Famoso por sus novelas sobre Nietzsche y Schopenhauer, Irvin D. Yalom recurre ahora a Baruch Spinoza.
Sin duda, a Irvin D. Yalom, profesor de psiquiatría en la Universidad de Stanford, le interesan ciertos filósofos emblemáticos. En 1995 publicó El día que Nietzsche lloró , una novela que tuvo un éxito desaforado, de inmediato fue traducido a numerosos idiomas y disfrutó de una versión teatral y de otra cinematográfica. En 2003 publicó Un año con Schopenhauer . En esta ocasión consiguió que el pensamiento pesimista del filósofo alemán se convirtiera en una suerte de guía espiritual para un enfermo al que sólo le quedaba un año de vida. El libro fue un best-seller, como también lo es El enigma Spinoza , su última novela y el último filósofo del que Yalom se ocupa.
Para movilizar su relato, pone en escena, en diferentes épocas y lugares, a dos personajes opuestos: en Amsterdam, Rijnsburg y Vooburg de mediados del siglo XVII encontraremos al filósofo holandés Baruch Spinoza; en Reval, Estonia, Munich y Berlín de comienzos del siglo XX, al ideólogo nazi Alfred Rosenberg. Dos historias paralelas. En una sabremos de un hombre incomparable, expulsado de la comunidad judía por buscar respuestas a las preguntas esenciales. En la otra tropezaremos con un hombre ordinario, orgulloso de militar en las filas del nazismo. ¿Qué conexión hay entre el definitivo filósofo holandés y el pretendido intelectual alemán?
En el prólogo a su novela, Irvin D. Yalom se pregunta “¿cómo escribir acerca de un hombre que llevó una vida tan contemplativa y caracterizada por tan pocos hechos externos notables?” Efectivamente, casi no hay datos acerca de la cotidianidad de Spinoza: nada se sabe de los amigos que pudo haber tenido, tampoco de las mujeres que pudieron haberse enamorado de ese judío silencioso que se ganaba el pan puliendo vidrios para lentes de aumento. Yalom se vio en la necesidad de recrear la historia de este hombre que modificó el pensamiento de su tiempo y murió de tuberculosis a los 45 años.
Por el contrario, para contar la de Alfred Rosenberg sólo le bastó acudir a su biografía. Devoto de la supremacía aria y antisemita feroz, Rosenberg se afilió al Partido de los Trabajadores Alemanes nueve meses antes de que lo hiciera el propio Hitler. Dirigió el Völkischer Beobachter, diario del nacionalsocialismo, y se convirtió en uno de sus principales ideólogos. Cuando Hitler fue arrestado por la asonada militar del 9 de noviembre de 1923, le hizo llegar una nota que escuetamente decía: “Mi querido Rosenberg, conduzca el movimiento a partir de ahora”. Pese a esa expresión de deseos, tanto el Führer como su plana mayor lo despreciaban. Fue condenado a muerte en el juicio de Nüremberg. El 16 de octubre de 1946, caminó a la horca con un enigma sin resolver: ¿Cuál era la razón por la que Goethe, el gran maestro alemán, admiraba fervorosamente al judío Spinoza?
La pregunta, en busca de una respuesta, recorre este último libro de Yalom. “Novela de ideas”, leemos en el prólogo. Tal vez se trata de una piadosa manera de justificar los prolongados y retóricos discursos que, a modo de diálogo, declaman cada uno de sus personajes, sea en la Holanda de Spinoza, sea en la Alemania de Rosenberg..
El enigma spinoza
Por Irvin D. Yalom
Emecé
Trad.: Julio Sierra
390 páginas
$ 89
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1497171-intrigas-con-un-filosofo
ARGENTINA. 10 de agosto de 2012