Filosofía natural: la última impertinencia de Paul Feyerabend

El polémico epistemólogo ha vuelto este año con nuevo libro y la profundidad y agudeza en su línea de pensamiento de siempre; otro trabajo de uno de los más destacados pensadores contemporáneos


Cuando Nietzsche decía “nací póstumo” quería decir, entre otras cosas, que su obra sería mejor apreciada en épocas posteriores a la suya. Su pensamiento intempestivo se adelantaba más de un siglo al status quo de su tiempo. La originalidad de la reflexión filosófica revolucionaria tiene ese carácter. Algo similar pasa con la obra del epistemólogo vienés Paul Feyerabend. Su último libro publicado, Filosofía natural (Debate, 2013) nace póstumo, se edita póstumo y llega a nosotros como un envío postal que se hubiese atrasado 30 años en alguna recóndita oficina de correos.

La introducción de Helmut Heit y Eric Oberheim a este libro comienza citando una anotación hecha por los profesores del Instituto Masculino de Enseñanza Secundaria de Viena, sobre el alumno Paul Feyerabend. La nota dice: “Alumno estudioso y muy interesando en las materias, cuyos dotes superan mucho a la media. A veces no se resiste a hacer comentarios impertinentes”. Este comentario acompañará simbólicamente a Feyerabend durante toda su vida, y refleja con claridad lo que sería la recepción académica de su pensamiento. Es un filósofo que hace comentarios impertinentes. Es un filósofo irreverente como los más. La revista científica Nature (una de las más importantes revistas científicas de la actualidad), lo apodó peyorativamente “El Salvador Dalí de la filosofía académica, y actualmente el peor enemigo de la ciencia”.

Pero Feyerabend no es un enemigo de la ciencia. Es uno de los epistemólogos más brillantes del siglo XX. Y en tanto epistemólogo, cuyo objeto de reflexión es la ciencia y las prácticas científicas, parece más bien que estaba tan preocupado e interesado por la ciencia como para dedicar su vida a su estudio y análisis. Pero la epistemología no es simplemente una reflexión panorámica sobre la ciencia que realiza un grupo de filósofos desde un sillón en un departamento de una facultad. La epistemología trabaja con los científicos, y todo epistemólogo debe tener una fuerte formación científica. Las dos patas fundamentales de esta rama de la filosofía son: por un lado, pensar sobre el método científico (y llegar a dar las líneas fundamentales de cómo se debe trabajar para hacer ciencia), y por otro, la función crítica, la discusión sobre la racionalidad de la ciencia. Esas dos patas son el campo de estudio de Feyerabend.

Con los mejores
Y parece evidente que cuanto más agudo y hostil sea el filósofo con respecto a su objeto, más hondo calarán sus críticas. Es eso lo que ha molestado tanto a muchos científicos sobre la obra de Feyerabend, y lo que también ha hecho que este gran pensador sea engalanado y profundamente respetado por muchos en el mundo de la filosofía académica y no académica como uno de los más importantes epistemólogos pospositivistas.

La carrera de Feyerabend fue impresionante. Primero invitado a trabajar junto con el filósofo vienés Ludwig Wittgenstein (lo que no pudo ser por la temprana muerte de este último), luego vivió una larga temporada en trabajo conjunto con el enorme Karl Popper. En la década de 1950 trabaja junto al físico Niels Bohr, convirtiéndose en uno de los más importantes filósofos críticos de la mecánica cuántica. En los años de 1960 trabaja en la Universidad de Berkeley junto a otro de los más importantes epistemólogos del siglo XX, el estadounidense Thomas Kuhn. En los años de 1970 (y como los mejores discípulos) se dedica a criticar fuertemente el sistema popperiano. Y más adelante el racionalismo científico en general con su lema anything goes (“todo vale”), de su más conocido libro: Contra el método (1975). De este modo se gana el lugar de “anarquista” del método científico, y se gana también unos cuantos enemigos. Sus siguientes obras lo terminan por ubicar como autor absolutamente clave para la discusión general sobre los límites y posibilidades de las ciencias occidentales, fundamental para aproximaciones reflexivas poscolonialistas, posmodernas y ecologistas.

Filosofía natural tiene las mejores virtudes que un libro de filosofía puede tener. Es profundo, inquisitivo, riguroso, llega a conclusiones revolucionarias y además está brillantemente escrito. Este libro, a diferencia de muchas obras filosóficas, puede ser consultado por especialistas y leído por cualquier persona interesada en la reflexión sobre la ciencia. Es además un libro de historia, realiza un viaje histórico larguísimo deteniéndose en momentos clave del desarrollo científico de la humanidad. Es una interpretación del mundo intelectual griego y una genealogía del racionalismo occidental. El subtítulo es “Una historia de nuestras ideas sobre la naturaleza, desde la Edad de Piedra hasta la era de la física cuántica”.

Por demás disfrutable, Filosofía natural es recomendable tanto para estudiantes de secundaria, para científicos maduros, para estudiantes y profesores de filosofía, de matemática, de física, de historia, y para cualquier persona curiosa que quiera embarcarse con Feyerabend en una aventura que no es otra que la del conocimiento que las personas hemos venido construyendo desde hace bastante más de 2000 años.
Fuente: http://www.elobservador.com.uy/noticia/252568/filosofia-natural-la-ultima-impertinencia-de-paul-feyerabend/

10 de junio de 2013

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