En los últimos tiempos, a medida que nos quedamos sin dioses, sin utopías, sin sueños, la literatura llamada de autoayuda ha ido ganando terreno.
Sin embargo, una amplia mayoría de lectores de buena fe que se acercan a sus textos ignoran que parte de todas esas ideas reunidas para su bienestar y consuelo simplemente ya existían, eran de otros, formando a menudo acervo del legado de los clásicos.
Basta, en efecto, leer a Platón, Séneca, Aristóteles, Marco Arurelio, Descartes,. Montaigne o Schopenhauer para espigar consignas, adagios, recetas de supervivencia y felicidad.
Así, por ejemplo, John Locke, de quien Tecnos ha publicado un Compendio del ensayo sobre el entendimiento, hace derivar los conceptos del bien y del mal del recurso de ideas simples recibidas a través de las vías de la sensación y de la reflexión.
El filósofo inglés comienza considerando que hay pocas sensaciones del cuerpo que no lleven consigo algún grado de placer o de dolor, de la misma forma que laten en nuestra mente pocos pensamientos que no nos deleiten o perturben.
En torno a la satisfacción o deleite (el bien) o el incremento de molestia, perturbación o dolor (el mal) girarán la mayor parte de las pasiones. Llamaremos deseo a la ausencia de algo cuyo disfrute presente lleve aparejada la idea de deleite. Será temor aquel malestar de la mente hacia un dañino y futuro pensamiento.
El poder se derivará directamente de la acción, que, a su vez, dependerá del movimiento y del pensamiento.
Por otra parte, el poder de preferir este o aquel pensamiento particular a su ausencia, o este y aquel particular movimiento al reposo, es lo que llamamos voluntad. El acto de preferir una acción a su omisión es la volición. Y la libertad es el poder que encontramos en nosotros mismos de actuar o de no actuar, a tenor de las preferencias de nuestra mente.
Considerado uno de los mayores cerebros de su tiempo, y el iniciador del liberalismo moderno,John Locke (1632–1704) se interesó por las ciencias, la medicina y la política. Su oposición al absolutismo de los Estuardo le llevaría a refugiarse en Países Bajos y en Francia.
Sus ideas influyeron de manera capital en los nuevos conceptos de la educación y en la revolucionaria Constitución norteamericana.
Fuente: http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=680538
SPAIN. 17 de junio de 2011