Cito a Roger Armengol (“La moral, el mal y la conciencia. El poder de las ideologías en la formación de la conciencia moral”), p. 362:
«La ética de Aristóteles y la de Kant, tomadas como ejemplo dada su influencia, pienso que son autoritarias y proponen o defienden, en más o en menos, lo que está establecido. La ética de Sócrates y la de Jesús son respetuosas e igualitarias y al considerar el dolor y el daño infligidos a las personas acaban por enfrentarse o se enfrentan al poder o a lo establecido. A ambos personajes les costó la vida poner en cuestión lo establecido y enfrentarse al poder. Por fortuna en la actualidad parece que los humanos hemos aprendido a dejar de cometer tan horrendas injusticias.
»Alguien podría decir en este momento que olvido a Buda y al budismo. No lo olvido, pero pienso que Buda estuvo más cerca de Sócrates que de Jesús. La compasión, emblema del budismo, es un sentimiento que se diferencia del amor al incluir éste último el comportamiento beneficiente. El ejercicio de la compasión no puede demandarse o exigirse al tratarse de un sentimiento, pero el respeto y, en según qué circunstancias, la beneficencia, componente del amor, para remediar un mal sería obligado, consistiría en un deber de socorro. Por tales motivos y razones pienso que el principio ético y las prescripciones de Jesús, sin menospreciar el mensaje de Buda, son superiores a las de Aristóteles y Kant, más consistentes por benefactoras, quizá menos pasivas».
Yo estoy de acuerdo, y supongo que los lectores también. Sólo añadiría una precisión: ciertamente Jesús se enfrentó al poder y murió por ello. Pero su ética –que lo hacía inofensivo respecto a los romanos– no tuvo nada que ver en su condena. Esta fue exclusivamente romana y de acuerdo con la ley romana: Jesús predicaba un reino de Dios en el que no cabía Tiberio ni el Imperio Romano. Por tanto, de acuerdo con la ley imperial, y ajustado a derecho según esa ley, Jesús fue justiciado como sedicioso contra el Imperio y como reo confeso de un delito de “majestad lesionada dl emperador” (lesae maiestatis). Una ética benefactora y que tenía en cuenta el dolor humano no causaba problema a gobierno alguno.
Tampoco Sócrates fue condenado a muerte por su ética. Sócrates se enfrentó a la ciudad de Atenas (según sus acusadores) al no reconocer a los dioses propios de la ciudad. Y si no los reconocía, argumentaban sus adversarios, estos podrían enfadarse y retirar su apoyo a la ciudad. Eso era muy peligroso para el estado, pues cada dios protegía su territorio. Es lo que los antiguos llamaban “ateísmo”, aunque impropiamente.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Notas:
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Fuente: https://www.tendencias21.net/crist/Jesus-Socrates-y-Buda-5-05-2018-1010_a2497.html
5 de julio de 2018