Sabiendo que no sé nada de filosofía, excepto lo que aprendí cuando en la adolescencia leí “El mundo de Sofía”, el editor de The Philosophers Magazine me impuso un reto: leer el libro “Filosofía en 30 días” de Dominique Janicaud, que eran, se supone, treinta cortos capítulos para ponerme en la ruta correcta.
Realmente fue un reto, por que yo rara vez permanezco interesada en cualquier tema por más de 30 días seguidos. Pero necesito un pasatiempo, algún tipo de actividad, y la introducción de este libro enfáticamente dice: “la filosofía no es un dogma, una doctrina o una secreta sabiduría intimada por gurús…la filosofía es una actividad”. Y pues, cualquier actividad que me permita sentarme en mí sillón y decir: “shh, estoy pensando”, suena bien para mí.
Tal vez el editor tenga algún resentimiento hacia mí. Porque no me explico por qué me comprometería a leer un capítulo tan infantil y simple cada día por treinta días. Esto no era filosofía, esto era el tipo de libro sentimentaloide que-nada-dice-pero-pretende-ser-profundo que Paulo Coelho escribiría si alguna vez desistiera de escribir fábulas y escribiera libros de textos.
Tal vez debí haber sido advertida por la línea introductoria que decía que “la filosofía no es el feudo privado de expertos con salarios universitarios o que trabajan para compañías de análisis”. Después de todo, yo trabajaba en una compañía de análisis y ahora trabajo para una universidad. Aun así lo hice, diligentemente leí un capítulo al día. Aquí esta lo más relevante.
Lección 1
Mi primera lección me dijo lo que la filosofía no es. “Convertirse en filósofo no involucra claves o una formula mágica. No se tatúa ni bautiza en ella. No hay necesidad de histeria masiva, invocar a los dioses o a los espíritus; los filósofos no entran en trances carismáticos, gritos extáticos o cantos”. Eso es decepcionante – me regreso a ver la televisión diurna que tiene todo lo arriba mencionado a montones.
Lección 2
Cuidado con los gurús. Aunque en este momento todavía no lo sé, sospecho que esto incluye al autor de este libro.
Lección 5
Filosofía debería ser escrita con f minúscula. Para denotar la poca importancia de este intento de lección. ¿Qué le pasó a “pienso luego existo” o algo como “uso f minúscula luego existo”?
Lección 6
Esto es mejor – es una discusión sobre si Marilyn Monroe era bonita. Aparentemente esto es filosofía – preguntando “¿qué es lo bello?” y “¿qué es la belleza?”. Resulta que en ese caso yo y el resto de mis compañeras, hemos estado filosofando desde los doce años, cuando por primera vez tomamos una revista de modas.
Lección 8
En referencia a la lección seis, se nos dice que Sócrates advierte: “todo lo que es bello es difícil”. ¿Acaso esto significa que entre más difícil soy me hago más bella? Decido preguntar a mis ex novios.
Lecciones 9 y 10
La esencia de estos dos capítulos es que cada filósofo necesita un apodo. Hegel era llamado “el viejo”. El mío será “la difícil”.
Lecciones 12 y 13
Es bueno hacer preguntas, dice Janicaud. Tales como “¿por qué las mariposas tienen alas?” o “¿por qué el cielo es azul?”. Yo agrego esto “¿Quién insistiría en leer este libro condescendiente?”. Yo insisto…
Lección 16
Esta lección estudia la pregunta de si existe Dios. Y aún más importante, ¿si existe Dios por qué hace que la gente buena lea libros tan malos?
Lección 23
Y entonces llegamos a Nietzsche. Tal vez, pensé, me dirán final y específicamente lo que alguien pensaba. No, dice Janicaud, él no explicará a Nietzsche. Ni siquiera cómo pronunciar su nombre. Léalo usted mismo dice. Es mejor para usted.
¡Treinta días y ni siquiera me dijeron como pronunciar Nietzsche! Lector, sepa usted que lo intenté, diligentemente leí un capítulo al día. Estaba lista para pensar cuando fuese requerida, pero el libro nunca lo pidió.
Un día después de que fue entregado el primer borrador de este libro, el autor murió. Lo cual es una lástima, pero el hecho de que sólo hubiera un primer borrador es revelador. Nada como una muerte para ayudar a que publiquen tu obra. Pero ¡oh!, queridos lectores, toda la compasión del mundo no me haría recomendar este libro.
Encontré este libro soso, tedioso y aburrido, digno de no más que ridículo y desprecio. Pero como Blaise Pascal escribió alguna vez “ridiculizar a la filosofía es realmente filosofar.” Así que tal vez funcionó.
Ellie Levenson es periodista independiente y maestra de medio tiempo en la City University de Londres.
Artículo cortesía de The Philosophers Magazine
Traducción de Guillermo Moreno