Llevó la cultura a los indios de California. Les enseño a cultivar y a cuidar ganado, entre otras cosas.
Madrid. Al nacer se llamó Miquel Josep. Nació en 1713 y en 1749 partió hacia México con otros 20 franciscanos para evangelizar aquellas tierras. Con sus 36 años, doctorado en Filosofía y Teología y tras ser catedrático de la última, fundó nada menos que Los Ángeles, San Francisco, Sacramento y San Diego. Para que luego digan que la religión, la filosofía y la teología no sirven para nada. Tuvo suerte de que muriera el virrey que debía autorizar su salida hacia territorio apache: hoy le celebraríamos como mártir. Partió luego hacia lo que sería su labor más conocida y eficaz: tanto en la evangelización como en la difusión de la cultura occidental entre los indios de California. Se construía una pequeña capilla y unas casuchas alrededor para los frailes. Los indios se acercaban y los franciscanos hacían lo que podían por ellos: les enseñaban a cultivar la tierra y a cuidar ganado y les transportaban desde la prehistoria a la historia. El camino era largo, pero los frailes supieron hacerlo llevadero y en una o dos generaciones. No sólo enseñaron la agricultura y la ganadería, también los oficios más elementales y necesarios: albañiles, carpinteros, herreros…
El trato debía ser bueno, porque de aquellos pequeños establecimientos nacieron luego ciudades enormes que delatan en sus nombres su origen cristiano, que la emigración mexicana ha vuelto a hacer efectivo. Dicen que morimos tal como vivimos. Así murió, en Monterrey, nuestro fraile mallorquín, hijo de agricultor y buen estudiante: trabajando, para los demás, incluso para gentes que jamás soñó que habitarían aquellas tierras. Fue proclamado beato en 1988.
Fuente: http://www.gaceta.es/27-08-2008+hace_224_anos_franciscano_fray_junipero_serra_fallece_monterrey,noticia_1img,24,24,30338