hechos socio-económicos se darían… una cosa distinta es la solidaridad y la conciencia humana de especie, y otra “la obligación moral de cargar con la cruz de quienes la crearon”…
Cordial saludo.