La clase política es reaccionaria. La disyuntiva que se le presenta ante la democracia participativa, ante ciudadanos que se involucran en las cosas de la polis, ante la transparencia y la rendición de cuentas, algunas de las novedades que los políticos desestiman casi en automático, la podemos resumir así: ¿o sea que ya no podré gobernar, mandar, decidir, hacer, disponer como antes? Expresada en dos casos recientes, si el cineasta Guillermo del Toro dice que hay inseguridad en el país, si algunas cifras de las que ofrece el Observatorio Ciudadano Jalisco [México] Cómo Vamos lucen negativas para el desempeño del gobierno, algunos desde él mismo miran para otro lado y se excusan: es mera
En 1945 el filósofo Ernst Cassirer publicó Antropología filosófica. En la p. 90 de la reimpresión de 2012 que hizo el FCE, comienza el capítulo «Hechos e ideales». El análisis que hace Cassirer parte de Crítica del juicio, de Kant. Según Cassirer, Kant se plantea «descubrir un criterio general con el cual podamos describir la estructura fundamental del intelecto humano» y «llega a la conclusión de que tal criterio hay que buscarlo en el carácter del conocimiento humano, que es de tal índole que el entendimiento se halla en la necesidad de hacer una distinción neta entre la realidad y la posibilidad de las cosas.» De ahí Cassirer afirma: «El conocimiento humano es, por su verdadera naturaleza, simbólico. (…) Para el pensamiento simbólico es indispensable llevar a cabo una distinción aguda ente cosas actuales y posibles, entre cosas reales e ideales».
Entonces, hay la realidad de las cosas y la posibilidad de éstas, y afirma Cassirer que «la diferencia entre realidad y posibilidad no es metafísica sino epistemológica», es nuestra manera de conocer. De esta característica identificada por Kant, Cassirer propone que el progreso humano está basado en que no nos conformamos con lo que la realidad nos presenta, somos capaces, es lo que distingue a nuestra especie, de atender lo real y lo posible.
Pero desestimemos lo anterior. Por un rato. Usemos el modo epistémico de los políticos, atendemos a su realidad de las cosas y neguemos que también entraña la posibilidad. Si esa realidad fuera la que sola estimulara nuestros sentidos, si en exclusividad el paisaje de nuestra vida se compusiera de: no hay inseguridad, gozamos de bienestar, tenemos un buen transporte público, economía boyante, el seguro popular garantiza salud a la mayoría, hay empleo, terminaríamos convertidos en un hato casi yerto. Cassirer lo dice así: «Los seres por debajo del hombre se hallan confinados dentro del mundo de su percepción sensible, son susceptibles a los estímulos físicos presentes y reaccionan a estos estímulos, pero no pueden formar la idea de cosas “posibles” ».
Consideremos un dato objetivo que la encuesta de Jalisco Cómo Vamos aporta: disminuyeron los delitos; en 2013, 22 por ciento de los encuestados respondió que había padecido alguno, en 2014 fue 11por ciento. Esto es real, pero no para dejar de concederle posibilidades a la «cosa», al crimen: aún puede hacernos daño, este es el mecanismo del que nos valemos para saber y modificar al mundo, porque además hay otras cosas, reales, a las que les concedemos también la posibilidad, la de que fallen: el gobierno, la policía, los jueces.
Al terminar el capítulo, Cassirer da una muestra de lo que implica nuestra capacidad para atender la real y lo posible: «La gran misión de la utopía no consiste sino en hacer lugar a lo posible, como lo opuesto a la aquiescencia pasiva al estado actual de las cosas humanas. Este pensamiento simbólico supera la inercia natural del hombre y le dota de una nueva facultad: la de ajustar constantemente su universo humano». Percepción y objetividad, componentes de un modo cultural de ser, de aprender: ni asumir mansa y acríticamente lo que insinúan los gobernantes, que todo lo hacen bien, y tampoco dejar a la percepción la carga entera de probar que no es así. La realidad no es unívoca.
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Fuente: http://www.milenio.com/firmas/augusto_chacon/Hechos-ideales_18_481331909.html
15 de marzo de 2015. MEXICO