El IV Foro Internacional de Filosofía de Venezuela llegó este lunes a Portuguesa con un debate colectivo sobre los retos del Socialismo del siglo XXI y la generación de nuevas formas de apropiación social y cultural.
El evento contó con la participación especial de Teddie Tumwebaze, licenciada en Ciencias Sociales procedente de Uganda, y del economista, filósofo y escritor colombiano Libardo Sarmiento.
Por el estado Portuguesa la disertación estuvo a cargo del politólogo José Gregorio Flores, facilitador de la Misión Cultura que abrió la discusión sobre El capitalismo como política de la no razón.
“El capitalismo supuestamente te induce a soñar a través del consumo y es justamente esa política del consumo la que cercena el deseo de ser mejores seres humanos”, aseveró.
Apuntó Flores que “el alienado está dominado sin saberlo” y la inconsciencia de esa condición le hace percibir que el mundo es lo exterior y no lo que va más de allá de los objetos.
En tal sentido, destacó que el Foro Internacional de Filosofía de Venezuela genera espacios para la discusión, el análisis y la reflexión de modelos de producción y consumo que pudieran sustituirse por sistemas en los que prevalezcan valores éticos, morales y culturales propios.
Durante la actividad también intervino el investigador y poeta portugueseño Nelson Rivas, quien subrayó la importancia de continuar abriendo espacios para que en el país la filosofía deje de ser vista como un dominio exclusivo de eruditos.
“En el pueblo hay filosofía hasta para extraer y por eso debemos desprendernos de la tendencia comercial del capitalismo, compartir y promocionar nuestra filosofía y motivar el rescate de valores propios dentro y fuera de Venezuela”, argumentó.
Rivas, cuya invitación al foro fue hecha por la Red de Intelectuales de Venezuela, cuestionó la actuación de los medios de comunicación privados como potenciales agentes de la transformación psicológica y conductual de la sociedad.
“Las empresas de comunicación están siendo utilizadas para producir alienación, generar nuevos patrones de cultura, de consumo y de conducta que no se corresponden con la filosofía del venezolano”, sostuvo.
Manifestó que la cultura venezolana se fundamenta en el amor y resaltó la necesidad de rescatarla como el eje central que debe regir la percepción del universo y las distintas formas de pensamiento.
“Académicos de América Latina, Europa, Asia y África no sólo vienen a enseñarnos filosofía, sino a aprender del pueblo venezolano, de nuestra revolución pacífica y de cómo estamos pensando”, dijo.
La cuarta edición del Foro Internacional de Filosofía de Venezuela recorre distintas ciudades del país, se desarrolla en homenaje al filósofo y poeta venezolano Ludovico Silva y trata temas relacionados con la alienación, la comunicación y el consumo.
Fuente: http://www.abn.info.ve/go_news5.php?articulo=140898&lee=18
ABN 14/07/2008
Guanare, Portuguesa
Guanare, 14 Jul. ABN.-
“Cuando se lucha contra monstruos hay que tener cuidado de no convertirse en monstruo uno mismo. Si hundes por largo tiempo la mirada en el abismo, el abismo acaba por penetrar en ti”, Nietzsche.
“El asco que nos inspira la suciedad puede ser tan grande, que nos impida limpiarnos…, justificarnos”, Nietzsche.
ANALISIS DEL CONOCIMIENTO
TRASCENDENTAL
Se consideraba la antifilosofía una nueva forma de introducir al hombre por caminos oscuros, hacia la pérdida total de su contacto con la fuente; de esta manera el hombre quedaba solo ante los elementos, desprotegido, convirtiéndose en el recinto del huésped oscuro, produciéndose así un cambio significativo: de ser habitáculo del positrón, pasa a ser recinto de lo contrario al positrón. Eso se pensaba en un principio, hasta ahí. Pero no se sabía de otro comportamiento que duplicaba el daño y agregaba a la antifilosofía calificativos de degradación inimaginables.
Utilizando la misma táctica malévola empleada por los etnocidas al apropiarse las doctrinas ajenas, para lo cual realizaban cambios de elementos clave, manipulando fechas y lugares, los antifilósofos introdujeron en sus filas a un elemento de la real Filosofía cuyos trabajos no se interpretaron según su real contenido. El filósofo autor de dichos trabajos no sospechó que el solo título de su obra serviría de pretexto para arremeter contra la real Filosofía. Si él hubiera colocado otro título afín, como por ejemplo “Análisis del Conocimiento” o “Análisis Metafísico” , seguramente los antifilósofos, que esperaban una oportunidad de éstas para descargar violentamente su ataque contra la real Filosofía, no hubieran hecho lo que hicieron, y no habrían cogido tanta fuerza, tanta que se inventaron la filosofía crítica (aquí está la causa de los males), la filosofía racionalista, la filosofía experimental (fundamento de la Bomba Atómica) hasta llegar al materialismo filosófico.
No colocó el filósofo autor de dichos trabajos ningún interés en cuestionar a la real Filosofía. El simplemente intentó, y de hecho lo hizo, fortalecer la Metafísica ya expuesta por Aristóteles. La fortaleció en parte; tampoco fue que este chivo expiatorio superó los trabajos aristotélicos, pero, tratándose de un filósofo de los tiempos modernos, su aporte fue lo mejor conocido hasta la presente. Con esto no estamos diciendo que la Filosofía se dividió entre la de los viejos tiempos y la contemporánea, pues la Filosofía es indivisible, es una sola. Lo escrito por el chivo expiatorio y lo escrito por Aristóteles son una misma cosa.
Este filósofo autor de dichos trabajos no estuvo jamás en contra de la real Filosofía; todo lo contrario, su propósito fue defenderla, prueba de ello lo tenemos en su interés por dar a conocer la “realidad” de la fuente.
Los antifilósofos no solamente utilizaron sus trabajos para enfrentar a la real Filosofía, sino que también lo calumniaron; “hablaron” por el filósofo en mención, el chivo expiatorio, dijeron cosas no dichas por él. Con toda esta cantidad de mentiras, se montó la antifilosofía, la que rige actualmente, al menos en occidente. De esta manera fueron saliendo “pichones” de antifilósofos.
Nosotros no habíamos leído directamente los trabajos del chivo expiatorio; leímos a los antifilósofos, a pocos de éstos (obviamente habíamos leído a los maestros: Aristóteles, Platón, y ya conocíamos la Filosofía y la Metafísica; ya trabajábamos con los elementos, la sustancia, utilizando en todo esto al elemento guía, por supuesto). Leyendo a los antifilósofos caímos inocentemente en la trampa, pues ellos ponían al chivo expiatorio al frente, su nombre, y parte de sus trabajos, distorsionados éstos de tal manera que se mostraran como destructores de la real Filosofía, atacando de manera directa a Aristóteles. De éste dicen, como si lo dijera el chivo expiatorio: “Hemos visto, pues, detenidamente, siguiendo la dialéctica trascendental, cómo “PJ”(el chivo expiatorio) va mostrando en cada una de las argumentaciones de la metafísica el pecado que todas ellas cometen, y que consiste en que se salen de los límites de la experiencia; en que aplican las categorías o no las aplican según capricho; en que toman por objeto a conocer lo que no es objeto a conocer, sino cosa en sí misma. La metafísica por consiguiente comete la falla esencial de querer conocer lo incognoscible. Es pues, una disciplina imposible.” Esto es una vil mentira, una calumnia.
¿Qué ocurría con esto, con utilizar a este filósofo como un elemento de ideas contrarias al aristotelismo y, por ende, afirmador del socialismo, el pragmatismo, el materialismo filosófico, etc.? Siendo lo que era, algo así como el sucesor (sucesor digno, sin lugar a dudas) de Aristóteles, y tratándose de otros tiempos, los modernos, y siendo que Aristóteles llevaba varios milenios reinando en la real Filosofía, nada más adecuado para utilizarlo como “propio”.
De este chivo expiatorio, los antifilósofos, utilizando esta táctica a modo de sabotaje, dijeron: “La obra de ‘PJ’ en la historia del pensamiento señala un periodo decisivo, que hace era y constituye toda una nueva evolución, tan grande como la griega y muy superior a la media y a la cartesiana. Son sus principios nuevos y vastos horizontes que al espíritu humano se abren, y los únicos que encajan perfectamente en nuestra presente cultura. Por eso es llamada la filosofía crítica la filosofía de nuestra civilización, de esta que puede llamarse civilización científica, y la que no puede tener otra base que aquélla, por más que en breves momentos y en determinados lugares parezca que el pensamiento trata de salirse de los moldes que le limitan: lo que en sí nada significa y que es exactamente lo mismo a lo que advertimos en otro orden de cosas, en las demológicas por ejemplo, cuando algunos se esfuerzan en volver la vida moderna a épocas que ya fueron, y se niega lo tangible, lo real, con falacias y quimeras que no pueden nunca más reproducirse. Son sacudidas que llegan hasta nosotros del estertor de la agonía, como testigos que asistimos a su eterna desaparición.” Y se continúa con una larga censura contra la Metafísica, poniendo el pecho de éste “PJ” o chivo expiatorio, utilizándolo caprichosamente a fin de crear, así, su propia fuente. Se trata, sin lugar a dudas, de un sebo a donde deben llegar o caer los interesados en la Filosofía. Aquí los enredan y les inyectan el veneno.
No obstante muestran su verdadera máscara de engaño cuando dicen: “Por más que en breves momentos y en determinados lugares parezca que el pensamiento trata de salirse de los moldes que le limitan.” Reconocen que “PJ” no tiene límites para la búsqueda del razonamiento puro, su fuente, la base de su trabajo y de todo filósofo real (razonamiento puro, aquí se debe entender como lo situado más allá de la sustancia sensible universalmente permitida, la razón de todo; a este punto se refiere o se perfila la obra de “PJ”). Según las creencias antifilosóficas, el antifilósofo debe estar sometido a límites en cuanto a sus pensamientos; sus pensamientos no deben cruzar ciertas barreras, no deben incursionar en otros niveles de la mente. ¿No es ésta una forma de esclavismo, el peor de los esclavismos?, ¿cómo se le va a imponer al hombre un límite en su análisis “interior”?, ¿cómo se le va a prohibir el escudriñamiento de algo propio, la mente?; es como si le cortaran las alas a un pájaro; por eso los antifilósofos quedaron por fuera de la Filosofía real. Esto los llevó a encerrarse en un mundo “ajeno”, el de la materia. El hombre es espíritu; el mundo del espíritu no es el material, el mundo material es el sitio de adiestramiento del espíritu. Esta es una primera verdad, desconocida completamente por los antifilósofos. Ellos mismos le cerraron las puertas a su espíritu, a sí mismos.
Ellos observaron en los trabajos de “PJ” el sentido metafísico, mas prefirieron engañarse a sí mismos, sufriendo en silencio el significado del asomo de la verdad. Estaban trepados ya en el tren de la mentira con que reforzaban la antifilosofía. ¿Por qué hicieron esto? Estaban demostrando no ser cabales, justos. Ellos debían saber esto, pues las cosas estaban claras en cuanto a la falta de sinceridad.
Con lo de encontrar en los trabajos de “PJ” el sentido metafísico, lo demuestran cuando dicen: “Nos hallamos, pues, primero que todo, con que la obra de “PJ”, que tiene un espíritu filosófico conforme por completo con nuestra actual cultura, está por otra parte escrita en un leguaje que no es el nuestro, y en unos términos técnicos que corresponden a otra época; causas muchas veces de oscuridades que no tienen razón de ser y de entorpecimientos injustificados con que ha de tropezar el lector impaciente… Grandes han sido mis esfuerzos para suavizar en lo posible estas durezas terminológicas, aunque con el mayor escrúpulo, ciertos idiotismos de lenguaje.”
Todo este montaje inescrupuloso, dio frutos, no filosóficos, sino antifilosóficos, naturalmente, y llevándolos a decir: “Afortunadamente, pues, no sentimos en estos momentos la opresión de ninguna escuela dogmática, antes al contrario, los aires que reinan están impregnados de un experimentalismo que por todas partes cunde.” Según ellos, esta palabra, experimentalismo, constituye lo opuesto a la Metafísica. Se sentían tan convencidos de sus logros en cuanto a los cambios hechos por ellos al verdadero pensamiento de “PJ”, que mandaban a la gente a estudiar “Análisis del Conocimiento”, de “PJ”: “Conviene, empero, que el método experimental no quede reducido a sus formas más limitadas excluyendo de su seno gran parte de lo que es y debe ser objeto de nuestras observaciones, las inmediatas como las mediatas, ni que tampoco se lance por el campo de la fantasía, convirtiendo en dogmas y principios lo que sólo pasajeramente puede admitirse como hipótesis, nada para uno y otro caso como el estudio detenido de las condiciones del conocimiento, de sus límites y alcance, como nos presenta ‘Análisis del Conocimiento’, cuyos profundos análisis son, por decir así, el crisol porque todo conocimiento ha de pasar si pretende el título de positivo o científico.” Según ellos, los argumentos de “PJ” difieren en muchos aspectos del experimentalismo. Sin embargo se aferran a ellos al considerarlos la única tabla de salvación del arma mortal que comienza a expresarse: “el método experimental”. En este sentido el autoengaño es doble. Llegaron a tal punto de irracionalidad, que no caen en cuenta en el uso del término metafísico empleado por ellos mismos para adornar su antifilosofía: “Cuyos profundos análisis, son, por decir así, el crisol porque todo conocimiento ha de pasar…” Aquí utilizan el término crisol, un término metafísico de mucha transcendencia, una de las razones de ser de la Metafísica. En este punto, a los antifilósofos les ocurrió lo mismo que a los etnocidas, al utilizar la palabra apología, a fin de confrontar a los seguidores de Apolo, formando un enredo mayúsculo de significados; no solamente la palabra apología, sino infinidad de palabras.
En nuestro trabajo “La Antifilosofía y la Bomba Atómica” explicamos de la siguiente manera el significado de la palabra crisol: “Aclaramos que crisol no es ninguna vasija, ningún fundidor; crisol es lo que se obtiene con la fundición de los elementos.” Esta palabra representa al Hijo y al Padre: Cristo Sol…
Todas éstas son pruebas para demostrar que la antifilosofía viaja en el tren de la mentira. Los antifilósofos dicen que la Metafísica estáformada de falacias. Sin embargo se valen de los trabajos de “PJ”, trabajos metafísicos, para impulsar la antifilosofía y crear el materialismo científico. Ellos mismos aseguran que “PJ” fue educado en la Metafísica, y luego se siente atraído por las ciencias experimentales, las cultiva con gran empeño, y de esta suerte recibe el influjo de la filosofía experimental. Después busca los medios de reformar la Metafísica. Eso dicen los antifilósofos. Pero ¿dónde están esas pruebas en contra de la Metafísica? No existen. No pueden existir. En ninguno de los escritos de “PJ” se ve un mínimo asomo de irse contra la Metafísica. Que las muestren. Una manera de probar nosotros la mentira de los antifilósofos, es mostrando un fragmento de las últimas tres páginas de la última obra de “PJ”, la segunda; vamos a escribir textualmente dicho fragmento y después explicaremos su verdadero significado, el metafísico: “Este título se pone aquí solamente para indicar un sitio que queda en el sistema y que tiene que ser llenado en el futuro. Me limito a dar un vistazo pasajero partiendo meramente del punto de vista transcendental, a saber: la naturaleza de la razón pura, saber el conjunto de sus anteriores elaboraciones que evidentemente representa a mis ojos un edificio, aunque sólo en ruinas.” Nos habla aquí de un edificio en ruinas. Diremos, esto para que lo vayan sabiendo de una vez los antifilósofos, que la razón pura a que se refiere “PJ” es la misma sustancia acrisolada; esto en el final del proceso. El sitio que queda en el sistema y que debe ser llenado en el futuro, es el no-ser (estamos hablando en términos metafísicos), la falta de sustancia. El sistema es el espacio ocupado por la sustancia. El sitio a llenar es el restante al no estar la sustancia. El edificio en ruinas es el mismo proceso suspendido después de la recolección del producto, al recolectarse éste, queda un vacío en el sistema; este vacío debe ser llenado, y de hecho se llena. En otros tratados de metafísica, este edificio en ruinas se conoce como destrucción, la destrucción, es decir el apocalipsis.
“Aunque naturalmente no podía suceder de otro modo, es bastante curioso que los hombres, en la infancia de la Filosofía, comenzaran por donde ahora nos parece preferible terminar: el estudio del conocimiento de Dios, primero, y de la naturaleza o bien la índole de otro mundo.” Estamos viendo lo último escrito por “PJ”, donde se muestra su vínculo indisoluble con la Metafísica. Nos habla de manera clara de sus lazos directos con el concepto de Dios, el estudio sobre la existencia de Dios; su convencimiento de dicha existencia por medio de la Filosofía. Con razón dice: “No podía ser de otro modo.” “PJ” entiende y acepta lo del poco conocimiento que se tiene sobre Dios en el inicio del proceso filosófico, lo cual es obvio, pues todo principio carece del conocimiento total; no es lo mismo el conocimiento que se maneja en el inicio del proceso, con el manejado al final del mismo, cuando se entra en el conocimiento puro, última etapa del proceso. También nos habla de la “índole de otro mundo”, refiriéndose concretamente a la Metafísica. Los bárbaros o antifilósofos proyectaron el conocimiento de “PJ” hacia los terrenos del materialismo, teniendo como base la experiencia sobre la existencia de Dios. Ciertamente estos antifilósofos estaban cayendo en la trampa armada por ellos mismos. De igual manera “PJ” nos habla de “los rudimentarios conceptos religiosos introducidos por los antiguos usos subsistentes todavía del estado de barbarie de los pueblos, eso nos permitió que la parte más ilustrada se dedicara a libres investigaciones sobre este asunto, y pronto se comprendió fácilmente que podía haber modo sólido y más seguro de agradar al poder invisible que rige el mundo, por lo menos para ser feliz en otro mundo, que una buena conducta.” Con esto dicho por “PJ” en este fragmento, es razón más que suficiente para dejar fuera de combate, de una vez por todas, la falsa política que durante muchísimos años ha servido de soporte a la antifilosofía para su subsistencia. No entendieron nada de lo dicho por “PJ”, confundiendo una cosa con la otra al proyectarse hacia el plano físico. Aquí “PJ” nos recuerda mucho a Nietzsche. Hasta ahora han estado caminando sobre una base tendida como puente entre los bordes del abismo. Vamos a quitarles esa estructura ajena para que se precipiten a las profundidades donde deben estar. “Vuelan” con alas prestadas; vamos a cortárselas. En este fragmento “PJ” demuestra su creencia en la inmortalidad del alma, lo de la vida después de la muerte, como todo religioso consagrado, como lo fueron los egipcios de las pirámides, y de infinidad de pueblos antiguos. Que los antifilósofos se busquen otro chivo expiatorio, si pueden, si lo consiguen, porque este “PJ”, a partir de ahora, se conocerá como el sucesor de Aristóteles en el mundo; se lo merece por sus propios principios y medios y, además, por habérsele humillado de esa manera, “viviendo” durante larguísimos años entre animales ponzoñosos.
“Los antiguos usos subsistentes todavía del estado de barbarie de los pueblos”, son conceptos de la escena filosófica, así se esté hablando metafísicamente. Estos pueblos bárbaros no son del plano físico; son los mismos pueblos bárbaros nombrados en infinidad de documentos filosóficos. Corresponde todo esto a la parte animal del hombre (quien diga carecer de esa parte animal, miente; precisamente es la parte animal quien obliga a negar esta condición, la de hallarse la bestia en el interior del hombre. Nadie, absolutamente nadie escapa a esta naturaleza; basta con estar vivo; nadie viene a este mundo con una sola fuerza). “PJ” quiere decir con todo esto, que en él subsisten todavía los bárbaros a pesar de haber llegado él tan alto (a este punto se refiere Nietzsche cuando dice: “No atarnos a nuestro desapego, a esa voluptuosidad de los espacios lejanos, de las esferas nuevas, que es la del pájaro que vuela cada vez más lejos para ver por debajo de él extenderse cada vez más el espacio: que es el peligro de tener alas”); son los bárbaros con ideas religiosas que van en desacuerdo con sus ideas de hacerse filósofo, metafísico. Estas ideas primitivas son las destructoras, las responsables de que él diga: “…que evidentemente representa a mis ojos un edificio, aunque sólo en ruinas” Esta ruina es ocasionada por la bestia. Obviamente la bestia se halla ubicada en varios niveles: primero la bestia de la época de los gigantes, la primitiva, de antes de la formación del primer orden, cuando comienza a estabilizarse la tierra; la segunda, cuando se adquiere el conocimiento y se comienza la lucha contra ella, quien vence siempre, dominando de manera distinta a como se imponía en los primeros tiempos; la bestia del segundo orden simplemente es asesina, mas no se come a los muertos, y pueden ser varias bestias matando a un solo hombre; la bestia del tercer orden, también es asesina, pero mata sola, sin acompañantes; esta bestia ya está domada, aprendió a matar; la otra bestia, la última en aparecer, no es asesina; ésta se alimenta de hierba. Cuando se llega a este punto, “PJ” dice: “Y pronto se comprendió fácilmente que podía haber modo sólido y más seguro de agradar al poder invisible que rige el mundo.” ¿Qué es el poder invisible que rige el mundo? La buena conducta es la bestia alimentándose solamente de hierba; nada de muertos. El otro mundo es el mundo metafísico.
Cuando dice: “Aunque naturalmente no podía suceder de otro modo”, se refiere a que estos desastres, tarde que temprano, llegan, y hasta son necesarios. Así la ejecución se lleva a cabo dentro de las reglas; son necesarios cuando la masa comienza a pudrirse; de este modo se desecha lo malo y se recoge el producto nuevo, fresco.
Si los antifilósofos quisieron mostrar a “PJ” como uno de los iniciadores de la “filosofía” crítica, cuya idea de mayor fuerzala constituye el materialismo, ¿qué pueden pensar ellos de estos últimos escritos de “PJ”: “De aquí que la moral y la religión fueran los dos resortes, o mejor dicho: puntos de referencia de las investigaciones abstractas de la razón y a las cuales se dedicó siempre en lo sucesivo la humanidad.” La humanidad, en este caso, corresponde a los elementos del proceso metafísico. Con esto queda claro que él jamás cuestionó la Metafísica; todo lo contrario, la convirtió en su razón de ser.
En: “eso nos impidió que la parte más ilustrada se dedicara a libres investigaciones”, se está refiriendo “PJ” a la parte del conocimiento más profundo que se queda casi siempre bloqueado por la aparición de los bárbaros cuyos propósitos son destruir, suspender el proceso. La parte más ilustrada corresponde al sentido de la visión con la suficiente claridad para interpretar las señales y leer los símbolos; esto se pierde por algún tiempo, debido a la llegada del elemento fuego en su punto de mayor intensidad, al hacerse incontrolable; es lo que se conoce como sustancias sensibles universalmente admitidas; admitidas: las permitidas.
De manera que todo esto deja en claro que la real Filosofía se ha vuelto inalcanzable para aquellos que se acogen a la “filosofía” materialista. Con todo lo anterior, sobra decir que no se les debe creer nada a los antifilósofos, o mejor dicho a la “filosofía” contemporánea. Estamos seguros de que fueron muchos los filósofos reales que cayeron ingenuamente en las trampas armadas por los antifilósofos, debiéndose tal cosa a creer que los antifilósofos estaban en lo cierto al catalogar a “PJ” y a otros filósofos reales, de “positivistas”, materialistas… Si un filósofo lee a otro filósofo, sabe de inmediato de sus vínculos con la real Filosofía, o al menos sabe que ha tenido contacto con la sustancia. Si el filósofo no lee a determinado filósofo, no sabe si lo es; debe leerlo antes de aceptar lo dicho por los antifilósofos con respecto a determinado filósofo. Porque los antifilósofos están cortados todos con “una misma tijera”; se hallan conectados con un mismo hilo por medio del cual se alimentan del engaño y pregonan sus ideas “positivistas”; positivistas para ellos; negativas para la real Filosofía. Recomendamos que no le ocurra a más nadie lo que nos ocurrió a nosotros: leer primero a los antifilósofos.
Entre los filósofos engañados por los antifilósofos, tenemos a Nietzsche; esto dice él con relación a “PJ” (no nos referimos a Hengel por ser éste un antifilósofo de los más dañinos): “Considerarán que es un verdadero ultraje a la filosofía decretar, como gusta hacerse hoy día, que la filosofía misma es una ciencia crítica y nada más. Este juicio sobre la filosofía puede obtener el favor de todos los positivistas de Francia y de Alemania (y hasta hubiese alagado el sentimiento y el gusto de Kant; recordemos los títulos de sus obras principales); nuestros filósofos nuevos dirán a pesar de todo: ‘Las críticas son los instrumentos de los filósofos, y como tales, no son más que filósofos. El gran chino Koenigsberg no era más que un gran crítico.’ Suplico, en fin, que dejemos ya de confundir a los obreros de la filosofía, y de una manera general a los hombres de ciencia, con los filósofos. En este dominio precisamente hay que observar de una manera rigurosa la regla de ‘a cada cual lo que le es debido’, y no dar a éstos mucho y a aquéllos poco (…). Estos obreros de la filosofía, del tipo noble de Kant y Hengel, tendrán que constatar y formular una masa enorme de juicios de valor, es decir, de antiguas fijaciones de valores, de antiguas creaciones de valores que se han hecho predominantes y que se llamaron un tiempo verdades en el dominio ya sea de la lógica, de la política (o de la moral) o de la estética.” Considera él un ultraje decretar que la filosofía es una ciencia crítica. Se nota, claramente, que también cayó en la trampa de los antifilósofos. Considerando Nietzsche a Kant un crítico de la Filosofía, empeoró las cosas, pues los antifilósofos tuvieron a Nietzsche como un elemento opositor de Kant. La anomalía se presentó, precisamente, con el título de las obras de Kant: “Recordemos los títulos de sus obras principales”, dice Nietzsche. Nosotros sabemos que la palabra crítica no corresponde a criticar, sino a analizar. A nosotros nos ocurrió lo mismo; como dijimos antes, por creer que la “filosofía” contemporánea, pese a ser antifilosofía, podría guardar algo de respeto, podría abstenerse de emparejarse con la vulgaridad.
En un intento casi ciego por demostrarles lo contrario a los antifilósofos, lo de no corresponder los trabajos de “PJ” al concepto filosófico, y metiéndonos en esos manejos que “PJ” le dio a la Metafísica (por cierto manejos muy precisos), censuramos de manera drástica pero errada, obviamente, algunos de sus conceptos, tomados de la manipulación de los antifilósofos, y armamos un “baile” ridículo al escupir hacia arriba, sin pensar que nuestra propia saliva iba a caernos en el rostro, y nos cayó al pretender invalidar las verdades ocultas. Eso nos pasó por someternos al estudio de la “filosofía formal”, creyendo que ésta interpretaba con exactitud los trabajos de “PJ”. Como una manera de probar el engaño, además de las explicaciones dadas, quedan algunos escritos nuestros donde los antifilósofos utilizan como chivo expiatorio al mencionado filósofo. El lector debe tener tal cosa en cuenta.
Como dijimos antes, “PJ” quiso, y de hecho lo consiguió, darle un sentido científico a la Metafísica en el lugar donde ésta se desarrolla, en el plano metafísico. Jamás se refirió al plano físico; por eso los antifilósofos no dieron con la esencia del trabajo, no dieron con nada. Posiblemente leían, leían y releían, sin encontrar una entrada a lo blindado para ellos, la Metafísica. Entonces debieron conformarse con inventar la antifilosofía, basándose en suposiciones. Esto sí es falacia, decir que una cosa es tal, sin ser cierto. ¿Por qué no develaron siquiera un párrafo de los trabajos de “PJ”? No lo hicieron, por carecer de herramientas.
“PJ” se metió en la Metafísica y escudriñó la fuente, de donde brota el conocimiento puro. El no censuró este aspecto de la Metafísica, simplemente mostró las pruebas de la “existencia” del lugar de origen de los juicios metafísicos. Un ejemplo de esta labor lo tenemos en su enunciado: “El entendimiento puro se distingue perfectamente, no sólo de lo empírico, sino también de toda sensibilidad. Constituye, pues, una unidad que existe y subsiste por sí misma, y que no puede ser aumentada por ninguna adición exterior. El conjunto de su conocimiento formará, pues, un sistema comprensible y determinable, bajo una sola idea y cuya totalidad y organización sirve para probar la legitimidad y valor de todos los elementos constitutivos del conocimiento.” El entendimiento puro, aquí, no contiene el material sensible universalmente admitido, por eso se distingue de lo empírico y lo sensible; es indivisible: “Constituye una unidad que existe y subsiste por sí misma”, es decir renace; no puede ser contaminada por ningún otro elemento. Si Aristóteles existiera, de seguro consideraba a “PJ” su sucesor, sin lugar a dudas.
Sin lugar a dudas “PJ” era una especie de elegido para el mal, secuestrado del bien. Era la mejor opción. Aquí, a los antifilósofos les funcionó bien el olfato.
Observando a través de los antifilósofos pretendimos, de manera “inocente” invalidar las ideas de “PJ”, enfrentándolo a los trabajos aristotélicos. Obviamente las cosas no cuadraban al utilizarlas opuestamente; en cambio (y esto lo vimos después, cuando nos dimos cuenta del engaño) sí cazaban si las metíamos en el mundo metafísico. Si hubiéramos hecho esto desde un principio, no habríamos pasado por la deshonra, aunque no habríamos leído a los antifilósofos propiciadores del sabotaje, dejando de conocer esta otra cara de la antifilosofía, la vileza de su conducta.
Según “PJ”, el conocimiento empírico es el conocimiento de la sustancia, lo de comprobar su existencia. Antes, cuando aún vivíamos bajo el engaño, le discutimos esto a “PJ”, pues teníamos seguridad de la experiencia con relación a la sustancia, de eso no teníamos la menor duda. En este caso, “PJ” utiliza experiencia por sustancia, es decir una cosa es la otra; según su concepto, basta decir experiencia para referirse a la sustancia. El conocimiento comienza con la aparición de la sustancia, propiciadora ésta del sentido de la visión. Eso está claro. Se trata de un lenguaje diferente, eso es todo, mas el contenido es el mismo; es suficiente conectarse con la Metafísica para interpretarlo. Lo que quiso decir “PJ” con todo esto, es que el otro conocimiento, el de mayor trascendencia, emana del Espacio (espacio aquí es el que se halla por encima de la sustancia, sin dejar de ser la sustancia. Es el cielo. Cielo es un concepto metafísico, el otro concepto, el que le ha dado la gente, corresponde a desviaciones filosóficas dadas por los etnocidas). Este Espacio es el lugar que “PJ” llama puro, y el conocimiento procedente de aquí, a priori. No obstante, también de la sustancia se obtienen conocimientos a priori, lo cual, de igual manera, es cierto.
Vamos a cerrar esta sección explicando el concepto de espacio planteado por “PJ”. Cuando éste dice: “El Espacio es una representación necesaria a priori, que sirve de fundamento a todas intuiciones externas. Es imposible concebir que no exista Espacio, aunque se le puede pensar sin que contenga objeto alguno.” Conociendo a los antifilósofos, se hace necesario recalcarles que Espacio aquí es el lugar de donde emana el conocimiento de mayor trascendencia; hasta podría considerarse como un estado de la sustancia en reposo (una cosa es la sustancia en reposo y otra cosa es el no-ser). Ese es el espacio a que se refiere “PJ”, no es otro. Este espacio es la base de la fuente. Podemos plantearlo de la siguiente manera: de la sustancia emana el Espacio, o los elementos para la existencia del Espacio y sus integrantes (“PJ” prefiere no incursionar de manera directa en estos juicios); o mejor dicho: el Espacio se forma de la sustancia, siendo el Espacio esencia de la esencia; de aquí surgen los elementos incorpóreos, emisarios del conocimiento trascendental; este conocimiento también se expresa como ayuda a la buena marcha del proceso en la sustancia (en otra oportunidad profundizaremos más en esto del Espacio).
“PJ” llama externo a lo situado por fuera del Espacio: “Sirve de fundamento a todas las intuiciones externas.” Cuando dice: “Aunque se le puede pensar sin que contenga objeto alguno,” se está refiriendo a que allí no hay nada corpóreo. Nos estamos refiriendo aquí a otro plano correspondiente a la Metafísica, donde no se advierten el peso, los ruidos, calor…; por tal razón no hay peligro. “Se considera, pues, el Espacio como la condición de posibilidad de los fenómenos.” Aquí, “PJ” nos habla de fenómenos acaecidos en el Espacio. Estos fenómenos, nosotros los conocemos como elementos incorpóreos, y gracias a sus manifestaciones a priori, podemos decir que existen.
Con todo lo anterior, ¿podrán los antifilósofos continuar considerando a “PJ” adversario de la Metafísica? No lo creemos.
Del Libro “LA REAL FILOSOFIA”
“LOS ORIGINES DEL TERRORISMO”
(O: “Utilizando a Rousseau como chivo expiatorio”)
Los sentidos de la vista, el tacto, el de la audición, el olfativo nos conectan con el mundo “externo”, el físico, jugando un papel de gran valor la mente, constituida, en este caso, como el elemento medular. En este sentido podemos afirmar que el ojo es un órgano, como también lo son el oído, la nariz, la piel; la mente es el sentido o los sentidos; es decir: la mente es quien ve, escucha, siente, huele… ¿Por qué?; porque somos la mente; lo demás es materia. Cuestionando el concepto, tenemos materia y espíritu; esto es: la mente y el espíritu son una misma cosa… Al decir nosotros: “nuestra mente”, estamos diciendo: “nuestro espíritu, nosotros”. Si somos mente, somos espíritu; en donde: cada persona es un espíritu… dentro de la materia, del cuerpo. La mente o espíritu no muere; la mente o espíritu es universal y eterno. Eso somos.
Los sentidos captan los fenómenos y transmiten estas imágenes y sensaciones a la matriz, la mente. Desafortunadamente ésta se halla bajo el dominio de los animales-pensamiento, nuestros huéspedes, encargados de clasificar y calificar la información. Esto nos lleva a darnos cuenta de queestamos desconectados con nosotros mismos, con nuestra parte esencial, nuestro principio. Los animales- pensamiento, al apoderarse de la mente, nos hacen creer que somos ellos. Es como cuando los ladrones se meten en una casa, amarran al dueño y toman su lugar. Así estamos nosotros en nuestro cuerpo. Estos animales-pensamiento son los encargados de crear nuestra personalidad, nuestra imagen, debiéndose esto a la existencia de los ladrones, los estafadores, los mentirosos, los asesinos, los violadores, los fumadores, los bebedores de ron, la prostitución, los pirómanos, los invertidos, etc., etc., relacionándose todas estas actividades con lo incorrecto y lo indigno si se pretende la integridad en el individuo, conociéndose además que cualquiera de estas disposiciones contiene el principio de la violencia.
A falta de la conexión con la mente y estando, por tal motivo, a merced de los animales-pensamiento, al hombre se le imposibilita el conocimiento de sí mismo, la incursión en el mundo filosófico, única manera de deshacerse de los huéspedes oscuros para conseguir la verdadera libertad. Así, por ejemplo, cuando Rousseau dice: “… Nada he dicho del rey Adán, ni del emperador Noé, padre de tres grandes monarcas que se repartieron el imperio del universo, como los hijos de Saturno, a quienes se ha creído reconocer en ellos. Espero que se me agradecerá la modestia, pues desciendo directamente de uno de estos tres príncipes, tal vez de la rama principal, ¿quién sabe si, verificando títulos, no resultaría yo como legítimo rey del género humano? Sea como fuere, hay que convenir que Adán fue soberano del mundo, mientras lo habitó solo…” Esta parte es clave para reconocer que los trabajos de Rousseau no se refieren a lo externo. ¿Por qué le llama rey a Adán, y emperador a Noé? Sencillamente porque el elemento Noé contiene mayor carga, teniendo en este caso, mayor sensibilidad la sustancia, en comparación con el elemento Adán. Aquí Noé representa lo dicho por Kant: “Puedo reconocer antes analíticamente el concepto de cuerpo, impenetrabilidad, forma, etc., las cuales son todas ellas pensadas en este concepto.” ¿A qué imperio del universo se refiere Rousseau? Cuando Rousseau dice: “… descendiendo directamente de uno de estos tres príncipes, tal vez de la rama principal, ¿quién sabe si, verificando títulos, no resultaría yo como legítimo rey del género humano?”, se refiere a un proceso llevado por él con respecto a la sustancia, donde el sujeto, su otra personalidad, la no física, en ese otro plano, expresa lo de su vínculo directo con la escena filosófica, reconociendo sus dos mundos; mostrándose además, que la única forma de ser rey del género humano o rey del mundo es desde el componente sustancial. Si escudriñásemos minuciosamente los tratados de filosofía, veremos cómo a estos héroes míticos los llaman dueño del mundo, Señor del universo o del cielo, Señor de los océanos, Dueño de la Tierra, etc.; a uno de estos elementos de nombre Abraham mencionado en un tratado de metafísica, su dios le obsequia toda la tierra, diciéndole: “Alza tus ojos y mira el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente. Pues bien, toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia por siempre.”; otro de estos héroes, llamado dios del mundo, dice: “Mi reino no es de este mundo.”
Género humano es la misma sustancia sensible, puede ser sensible a medias o en su totalidad; es lo mismo que muchedumbre, pueblo, asociación, hombres, masa, etc., etc. Sobre estos componentes metafísicos, Rousseau desarrolla sus temas “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres”, “Discurso sobre las Ciencias y las Artes”, etc. Ya hemos hablado sobre el término desigualdad entre los elementos sustanciales, mismos hombres (nada externo), donde unos elementos expresan menos voluntad que otros, debiéndose esto a que la ciudad legisladora, sea Roma, Atenea, Ginebra, etc. (Ginebra es utilizada por Rousseau en reemplazo de otras), es atrayente. Como filósofo, Rousseau se vale del método o sistema “binario en la narrativa filosófica”, utilizando elementos del plano exterior, relacionados inclusive con el tiempo, simplemente para dejar en claro ciertos puntos, algunas veces, como fue usual en Nietzsche, o porque determinados nombres le son muy apropiados, o porque otras acciones externas se prestan para enfrentarlas en el plano interno.
En la actualidad existe un abismo entre la real filosofía y lo conocido en estos tiempos como filosofía; de eso somos conscientes. Y ha sido tan estruendosa y violenta la caída de los que se consideran filósofos sin serlo, que para ellos es inconcebible creer que todos los trabajos de Rousseau sean metafísicos. Podríamos nombrar a otros filósofos reales de los últimos tiempos utilizados como chivos expiatorios por los antifilósofos o seudofilósofos. Podríamos nombrar algunos de los pocos filósofos reales habidos, pero por el momento traemos a Rousseau, si bien a éste se lo utilizó, malinterpretando su doctrina, para encender la chispa que ocasionó la “Revolución Francesa.”
Cuando Rousseau dice: “… lo que es aún más grande y más difícil, concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre y conocer su naturaleza, sus deberes y su razón de ser.” Esto de concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre, es conectarse con la sustancia, no es otra cosa; en este caso hombre es un elemento sustancial. ¿Se le ha oído decir a algún antifilósofo lo de la necesidad de concentrarse en sí mismo para estudiar al hombre y conocer su naturaleza…? Porque en este caso el hombre necesitaría hallarse dentro del hombre… Cosa que sí sucede con el filósofo, como en el caso de Rousseau, donde él estudia al hombre en su interior, al hombre sustancial…
También habla Rousseau de la patria, de la necesidad de defender la patria, refiriéndose a esa patria interior. ¿Pero qué es la patria interior? Se trata del entorno donde se “mueve” el elemento sustancial, la muchedumbre. Puede decirse también que es el lugar desde donde se proyecta dicho elemento, entendiéndose que todos ellos deben vincularse al proceso, implicando tal cosa su alejamiento del punto de origen, pero manteniéndose siempre conectados con a aquél, gracias a la sensibilidad en la sustancia. No obstante se da también el fenómeno de que la patria es todo lo acumulado, un capital (de aquí el nombre de “capital” de un país; así, capital no es otra cosa distinta a recaudo, acumulación de bienes, donde toda capital es un bien común, una riqueza obtenida con el sacrificio). En lo externo, capital también es la ciudad donde se instala el gobierno. Esto nos está corroborando lo de pasar los significados metafísicos al plano exterior. De esta manera vemos cómo patria y capital son una misma cosa. Para el elemento sustancial, capital representa el esfuerzo, sus ahorros, y algo muy importante: la razón de su vida. Así, el capital se convierte en el tesoro, en la hacienda, y de hecho lo es: constituye la riqueza, la aparición del rey en la escena filosófica y forma parte del ser. Uno de los propósitos del plan filosófico es la conservación del capital, su buen manejo y su entrega sin tacha; esto es: el capital, entregarse, debe ser excelso, conocido como crisol. Eso es la patria, eso es el capital: el agua transformada en oro (en metafísica, naturalmente, conociéndose que una parte de la metafísica es la alquimia). De este plano se tomaron estas ideas y se pasaron al mundo exterior. De esta idea de la transformación de trabajo en capital, de esta idea de transportar el material sustancial, por parte de los elementos, la muchedumbre, el pueblo, los trabajadores, etc., etc., los antifilósofos crearon el socialismo, la lucha de clases, la movilización de los obreros, las masas; es decir, trastocaron elementos metafísicos por elementos externos, el hombre de carne y hueso, desconociendo que todo se reduce a una ofrenda a Dios, eso es la movilización delas masas en metafísica: trabajar para Dios; sin embargo se le dio un giro adverso. Con razón Rousseau dice: “Todo es perfecto al salir de las manos de Dios y todo degenera en manos de los hombres”.
Cuando Rousseau dice: “Yo no hubiera querido vivir en una república de reciente institución, por buenas que fuesen sus leyes, temiendo que, no conviniendo a los ciudadanos el gobierno, tal vez constituido de modo distinto al necesario por el momento, o no conviniendo los ciudadanos al nuevo gobierno, el Estado quedase sujeto a quebranto y destrucción casi desde su nacimiento”, se refiere a que la república o patria de reciente institución carga con la experiencia última (en este caso la experiencia de que nos habla Kant, de donde emana el conocimiento transcendental), un tanto incómoda debido al sentimiento de culpabilidad que se percibe al ver “el edificio en ruinas” de que también nos habla Kant. En este punto, donde también se es consciente de que sus leyes se muestren firmes a simple vista, estado común en el inicio de toda república, aunque se sabe que poco a poco y con el sacrificio de todos, se va adquiriendo la templanza. Pero no todas las veces es así, si bien nadie puede garantizar el no consumo temprano de la bebida. Es a lo que se refiere Rousseau cuando dice: “…o no conviniendo los ciudadanos al nuevo gobierno, el Estado quedase sujeto a quebranto y destrucción.”
En todos los tratados de Filosofía se muestra a los elementos defendiendo la patria, el capital. Lo que se conoce como Imperio Romano no es otra cosa que la pelea por este capital, por este componente de la sustancia; ¿cómo iba a darse este fenómeno en lo externo si todos estos personajes pertenecían a la sustancia?, si ninguno existió en el plano físico. La figura del héroe mítico de las Galias es tan antigua, que la “gaya ciencia” se refiere a su ciencia.
Por lo general, en los trabajos de filosofía aparece un héroe conduciendo a las masas, las cuales conforman el capital, mostrándonos la figura del transporte de dicho producto. Todo héroe lucha por conservarlo, inclusive pagando por ello con su propia vida. Utilizando erradamente esta figura, esta simbología, los antifilósofos, queriendo aparecer como conductores de masas (fanatismo que terminó convirtiéndose en síndrome), como defensores de pueblos, dieron comienzo al socialismo.
En trabajos anteriores, ya hemos explicado lo de la comunión, la igualdad de clases, lo del derecho, la rectitud, la disciplina, donde todos piensen en un bien común, donde todos sean iguales, esto para que no haya alteración en el conjunto, dándose así una conducción ordenada. Lo de este comportamiento, el interés del “guía de hombres” en mantener la igualdad de comportamiento en todos, de que ninguno posea más que otro, no es sino porque, al uno poseer más que el otro, adviene el desequilibrio en toda la masa, la sustancia. Aclaramos que la sustancia es atrayente, todos quieren tomarla, y con uno solo que meta la mano en el plato antes de tiempo, se pierde el trabajo, el trabajo de muchos, de todo el pueblo; por eso se hace necesario la igualdad de clases; esto es la igualdad de clases, lo cual se da únicamente en el plano metafísico; en el exterior es imposible que dé, porque la vida misma radica en eso, en la desigualdad, el desequilibrio. Así ha sido y será por siempre. Esta terquedad por pretender conseguir la igualdad entre los hombres sin que sea cada quien, individualmente, quien la busque en su interior, ha contribuido también a la destrucción del planeta. Recordemos que nadie es perfecto, nadie lo será jamás; quien diga serlo, miente; solamente se puede controlar, con esfuerzo, el mal; pero el mal siempre está en el hombre, siempre estará, porque el mal es el soporte para el resurgimiento del bien; por eso se dice, y con razón, que de la materia descompuesta emerge la vida. Ahora, en el plano metafísico sólo se da, esta igualdad de clases, en un determinado tiempo, corto, conocido, en los tratados de metafísica, como tiempo de reposo, sabad, sin vinculación con el último día, ya que el tiempo de reposo o igualdad de clases lo determina la tenacidad del elemento guía; o sea que el sabad no obedece a un ciclo establecido, sino a la voluntad recia del guía, siendo este guía la suma del conjunto, el pueblo; así, el guía contiene al pueblo, mas no éste al guía, si bien no son de la misma naturaleza; es como decir: la mónada en el pueblo, en la masa. Vemos entonces cómo la escena filosófica se compone de dos acciones fundamentales: la guerra y la paz; movimiento y reposo, ambas conteniendo al ser. Esta guerra o lucha, determinante en filosofía (de aquí las guerras púnicas y todas las demás mencionadas en los escritos de Tito Livio, Plutarco, Hesíodo, Herodoto, Julio César Cayo, las nombradas en los cartuchos y papiros de los egipcios antiguos, etc., etc.) se la conoció como “Lucha Santa”, “Esfuerzo en el Camino de Dios”, “Yihad”, etc., etc. Esto es: defender lo de Dios, la ofrenda, el hombre mismo o su esencia; es como cuando uno siembra un grano de maíz con el objeto de recoger la cosecha, siendo estos frutos la esencia del hombre, lo bueno que éste pueda brindar a Dios, la ofrenda, el oro, el oro extraído de las aguas (sin estar hablando de diezmos ni dinero; los diezmos son espirituales). Vemos cómo el cuerpo del hombre no es más que un elemento de Dios, con el cual puede El conseguir su alimento; esto es: somos el alimento de Dios, siempre y cuando lo procesemos limpiamente, procesemos esa sustancia contenida en nosotros. Intentando cumplir con este requisito, obviamente confundiendo el simbolismo, a las iglesias o templos se los adornó con oro, y muchos reyes se “bañaban” en oro, se cubrían en oro. En lo referente a las Luchas Santas, tomándose el asunto por la letra muerta, el hombre de carne y hueso propició y continúa propiciando guerras reales, matanzas bestiales. Son tan determinantes las guerras en la escena filosófica, que los dioses se hacen llamar “Dios de los Ejércitos”, “Dios de la Guerra”, “Thor”, “Marte”, etc., etc. El mismo Sun Tzu, buscando guiar a los filósofos sobre este componente filosófico, escribió “El Arte de la Guerra”, pero como sucedió con el resto de tratados filosófico, el hombre de carne y hueso lo malinterpretó, creyendo que se trataba de guerras en lo externo, siendo uno de estos equivocados Mao Tse Tung y el mismo Napoleón, entre otros.
Llevando la equivocación a los extremos, los antifilósofos inculcan a sus seguidores las consignas de “¡Patria o muerte!”, donde los incautos, sin conocer de dónde viene todo, se arman, se lanzan a la guerra, matan y se hacen matar. ¿Qué tenemos aquí? Tenemos lo siguiente: En vez de convertirse en un alimento para Dios, para su Creador, el hombre se convierte en un alimento desechado por Dios. Esto nos está mostrando que la única forma de solucionar todos nuestros problemas, económicos y demás, es convertirnos en alimento de Dios. ¿Cómo puede el grano de maíz revelarse contra quien lo siembra?, ¿qué es el grano de maíz frente al hombre? He aquí el principio de la claridad, la inteligencia: reconocer nuestra posición. Para solucionar nuestros problemas no debemos pensar en que otros nos los resuelvan, porque nadie nos los va a resolver si no comenzamos con ofrecernos como alimento para quien nos sembró. Al no hacer esto, quedamos desamparados y nos aprovechan otras fuerzas, muy terribles por cierto.
Esos que se hacen llamar “salvadores de masas” esos “libertadores” o “salvadores del mundo”, que es lo que ha dado la antifilosofía, la proliferación de “salvadores”, no salvan a nadie, ni siquiera a ellos mismos. Y no lo pueden hacer porque ellos mismos están hundidos en el inframundo.
Cuando Rousseau dice: “Todo hombre nacido esclavo, nace para la esclavitud. Los esclavos pierden todo, hasta el deseo de su libertad: aman”, no se refiere al hombre de carne y hueso, al de este mundo, sino al de la sustancia, eldel plano metafísico. La esclavitud aquí no es otra cosa que la debilidad por la sustancia, su fuerza atrayente; se es esclavo mientras exista esta rendición.
Del libro: “LA REAL FILOSOFIA II”, del filósofo ANTONIO RAMOS MALDONADO
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